miércoles, 9 de septiembre de 2015

EROTISMO EN LA EDAD MEDIA. (L´AMOUR COURTOIS)

Las costumbres amatorias de la Edad Media se presentaron  bajo un enfoque inédito en una exposición en París que buscaba derribar estereotipos de la sexualidad medieval. «L'amour courtois» («El amor cortés»), que se expuso en el 2014 en  la Torre Jean Sans Peur, consiste en un conjunto de ilustraciones de manuscritos medievales acompañadas de textos orientados a arrojar luz sobre la práctica del sexo en esa época.

En el mundo occidental la globalidad del concepto de erotismo está teñida de un trasfondo de tabúes. El desnudo femenino parece dominar el arte erótico en Occidente puesto que la mayor parte de la pintura ha sido ejecutada por hombres. Raramente el desnudo se pinta desapasionadamente, pues por su propia naturaleza enciende los sentidos. Sin embargo, el poder de su atractivo ha conducido a temérsele en la civilización judeo-cristiana, y la consiguiente censura de la sexualidad explícita en el arte se ha resuelto en obras cuyo erotismo está deliberadamente velado y cuyo poder erótico, de este modo, se ha incrementado fuertemente, así muchas veces bajo el pretexto de escenas bíblicas, principalmente la expulsión del paraíso, los artistas del medievo colocaron sus desnudos.


 Ghiotto y El Bosco detalles del infierno (fresco capilla Scrovernni) y del Jardín de las Delicias. 

LIBRO DE LAS HORAS DE ALEJANDRO FARNESIO Y DE CARLOS V





 La Iglesia consentía además ciertas prácticas sexuales ahora censuradas, como la prostitución femenina, porque, según refleja la muestra, se consideraba un oficio de salubridad pública y una importante actividad económica.
Prostitución  en la calle

Expulsión del Paraiso. 
En la Edad Media, entre los siglos V y XV, hubo "períodos más liberales de lo que se cree", en los que se cuestionaba el celibato eclesiástico y cerca de un 30% de los sacerdotes vivía en concubinato.

Aunque es cierto que la doctrina religiosa no siempre fue permisiva y marcó reglas como la prohibición del sexo durante dos tercios del año por respeto al calendario católico, fue a raíz de la expansión del protestantismo de Martín Lutero, en el siglo XVI, cuando "comenzó a imponer una doctrina más rígida para combatirlo

Mientras otras religiones han considerado el placer sexual como una parte importante del culto y han tratado las aventuras sexuales de los dioses y de las diosas como textos sagrados, el Cristianismo no es una religión sexual. Jesús se mostró comprensivo con el estado del matrimonio, pero la antipatía de San Pablo hacia la unión de los sexos, se convirtió en la influencia más poderosa. Y puesto que la Iglesia fue unos de los principales patrones de las artes en Occidente hasta el siglo XVIII, el proceso tuvo un profundo efecto sobre la pintura y llevo a una inconfundible tradición artística en la cual el contenido erótico de muchas obras fue presentado de una forma implícita o codificada.
Escenas del Decamerón de Bocaccio
El erotismo no es común en el arte del primer período cristiano y en la Edad Media. Las representaciones de escenas eróticas suelen encontrarse, no obstante, en contextos tanto religiosos como seculares. Eso ocurría con los objetos de valor propiedad de gente rica, tales como alhajas, muebles decorados y manuscritos.

Para finalizar la Madonna de J. Fouquet. Se supone que la Virgen de esta obra es Agnès Sorel, amante del noble donante, así  como del rey Carlos VII, aunque no fue la primera amante de un rey, sin embargo fue la primera a la que se le reconoció públicamente esa condición al otorgársele el título de maitresse en titre (querida oficial). Se decía que era la mujer más hermosa de Francia. Al contemplar la obra nos sorprende que tras varios siglos rezume modernidad  y erotismo. Una modernidad que en su tiempo era impropia. Esas formas idealizadas, seguro que causaron un gran revuelo.
Lo más extraordinario está en el pecho desnudo que muestra la Virgen, no por el hecho en sí, bastante habitual y que responde a un motivo conocido como el papel de María como intermediaria y nodriza de toda la humanidad. Lo que llama realmente la atención es la forma en que Fouquet muestra el pecho, rotundo y perfectamente modelado, escapando del corpiño desabrochado de una impresionante figura, con un erotismo tan evidente que no forma parte para nada del tema.



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