viernes, 12 de junio de 2015

LEONARDO PADURA, PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS LETRAS


La narrativa de Leonardo Padura (La Habana, 1955) es uno de los escasos ejemplos de literatura desde dentro de la isla que ha obtenido a la vez una amplia repercusión —en España publica con el sello Tusquets— y el reconocimiento de los lectores y de la crítica especializada internacional de novela policíaca, son estas, entre otras, las señas de identidad que le han llevado a ser el flamante Premio Princesa de Asturias de las Letra 2015. Este reconocimiento ha llevado a que la muy premiada serie protagonizada por el detective Mario Conde, inicialmente compuesta por la tetralogía Las cuatro estaciones (Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras y Paisaje de otoño) continúe con nuevos títulos: Adiós Hemingway, La neblina del ayer, La cola de la serpiente y Herejes. El primer título data de 1991 y el último de 2013.

Lo único que hace, asegura, es observar la realidad cubana, mirar lo que pasa en sus calles y le sucede a sus gentes y luego ponerlo todo en hojas de papel que más tarde suelen convertirse en novelas. “Soy un escritor cubano, pertenezco a una generación que ha vivido y sufrido muchas cosas, buenas y malas, y siento un gran sentido de pertenencia hacia mi ambiente y mi gente en Cuba, así que este premio lo considero un reconocimiento a todo ello”,  dijo desde La Habana al conocer la noticia. Es la primera vez que un escritor cubano gana este premio, por lo que para él tiene un valor muy especial.  



 Padura es heredero de una larga tradición literaria y ha recogido el testigo de grandes de la literatura cubana como Guillermo Cabrera Infante y Alejo Carpentier, al que considera el maestro de la novela histórica.  Pero una influencia catalizadora fue la de Vázquez Montalbán. Descubrí una literatura policiaca escrita en lengua española en un país de la periferia del centro de la novela policiaca, que estaba en el mundo anglosajón y Francia. Era una literatura de una gran calidad y con una perspectiva social muy evidente. Y fue como un catalizador que me dijo: "Este es el camino por el que puedes entrar y seguir".

A parte de la serie de Mario Conde, el bueno como él dice para diferenciarlo del defenestrado banquero, tiene  también otros libros soberbios, como ‘La Novela de mi vida’ (uno de los mejores, según buena parte de la crítica), ‘El hombre que amaba a los perros’, en la que sus críticas al estalinismo tienen como telón de fondo el asesinato de León Trotsky por el anarquista español Ramón Mercade.”Estaba en una gira que coincidió con el momento de transición entre Fidel y Raúl, y todo el mundo me preguntaba quién iba a mandar. Entonces me leí una entrevista que le hacían a Paul Auster en una revista, y vi que le preguntaban por literatura, cine y béisbol, y me dije: "Coño, qué felicidad ser Paul Auster, que está hablando de las cosas que a mí me gusta hablar y nadie le pregunta por su Gobierno"

Padura, crea  un personaje cuya esencial decencia permite narrar la evolución de Cuba desde los entusiasmos de los años sesenta hasta la decepción y desideologización del presente. Padura señala también que el detective Conde representa a la generación que, como él mismo, solo ha conocido el Gobierno de Fidel Castro y ha experimentado en su trayectoria vital la decepción y el desengaño al descubrir que el glorioso y próspero mañana prometido, al que debían sacrificar su esfuerzo cotidiano, no se materializaba. Leonardo no es el primer escritor que ha mostrado a los cubanos la magnitud del desastre. Pero sí es uno de los que, con más énfasis, ha intentado reconciliarlos con su derrota.  Por ello, el objeto de las investigaciones del detective Conde no son los delincuentes de poca monta, sino los crímenes y delitos que incumben a las altas esferas del régimen cuando aprovechan las brechas del sistema para enriquecerse. Esta decisión del autor permite mostrar el peso que tiene en el presente cubano la historia previa, con el régimen de Batista y las grandes fortunas huidas a Miami, la cultura de los casinos y la nostalgia de sus estrellas musicales o de cabaré, los cambios de la política oficial en cuanto a la consideración de los homosexuales, la censura, la vigilancia cotidiana omnipresente, el castigo de la disidencia, la corrupción a pequeña y gran escala que explicaría —además del embargo impuesto por Estados Unidos y el derrumbe de la Unión Soviética— la precaria economía de la isla.

Mario Conde resuelve sus casos estudiando antecedentes, pistas, sospechosos, mediante premoniciones, iluminaciones y certezas, analizando datos estadísticos, huellas e intentando evitar algo tan engañoso y equívoco como los prejuicios. Sus triunfos se basan a partes iguales en la investigación rutinaria y en el conocimiento de la gente. Pese a que su trabajo le condiciona a percibir sólo el lado oscuro de la vida, se mantiene en su puesto porque no le gusta que los hijos de puta se salgan con la suya impunemente. Aunque algunos compañeros le consideran el loco de la comisaría, es apreciado como uno de los mejores investigadores del cuerpo. Le veremos investigar la desaparición de un empresario afín al régimen, el asesinato de una profesora, la muerte de un travesti...


El jurado del premio, anunciado ayer, considera que la obra de Leonardo Padura constituye "una soberbia aventura del diálogo y la libertad". El éxito de un escritor cubano en su país se mide por el precio alcanzado por sus obras en el mercado negro. Padura está satisfecho. Los libros de Conde llegaron a canjearse por dos latas de leche condensada en los momentos más duros del Periodo Especial.

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