viernes, 7 de noviembre de 2014

COLITA, PREMIO Y RENUNCIA AL NACIONAL DE FOTOGRAFÍA

La fotógrafa tenía clara su decisión antes incluso de que se le notificara oficialmente el premio –se enteró por la llamada de los periodistas- y esta mañana ha enviado una carta al ministro José Ignacio Wert explicando las razones de su decisión. Tras agradecer al jurado del premio el que hayan pensado en ella para la distinción más importante que se concede en este país, Colita, haciendo gala de uno de los valores que le reconocía el jurado (el compromiso con su época) dice que se ha visto en la obligación de rechazarlo porque “ignoro donde reside este ministerio, e incluso si existe como tal. En cualquier caso, yo no lo conozco”. “La situación de la cultura y la educación en España, cómo expresarlo, es de pena, vergüenza y dolor de corazón .No es posible que exista dicho ministerio. Es una quimera. Habrá que esperar con ilusión, otros tiempos, otras gentes, otros gobiernos, que nos devuelvan a nosotros el orgullo y a ellos el honor”, confía, y concluye:Así pues, de momento, sr. Wert, no me apetece salir con vd. en la foto”. La fotógrafa añade una postdata para evitar lecturas erróneas: “Mi condición de ciudadana catalana y la situación actual, nada tiene que ver con mi renuncia. No hagan inventos. Yo creo y milito en la Cultura Universal”.

GABO Y TERENCI MOIX SUS DOS FOTOS MAS RECONOCIDAS

 En su fotografía siempre se encuentra humor, inteligencia e ironía”. Así define el jurado del Premio Nacional de Fotografía 2014 a Isabel Steva Hernández Colita, en el acta que concede el galardón a la fotógrafa catalana que pasará a la historia por no perderse ni una noche de Boccaccio en los sesenta. Recibeel premio, “por su destacada trayectoria de más de cinco décadas como fotógrafa en varios medios (fotoperiodismo, retrato, ensayo fotográfico)”.  Con su cámara, entre las lentejuelas y las burbujas de la Gauche Divine, se reconoce ahora su labor como “fotógrafa comprometida con su época, en particular en la defensa de los derechos de la mujer”.


OCAÑA Y EL MUNDO DEL PARALELO

Joan Manuel Serrat, Atonio Gades y Rafael Alberti, Maruja Torre y Montserrat Roig, Jaime Gil de Biezma, Ana María Moix y el editor Jorge Herralde con sus secretarias, Vargas llosa y sus hijos o Antonio Gade por las calles de Barcelona; son algunas de sus fotos más emblemáticas de la Gauche Divine

Este verano, le preguntaron por su foto favorita y ella reconocía que aunque es muy difícil elegir una foto con una trayectoria tan dilatada, hay algunas que “indiscutiblemente marcan”. Por recordar unas pocas: el retrato de Gabo con 100 años de soledad en la cabeza, Gabo enseñando ropa interior en un camerino, Jorge Herralde en su despacho con dos mujeres arrodilladas a sus pies y enseñando sus bragas, los mil y un retratos de Terenci Moix (el icónico es el del año setenta, pecho descubierto con pañuelo de leopardo), el trabajo de la Nova Cançó (María del Mar Bonet, Joan Manuel Serrat, Ovidi Montllor, Raimon), Antonio Gades) o con Carmen  Amaya y los grupos de gitanos 
CARMEN AMAYA Y EL RODAJE DE LOS TARANTOS LE ABRIÓ LOS OJOS PARA RETRATAR A LOS GITANOS DE BARCELONA

Las fotografías de Isabel Steva Hernández Colita (Barcelona, 1940) tienen la facultad de hacer reír, porque son la expresión de la vida desinhibida en una España carcelaria. “En sus fotos no se da otro rasgo de estilo que ligue su producción que el humor fresco y espontáneo que procede directamente de su particular genio y personalidad”, explica la historiadora Laura Terré, hija del fotógrafo Ricard Terré, sobre su trabajo en monográfico de PHotoBolsillo. Una virtuosa del humor, con capacidad especial para jugar con los retratados.




Recordaba en hace apenas un año en la gran exposición Colita Perquè sí! , que la fundación Catalunya La Pedrera realizó en el emblemático edificio de Gaudí que, comisariada por la experta Laura Terré, recogía por vez primera una cuidada y numerosa selección de su obra.

La alumna aventajada de Oriol Maspons, dice que la noche de Barcelona le dio la fama, pero a ella le gusta una foto que hizo en 1985, en la que aparece “un cerdo riendo, un cerdo feliz”. “Los cerdos me gustan, me dan risa. A éste lo retraté en una granja. Se me acercó y me sonrió. El cuidador me dijo que claro que reía, sólo comía y cubría a las gorrinas”, cuenta. Nunca le abandona la ironía, porque “es un arma, lo más cercano a la libertad que teníamos en aquellos años”. Su mayor esperanza es que su legado sea el testimonio de la época que le ha tocado vivir. “Que la foto que he hecho sea útil”.

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