Temístocles (524 -
459 a. C. fue un político y general ateniense.
Miembro de la nueva generación de políticos que ganó preponderancia durante los
comienzos de la democracia ateniense, junto a su gran
rival Arístides.
Como político, Temístocles era populista, y gozaba del apoyo de las clases
inferiores atenienses, mientras que, generalmente, se enfrentaba a la nobleza.
Elegido arconte
en 493 a. C., tomó una serie de medidas para acrecentar el poder
naval de Atenas. Combatió en Maratón durante la Primera Guerra Médica, siendo uno de los
diez strategoi
atenienses mencionados por Heródoto.
Cuando se habla
de la batalla de las Termópilas, que enfrentó al imperio persa contra la
alianza entre ejércitos de las diferentes ciudades-estado griegas, todo el
mundo recuerda el papel heroico de los valientes espartanos que lucharon con
tesón frente a miles de enemigos en un angosto desfiladero en el año 480 a.C.
Sin embargo, apenas se conoce el vital apoyo que los ‘300’ recibieron desde el
mar. La armada ateniense se había apostado en el estrecho de Artemision, con el
objetivo de controlar cualquier intromisión persa que generara un desembarco y
posterior ataque por la retaguardia griega. Desde el punto de vista ofensivo,
fue una manera de desarticular la principal baza con la que contaba el ejército
del Gran Rey Jerjes. Cuando la flota enemiga llegó al estrecho de Artemision,
el jefe de la armada ateniense les estaba esperando junto a la costa con cerca
de doscientos barcos. La diferencia era abismal, los griegos se encontraron
frente a un millar de naves. Sin embargo, el comandante persa no imaginaba ni
en lo más recóndito de sus pensamientos, que Temístocles iniciaría un ataque
frontal estando en minoría. Por ello, aprovechando el desconcierto, tuvo el
descaro de iniciar un ataque directo a última hora de la tarde, idea
descabellada, a priori, si se tiene en cuenta que a ciertas horas se descartaba
una batalla en el mar a causa de la falta de luz. Con esta estrategia, en caso
de salir bien, tenía muchas posibilidades de dejar muy mermada la moral de los
persas, y de haber sido un suicidio, las pérdidas serían pocas debido a que la
noche caería pronto sobre sus cabezas. Durante el primer día de batalla, los
persas sufrieron grandes daños, perdieron decenas de barcos en Artemision y
cerca de diez mil soldados en las Termópilas a manos de ‘los 300’. Además, para
más inri, una despiadada tormenta arrastró a más de ciento cincuenta barcos al
fondo del mar. Los dioses protegían a los griegos y castigaban a los persas,
pensaron algunos. Poco tiempo después, Jerjes cumplió su venganza reduciendo
Atenas a cenizas.
Aunque, un mes más tarde, serían los griegos los que buscaron
resarcirse. Una nueva táctica del inteligente Temístocles, frenó el obstinado
avance del ejército rival. Dicha estrategia consistió en hacer llegar al Gran
Rey Persa un mensaje donde expresaban una retirada de sus tropas, esto animó a
los persas a adelantar líneas tanto por mar como por tierra, adentrándose sin
saberlo en una hábil emboscada griega en el estrecho de Salamina que desembocó
en graves pérdidas y, por ende, en la retirada persa. Esta brillante idea
supuso el inicio del fin del Imperio persa y la liberación de las ciudades
griegas. En cuanto a Temístocles, su reconocida victoria en Salamina le
proporcionó mucha fama en Atenas. Una admiración que se redujo
considerablemente tras mostrar su apoyo a una alianza con los persas frente a
Esparta. Esta postura le llevó a ser relegado de su cargo en la ciudad
ateniense y le obligó a refugiarse en territorio enemigo, donde se le otorgó un
cargo político. Según cuenta la tradición, Temístocles se envenenó, finalmente,
para no ayudar al Rey de Persia en una nueva trama para conquistar Atenas.
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