sábado, 5 de abril de 2014

BORROMINI. PALAZZO SPADA

Este largo pasillo columnado con arcos y bóveda de cañón, que en principio no tiene nada de especial más que conducir a los pies de la susodicha estatua romana, a simple vista hará unos 35 metros de largo... y digo a simple vista porque en realidad tiene la longitud de... ¡8,82 metros! ¿Cómo puede ser que ese largo corredor no tenga en realidad más que una cuarta parte de la distancia que estamos viendo? Justamente es esta característica la ha hecho tan destacable. ¡Ah! y sepa que la estatua, no hace más de 60 cms de alto. ¿Sorprendido?

 Este pasillo fue construido siguiendo los principios de la perspectiva cónica matemática por Francesco Borromini entre 1652 y el 1653 por encargo del Cardenal Spada, gran mecenas de la época, el cual había comprado el palacio en el año 1632. El cardenal, gran amante del arte Barroco, , tenía una cierta debilidad por los trampantojos (trampa-ante-ojo), técnica sobretodo pictórica en la cual se juega con la perspectiva y el hiperrealismo para engañar al observador con efectos y volúmenes que no existen en realidad. Según parece, con la utilización de este engaño a los sentidos de los observadores, Spada pretendía hacer reflexionar sobre la falsa ilusión que resulta de la grandeza terrena. Lo cual, todo sea dicho, no le impidió amasar una gran fortuna y hacerse con una de las mayores colecciones privadas de arte de Roma



No obstante, el conjunto, en un primer momento, no contaba con ningún elemento al final del pasillo, ya que la atracción era precisamente el pasillo en sí mismo. No fue hasta dos siglos después, en 1861, que un descendiente de la familia Spada  decidió instalar una estatuilla romana de un guerrero de 60 cms de alto en el fondo del corredor para reforzar la sensación de perspectiva.

 Bernini, como no, aprendió la lección y la aplicó en su Scala Regia destinada a conectar la basílica de San Pedro con el Palacio Vaticano. Cada vez que un papa la recorría daba la sensación de que iba a reunirse con Dios en las alturas subiendo unas infinitas escaleras que en realidad no lo eran tanto.


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