lunes, 3 de febrero de 2014

LA FÁBULA DE EL GRECO

De la serie "Esto me suena..."

La Fábula de El Greco es una obra de un significado difícil de descifrar, y ese sentido no descodificado para la mirada actual otorga a la obra un extraño misterio.

Aunque Cossío interpreta la obra como una escena de género picaresca: El hombre es fuego, la mujer estopa, viene el diablo y sopla, otros sostienen que se trata de una alegoría no descifrada. O se interpreta  como cita erudita de Plinio el Viejo que hace referencia en su Historia Natural a uno de los temas más queridos de los pintores de la antiguedad: un muchacho soplando una vela.

PATXI SANTIAGO


Conocemos tres versiones de la obra. La del Museo del  Prado (1600) es de factura más suelta y madura. Está recortada y la figura que sujeta la candela parece una mujer. La pincelada suelta y el uso de la mancha para conseguir dar forma a las figuras y, sobre todo, el portentoso contraluz que hace que la cara del joven soplón resplandezca al soplar la candela. Las concentradas miradas de los acompañantes, un pícaro de sonrisa socarrona y un atento mono, pueden ser interpretadas de diversa manera, pero lo que verdad impresiona es el uso de la luz y el color.  El Greco, quizás sin saberlo, emulaba al genial Caravagio, el introductor del tenebrismo en la pintura italiana del seiscientos. El tema del soplón fue tratado por este pintor en otra ocasión, pero sólo con el personaje central y su juego de contraluces.Algunos pintores italianos ya habían explorado antes las posibilidades lumínicas del color, como Jacopo Bassano

Las variaciones de mano del artista, se enriquecen con una variación más a través del movimiento de los personajes que emergen del fondo oscuro y van adaptando sus gestos y las luces de las velas hasta adecuarse al cuadro final, resultando muy interesante la capacidad de aislar a los dos personajes de la escena tratándolos con el mismo ejercicio de luz, sin que el muchacho que ocupa el centro pierda protagonismo


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