jueves, 1 de enero de 2015

FELIZ AÑO NUEVO

Almudena Grandes publica en El País Semanal este artículo que los que hemos nacido en la década de los 60,s nos podemos, en una inmensa mayoría, identificar con él, nos es que fuéramos más pobre es que eramos diferentes. 





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Recuerdo muy bien las Navidades de mi infancia, y las recuerdo con alegría, sin una pizca de amargura. Todo era muy pequeño, la decoración, la publicidad, las cenas, los regalos, todo menos el número de las personas que se sentaban a la mesa, que por aquel entonces, como suele suceder en los países pobres, era enorme.
Recuerdo aquellas Navidades en las que la estrella era el huevo hilado, y nadie se compraba un traje para salir en Nochevieja, y los Reyes sólo traían un regalo grande y sorpresas, ninguna tan codiciada como la del roscón, que era un tesoro. Y en la frontera de 2014, un año tan duro, con 2015, que volverá a ser durísimo para muchos españoles, quiero invocar el espíritu de las Navidades de mi infancia, las fiestas de la sidra y el espumillón, donde se cantaba y se bailaba y se comía turrón, y eso bastaba.
No consientan que el iPhone 6 que no pueden regalar a sus hijos les amargue estos días. No acudan a los nuevos usureros que se anuncian en la tele para endeudarse comprando regalos. No piquen en el anzuelo de la propaganda multicolor, de la felicidad plastificada, de la alegría que se basa en dar envidia a los vecinos. Y si la maldita crisis les ha empobrecido, escarben en su memoria, recuerden aquellos tiempos en los que la pobreza no era un estigma humillante, ni una vergüenza, ni una tragedia, sino la misma vida, la lucha constante de todas las mañanas.

Cualquier parecido con Paco y Mª Gracia no es pura ficción, sino otra realidad in illo tempore.
Ojalá en 2015 sean más felices que en 2014.

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