viernes, 28 de noviembre de 2014

GIVENCHY EN EL THYSSEN

El mundo de la moda entra en el museo por la puerta grande de la mano de Givenchy

Hubert James Marcel Taffin de Givenchy nació en el año 1927 en el seno de una familia aristocrática. Criado por su madre y su abuela materna, supo desde bien pequeño que su pasión se encontraba en los tejidos, en las costuras, en los patrones. Por ello, tras estudiar Bellas Artes y codearse con grandes personalidades del mundo de la moda como Robert Piguet,  decidió fundar su propia casa de costura: la Maison Givenchy. Años y éxitos después, el Museo Thyssen-Bornemisza ha querido rendir homenaje a este grande de la moda, y lo ha hecho de la mejor manera posible: con una retrospectiva en la que el gran público puede comprobar cómo la magia se materializaba en textil en las creaciones del maestro Hubert. Desde el 22 de octubre de 2014 y hasta el 18 de enero de 2015, la pinacoteca ofrece una retrospectiva sin precedentes, una exposición dedicada a Hubert de Givenchy ideada por él mismo.

Admirador de la obra de Cristóbal de Balenciaga, con quien le unía, además, una profunda amistad, Hubert heredó de él su peculiar forma de concebir y hacer la costura, caracterizada por la pureza de líneas y volúmenes. Esta particular concepción lo condujo, además de a ser el pionero en diseñar una línea de prêt-à-porter de lujo, a vestir a iconos de la talla de Jacqueline Kennedy, Wallis Simpson, Carolina de Mónaco o Audrey Hepburn. 


Uno de los objetivos de la exposición es, precisamente, mostrar las creaciones que el maestro llevó a cabo para algunas de sus principales clientas. De entre ellas destacan cuatro mujeres icónicas de la historia de la moda, que fueron, además grandes amigas de Givenchy: la duquesa de Windsor, la princesa Grace de Mónaco, Jacqueline Kennedy y, con mayor incidencia, la actriz Audrey Hepburn, su musa y embajadora de la marca desde que se conocieron en 1954.
Así pues, muchas de las piezas de la retrospectiva forman parte de la historia del cine y de la memoria visual del siglo XX, como el diseño que lució Jackie Kennedy en la recepción oficial que dio el general De Gaulle, fue la primera vez que la primera dama de los Estados Unidos lucía un vestido no creado por diseñadores americanos, previa autorización del Congreso y Senado, durante la visita a Francia del presidente americano o el icónico vestido negro de Audrey Hepburn en la película Desayuno con diamante, leiv motif de nuestro blog, que Holly  lucía frente a Tyffany's.


Por si fuera poco, la exposición también analiza la relación entre las creaciones de Hubert y la obra de pintores como Miró, Rothko o Ernst,  además de mostrarnos sus trajes de novia y vestidos de noche más espectaculares o una de sus primeras creaciones, la blusa Bettina,  surgida de una imaginación, la de Givenchy, adelantada a su tiempo y en total sintonía con la sensibilidad femenina. No por casualidad su estimada Audrey Hepburn decía de él que era, "más que un diseñador, un creador de personalidad.


El idilio entre la actriz y Hubert de Givenchy comenzó durante la película Sabrina, en la que, en un primer momento y al saber que se trataba de Audrey Hepburn, el diseñador se negó en rotundo a diseñar el vestuario de la protagonista. Como sabemos, finalmente aceptó, creando uno de los vestidos más icónicos del cine, y una amistad que duraría el resto de sus vidas.  Participó en todos los proyectos solidarios de Audrey, como muestra valga el documento que nos aporta Dominique Lapierre: Audrey Hepburn, una mujer que dedicó los últimos años de su vida a luchar por los niños más necesitados, como embajadora extraordinaria de UNICEF. Gracias a ella, hemos podido poner en funcionamiento nuestras escuelas, en una de las zonas más miserables de la Bengala rural», ha señalado Lapierre.



Blusa Bettina creación de Givenchy prêt-à-porter
 
La historia de cómo el inolvidable vestido de alta costura llegó a manos de los Lapierre es calificada por ellos mismos de auténtico «cuento de hadas». Casualmente, la pareja coincidió con Givenchy en una cena. Al conocer sus proyectos y las dificultades que atravesaban, el modisto no dudó en regalarles uno de los tres modelos que diseñó para el famoso largometraje. De los dos restantes, uno se encuentra en el Museo del Traje de Madrid, y el otro pertenece al hijo de la artista.
Lo importante es que el vestido que la intérprete llevaba al salir de un taxi frente a la joyería Tiffany's, diseñado por Hubert de Givenchy, ha permitido reconstruir las escuelas de los Lapierre dañadas por las inundaciones registradas en Bengala y que contribuirá a poner en marcha otras 10 más.
.Para Clara y Almudena















 









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