lunes, 6 de octubre de 2014

LEER, BEBER Y ESCUCHAR 2: LOS CUERPOS EXTRAÑOS


Los cuerpos extraños es la octava novela protagonizada por la pareja de guardias civiles más famosos de España formada por el brigada Rubén Bevilacqua y la sargento Virginia Chamorro. Desde que los conocimos allá por el año 1998 en El lejano país de los estanques hemos ido viviendo con ellos toda una serie de aventuras e investigaciones que nos han relatado, a la vez que su desarrollo personal, el devenir de la historia de España en estos años; porque una de las características de las novelas de Lorenzo Silva es su contemporaneidad, es decir que se desarrollan en la misma época en que han sido escritas y muestran los acontecimientos acaecidos en esos momentos.



La acción de Los cuerpos extraños traslada a nuestros personajes hasta un pueblo de la costa levantina para investigar el asesinato de su alcaldesa. Zona de especulaciones inmobiliarias, de corrupción política, de envidias y rencillas entre los miembros del partido, de renovación en los cargos y de rumores.
Pero junto al trasfondo puramente policial nos encontramos con los problemas, las dudas y el desarrollo psicológico de nuestros protagonistas, unos personajes que ya van manifestando el peso de los años (Bevilacqua esta cerca de la cincuentena y Chamorro va a cumplir los 40), que nos cuentan sus relaciones afectivas, los problemas con su hijo, las dificultades con sus parejas, etc. En esta ocasión es Virginia Chamorro la que se nos muestra más afectada por su vida personal.
Lorenzo Silva es un maestro en los diálogos. Siempre es una gozada ver a nuestro brigada cruzar palabras con sus sospechosos, y esa cómplice coordinación con su sargento para intuir la maldad.


Esta sección de nuestro blog relaciona una obra literaria con las bebidas y la música que en ella aparecen.
La música suele ser un personaje más en las novelas de Lorenzo Silva, siempre llenas de recomendaciones musicales. En la que nos ocupa  hay una canción que aparece en varias ocasiones, la utiliza como despertador para su hijo, luego volvemos a escucharla en el coche y siempre hace referencia a su letra (incluso la emplea como título de algún capítulo). Nos referimos a la canción de Germán Coppini, Pepito, el grillo.


Precisamente, el autor de esta canción falleció en diciembre del año pasado.
Otra sintonía que también aparece en la novela es la que emplea como despertador.


"A quienes creían que sólo alguien afecto a un ideario que jamás fue y no sería el mío podía sentirse espoleado por aquel himno, sin miedo ni esperanza, les dejaba que pensaran de mí lo que quisieran. A fin de cuentas, la vida es demasiado corta como para gastar trozos de ella en reparar los malentendidos que sobre uno puedan llegar a producirse."


"La edad media de la concurrencia andaba más próxima a los 75 que a los 65, pero la energía con que sacudían sus osamentas al ritmo de los grandes éxitos de los años setenta, en aquel preciso instante la inevitable I will survive, de Gloria Gaynor, me hacía presagiar lo peor.
-Guau, ahora entiendo por qué el Imserso les subvenciona estas farras a los abuelos-dijo Arnau-. No es por lo que cuentan de fomentar el turismo interior y la ocupación hotelera en temporada baja. Con tres noches locas de éstas, alguno deja de cobrar la pensión."


"Para espantar estos nubarrones, y ayudar a que el sueño viniera al fin a rescatarme, opté por ponerme un poco de música. La busqué lo más tranquila posible y acabé escogiendo una canción de Battiato. Era la que más paz me transmitía, Se Mai"


La bebida que más aparece a lo largo de la novela es el café. Desde el que se toma para desayunar en casa con la cafetera regalo de su hijo por Navidad, hasta los innumerables que consumen en las cafeterías y bares por dónde transitan. Necesidades del trabajo.
También aparecen alguna cerveza que otra, sobre todo cuando tienen sed, pero el vino siempre ocupa un papel destacado en las comidas importantes (no cuando están de servicio). Al comienzo de la novela, cuando Vila está celebrando una comida familiar en casa de su madre en Salamanca nos hace referencias a un vino regalo de su cuñado, "me abandoné al gustoso paladeo del vinazo de sesenta euros que habían traído para la ocasión, y que en las condiciones normales de mi existencia no me era dado catar. Se trataba de un potente caldo de Toro".



Uno de los vinos de la D.O. Toro que más me gustan son los de la bodega Numanthia: El Numanthia y el Termanthia, los cuales pueden coincidir con la descripción del vino que bebe Bebilacqua en la novela. La bodega Numanthia está ubicada en el pueblo de Valdefinjas, en la provincia de Zamora. Fue levantada en 1998 por la familia Eguren, que procedía de La Rioja. El propósito de Marcos y Miguel Eguren era obtener el mejor vino de Toro. En 2008, poco tiempo después de que su Termanthia 2004 obtuviera la calificación máxima (100 puntos) de Jay Miller, el colaborador de Parker en España, la bodega pasó a formar parte del grupo francés de lujo LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy). Desde 2009 Manuel Louzada es su gerente. Este enólogo fue durante diez años el responsable de la elaboración de los vinos y espumosos de Bodegas Chandon en Argentina, hablamos de los magníficos Terrazas de los Andes y Cheval des Andes.
Un vino untuoso, complejo, fresco y elegante con una amplísima gama aromática a frutos rojos y negros, cacao y notas tostadas.

Te recomiendo que cuando te dispongas a leer un libro de Lorenzo Silva te rodees de un ambiente propicio, una buena copa de vinoy una música sugerente. No te defraudará.

By Yola

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