domingo, 28 de junio de 2015

MIKEL SANTIAGO


Después de los años escribiendo relatos en la web y con un segundo libro en las librerías, esto parece ir en serio para Mikel Santiago.
 Esta era su presentación cuando solo publicaba en Internet “Nací en Bilbao, pero ahora vivo en Dublín, dedicándome a la publicidad digital, el rock y la literatura. Escribo relatos de misterio, terror, intriga... que voy colgando por entregas en mi blog: elatodromo.blogspot.com
Si te gustan Hitchcock, Agatha Christie, Roald Dahl, Poe, Lovecraft, Stephen King.....creo que mis relatos serán de tu agrado.”
Consagró su juventud a tocar en bandas de rock y más tarde comenzó publicando relatos y novelas cortas por internet, con las que consiguió llegar a la lista de Best-Sellers en España y Estados Unidos. Su éxito le llego con “Historia de un crimen perfecto”
 "Me llamo Eric Rot y escribo estas últimas líneas de mi vida para confesarme: Soy un asesino. Yo lo hice. La maté. Linda Fitzwilliams está muerta. Ni huida con su amante, ni jugando a esconderse para irritar a su familia, como apuntaron en su momento las revistas del mundo rosa... "

 “Desde que empecé a publicar relatos en Internet, esto lo veo un poco como los artistas callejeros: hay mucha competencia. Hay mucha gente escribiendo y hay muchas historias y utilizo artes guerrilleras: tú te tienes que quedar en mi libro y para que te quedes tengo que hacer una gran inversión en las primeras páginas. Un autor desconocido como yo tiene que ser agresivo” explica con pocas dudas.










La última noche en Tremore Beach (Ediciones B),  es una historia de miedos superados, o no. Del miedo del creador, del escritor, del músico; del miedo del que está solo, del que ha perdido sus anclajes en la vida; del miedo a la soledad y a los sitios vacíos, a las playas largas y a las noches sin nadie con quien compartir la cama. Peter Harper, , es un músico bloqueado, en plena crisis creativa y divorciado que huye Clenhburran, un pueblecito perdido en Irlanda. Allí se instala en una casa en la playa de Tremore Beach, en un lugar tan solitario, tranquilo e idílico como inquietante.  La perturbada o quizás demasiado lúcida mente del protagonista, un pueblo aparentemente normal y algunos personajes turbios y sorprendentes forman los ingredientes básicos con los que Mikel Santiago construyó su intenso debut en la novela tras la publicación de sus relatos cotos en internet.

El mal camino es una historia que mezcla crimen, terror y thriller y juega con el lector desde un punto de partida inquietante: una estrella del rock retirado en la Provenza mata a un hombre en una carretera oscura y se da a la fuga. Al día siguiente se lo cuenta a su amigo, un escritor en crisis creativa, pero no hay ni rastro de la víctima. ¿Qué ha pasado realmente? “Lo que quería trabajar a fondo era la duda, la incertidumbre y qué camino toma cada uno respecto a la verdad. Esa era mi historia. ¿En quién confías?”, explica.
La historia del erizo merece capítulo aparte. Santiago asegura que El mal camino se inicia después de que estuviese a punto de atropellar a un erizo mientras volvía a casa tras cenar con un amigo. “¿O era un conejo? De lo que estoy seguro es de que no era una vaca”, comenta divertido, jugando con la entrevista como juega con sus lectores.
En El Mal Camino hay mucha Hisghsmith y mucho King, como siempre, pero contiene otros mil ingredientes. En principio es un pequeño homenaje a uno de mis escritores favoritos: Ira Levin (Los niños del Brasil, La semilla del Diablo); también tiene cosas de algunos buenos tebeos de Tintin, los diarios de viaje de Capote y a las historias detectivescas de Chandler (el cinismo de Marlowe está presente en varios diálogos).  Otro libro que tuvo su influencia fue Life, la biografía de Keith Richards.

“Creo es que hay escritores que tienen más en cuenta la audiencia y otros que tienen más en cuenta su mundo. Es como los músicos de jazz que improvisan durante 16 minutos y es precioso, pero igual para el público no es tan divertido como ver a Mick Jagger . Jagger quiere que la gente se lo pase bien, al músico de jazz le importa un bledo. Son dos formas de entender el arte y son respetables”. Santiago ya ha elegido.

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