lunes, 22 de diciembre de 2014

EL ÚLTIMO COMBATE DEL GLORIOSO.

El Rey presidió la entrega de esta obra del pintor Augusto Ferrer-Dalmau, que refleja la última contienda del “Glorioso”, legendario navío español que combatió ferozmente a 12 barcos británicos en tres batallas distintas en 1747.

 Don Felipe, acudió al Museo Naval para presidir el acto de entrega del cuadro “El último combate del Glorioso”, donde estuvo acompañado por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau y el académico que ha colaborado en la obra, Arturo Pérez-Reverte, u autoridades militares
 El lienzo, de grandes dimensiones, (170 X 190 cm.) recoge el momento en que el Glorioso, navío de 70 cañones comandado por el capitán Don Pedro Mesía de la Cerda, presentó una lucha feroz contra 12 barcos británicos en tres batallas diferentes en 1747. Un cuadro para una de esas historias desconocidas en la historia España: «El último combate del Glorioso», .A diferencia de nosotros los ingleses conocen a la perfección las gestas de su historia naval
Era el verano de 1747 cuando el navío Glorioso, de 70 cañones mantuvo 3 batallas, todas ellas contra fuerzas muy superiores de la Armada inglesa, mientras traía cuatro millones de pesos fuerte desde América a España. Cumplió su misión, pero por el camino se enfrentó a 12 barcos en tres batallas distintas, dos desde las Azores a Galicia y una más cerca del cabo de San Vicente cuando ya había logrado entregar en tierra la plata y se dirigía a Cádiz para las reparaciones causadas de la lucha.

 Es difícil hallar las palabras que relaten el fragor y la dureza de aquellos combates que mandaron un par de barcos británicos a pique y terminaron con otros maltrechos. Finalmente, el Glorioso, desarbolado, gastada toda la munición y agujereado por los cuatro costados, con 30 muertos y 130 heridos, tras los dos últimos días de lucha contra 6 navíos, arrió bandera. Sus captores no pudieron navegar en él, puesto que debido a su estado, se hundió al llegar a Lisboa.
Acorralado, sin más munición que los mosquetes de sus marinos, despellejados sus mástiles, el «Glorioso» -comandado por don Pedro Mesía de la Cerda (Córdoba, 1700-Madrid, 1783)- finalmente rindió pabellón ante el inglés después de volar a uno y hundir a otro de sus barcos en los tres meses en los que su afamada carrera hizo estremecer de nuevo al inglés
Para reconstruir la epopeya del Glorioso, Ferrer Dalmau y Pérez-Reverte han contado con una maqueta del navío que ha permitido replicar en detalle cada una de las cicatrices que sufrió el barco. El resultado es apabullante, un lienzo en el que casi puede oírse el retumbar de los cañones, mientras los últimos marinos en pie mantienen la defensa ante el ataque final de los ingleses, que también llevaron lo suyo.


«Ha sido un cuadro de máxima dificultad. Por los vientos reflejados, las velas en facha, la marejada y la multitud de detalles que se podrán encontrar. Hay muchas figuras e historias dentro del cuadro», explica el pintor barcelonés Ferrer-Dalma, como por ejemplo el oficial que dirige el fuego de los infantes de marina contra los ingleses en las postrimerías del combate, o como los cañones que han quebrado los palos han dejado el navío Glorioso desarbolado como un pontón, ingobernables, a merced de los barcos ingleses, que vemos como es representado con la bandera sumergida; durante el combate los pabellones .caen. A diferencia del español, el inglés aún está bajo el agua, mientras el fuego continúa.

NO SIEMPRE FUE UNA VERGÜENZA, POR PÉREZ REVERTE

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