Cortázar
expone en el relato los pasos y formas de lograr el llanto desde su
perspectiva, plantea una idea más bien objetiva y certera de la manifestación
de la tristeza, obviando la necesidad imperante de expresar la fluidez
particular de sentimientos puros y espontáneos. Manifiesta la expresión de las
lágrimas como el clímax referencial del acabo de una emoción, en una duración
pertinente y casi fugaz. De inicio a fin, el autor intenta plantear una forma
consecutiva y lineal del llanto. Entendiendo que su intención primera es
formular la instrucción de la expresión de un sentimiento, referencia por
supuesto pedante para catalogar una sensación tan ambigua, quiénes serán los
receptores particulares de una obra de esta envergadura, cuál será el nexo
esencial del lector con las ideas fundamentales que conforman el escrito
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la
manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el
escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El
llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un
sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues
el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para
llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible
por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato
cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no
entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando
ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del
saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media
del llanto, tres minutos
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