GRETA GARBO, LA DIVINA.

Greta Garbo fue una mujer a contracorriente que huía de las modas, las revistas y las fiestas de Hollywood. Quizá por eso, muy a su pesar, se convirtió en una actriz con estilo propio.

 No me interesa la ropa. Cuando salgo del trabajo no quiero pensar mas en eso. Prefiero vivir de forma sencilla y vestir igualmente. Esto que hoy suena normal, causó  un verdadero terremoto en el Hollywood de los años 30s.

Greta Garbo adoraba las prender confortables y prácticas y muy deportivas y tomaba prestado camisas de corte militar, pantalones de estilo masculino, impermeables o gorros con los que le gustaba pasar desapercibida. Un vestuario minimalista, elegante y poco femenino que contribuyó a acrecentar los rumores sobre su presunta bisexualidad. Fue la precursora, seguidas por Marleine Dietrich o Katherine Herburt, de pasar prendas del armario masculino al femenino y la primera en lucir traje de chaqueta y pantalón.

 Hollywood entendió, que pese a todo, representaba un nuevo tipo de belleza, capaz de interpretar a la mujer moderna. Los modelos y peinados que lucía en sus películas eran inmediatamente imitados en Estados Unidos y Europa.

 Entre todos los vestidos toma un protagonismo especial los exclusivos zapatos que Salvatore Ferragamo creó para la actriz. Zapatos de punta con una simple hebilla, sandalias de tacón bajo o bailarinas de terciopelo son algunos de los diseños exclusivos fruto de la colaboración que mantuvieron el estilista y la intérprete desde su primer encuentro en Hollywood en 1927 y su posterior reencuentro en 1949 en la tienda del diseñador en Florencia, de donde la actriz salió con más de 70 pares de zapatos.

La Divina con 36 años se cansó de Hollywood y se marcho a New York. Antes de su muerte en 1990 dijo Prometo continuar brillando también en el futuro.

Nunca quiso ser un icono de la moda, ni un mito del cine, sólo una mujer anónima que para su desgracia murió sola, escondiéndose de los fotógrafos y huyendo de sí misma. Quizá por eso, hoy se ha convertido en un mito considerado por algunos como 'el rostro más perfecto que haya jamás pasado por la gran pantalla'.