jueves, 27 de octubre de 2016

LAS CHICAS. EMMA CLINE

Madrugada del caluroso 9 de agosto de 1969. Cuatro miembros de La Familia Manson, Susan Atkins, alias ‘Sexie Sadie’, Patricia Krenwinkel, Leslie van Houten y Tex Watson, armados de cuchillos y un rifle, entran en una mansión de Bel Air, lujoso barrio de Beverly Hills en Los Angeles habitado por lo más granado de la meca del cine. La residencia pertenece al director cinematográfico Roman Polanski, ausente esa noche. La ocupan su esposa, la bella actriz calificada como el nuevo‘sex symbol’ de Hollywood, Sharon Tate, de 26 años, a sólo dos semanas de dar a luz, Jay Sebring, peluquero, la rica heredera Abigail Folger de 25 años y su amante en esas fechas, Voityck Frykowski, de 32, amigo y compatriota del director...

Diversos proyectos profundizan en la pandilla de mujeres que formaron parte de La Familia, el culto sangriento que rompió con el sueño de comunión hippie de Los Ángeles en el 69. Un libro, una película y una serie reviven la fascinación por las chicas de Charles Manson. 

Dos generaciones después de los asesinatos, está claro que las chicas que rodearon al psicópata son un filón en la cultura pop. Que se lo digan a la escritora Emma Cline, que en 2014, y con apenas 25 años, consiguió que Random House le ofreciese dos millones de dólares de adelanto por The Girls (Las chicas, aquí publicada por Anagrama) su primera novela, que acaba de publicarse. El texto también está ambientado en las mujeres que vivieron en el rancho de La Familia. Si bien Cline ha realizado algunos cambios en la trama (el rancho no está en Baja California sino en Bay Area y ninguno de los nombres originales aparece), sí que describe cómo fue vivir en una pseudo comuna hippie hedonista cuyas mujeres se ven explotadas sexualmente por su líder. Mujeres adictas a la anfetamina que se hacían cargo de la economía doméstica, de las comidas y que participaban con fe ciega en los actos que ideaba su líder. Su novela ha sido un auténtico éxito entre la crítica. Tanto se habló de su debut literario y de su contrato millonario en la prensa estadounidense que Scott Rudin (productor de películas como El show de Truman, El Gran Hotel Budapest o Mientras seamos jóvenes) compró los derechos cinematográficos incluso antes de poder leerla. El suyo es el hype literario que acaba en buen puerto.
A diferencia de la historia inspiradora, Russell no es el eje de la novela, sino un personaje secundario. El tema está en las chicas. Todo el relato inicial de la vida familiar de Evie y de su amiga Connie no tiene otro sentido que fijar los sentimientos de la chica antes de dejarse fascinar por Suzanne e incorporarse al grupo. Quien se convertirá en su  madre/hermana/amante/protectora, la conduce hasta la corte del delirante gurú Rusell Hadrick (Charles Manson) y a un nuevo modo de vida, a otra de las tantas variaciones posibles de la pesadilla del Sueño Americano.




Un éxito de crítica y  ante las continuas recomendaciones del boca a boca. Si fuera por Jennifer Egan, Richard Ford o Lena Dunham (acérrimos fans), usted debería parar todo lo que está haciendo para leer la novela inspirada (levemente) en la vida de las jóvenes que poblaron la comuna hippie desde la que operó Charles Manson antes de que ordenase cometer sus fatídicos crímenes.

Emma Cline no quiere saber nada del proyecto de Hollywood que trasladará a la gran pantalla su novela. “Sé que han comprado los derechos pero no estoy nada involucrada y no quiero implicarme. El libro lo acabé y ya no me pertenece, si alguien quiere hacer algo con él, hará algo nuevo”. “Ahí están todas esas chicas objeto, a los que solo conoces por fotografías estereotipadas, mi libro busca personajes más complicados y complejos”. Ahora defiende la “intimidad” del acto de escribir frente al exhibicionismo arquetípico del cine.

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