lunes, 3 de febrero de 2014

TEMPLO ROMANO DE CÓRDOBA

Cuando Julio Cesar  fue asesinado, cuentan que durante los Juegos dados en su nombre apareció un cometa que brilló siete días. Desde entonces las ciudades romanas instituyeron rendir culto a su figura y a la de los emperadores de su dinastía.  Colonia Patricia Corduba , capital de la Baetica, una de las provincias más importantes de la Hispania romana,  le dedicó un espacio propio. Una vasta plaza levantada en el siglo I sobre la que se alzó un grandioso templo.
En su construcción se emplearon columnas y capiteles corintios  de mármol blanco, sillares de piedra para sus muros y opus caementicium (hormigón) en una escalinata. El espacio solemne a modo de foro estuvo rodeado por un pórtico con esculturas de togas y una estatua ecuestre en bronce. Para esta operación urbanística se aprovechó el declive natural del terreno, edificándose una gran terraza sobre la que se elevó el edificio que sobresaldría de la muralla. El público, concentrado en la plaza que rodeaba al templo, asistía a las ceremonias de sacrificios de animales en un altar a cielo abierto. A pocos metros, también podía acudirse al circo para disfrutar de carreras de cuadrigas.
A partir de los siglos III y IV este complejo fue abandonándose para convertirse en cantera de materiales y caer en el olvido.


El esqueleto y los cimientos de ese templo, siguen dominando hoy parte del paisaje cordobés, redescubierto a mediados del siglo XX y reintegrado en el tejido urbano en el XXI. Y es que, tras décadas oculto, el yacimiento arqueológico y monumental del templo romano de Córdoba recuperó hace un mes el protagonismo del que gozó 2.000 años atrás. Se eliminaron las tapias que lo rodeaban y se sustituyeron por una barandilla minimalista que integra el mundo actual con el romano.  



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