domingo, 17 de mayo de 2015

LAS DOS CARAS DE UNA HISTORIA



La figura de los samuráis, fieros guerreros del antiguo imperio japonés, está envuelta en un auténtico halo de leyenda que los muestra como hombres a los que casi era imposible derrotar. Sin embargo, lo cierto es que estos luchadores no solo no eran invencibles, sino que fueron derrotados por la Armada española.

Este desconocido episodio de la historia, tal y como devela el autor del blog «Foro naval», ocurrió hacia 1580, cuando según narra el investigador Carlos Canales en su libro «Tierra Extraña», el gobernador español en las Islas Filipinas, don Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de la llegada de un fuerte contingente de piratas japoneses que estaban hostigando y saqueando a los indígenas filipinos en la provincia de Luzón, zona bajo la protección administrativa española.

Ante esta situación, Ronquillo envió hasta Luzón al capitán de la Armada Juan Pablo Carrión, al mando de una flotilla compuesta por siete embarcaciones y varias decenas de infantes de marina de los Tercios de Mar de la Armada española. El objetivo era expulsar a los fieros piratas japoneses, que resultaron ser temibles guerreros samuráis.
Tras ganar una primera batalla, frente a un barco nipón que navegaba por la zona, los japoneses enviaron una flota de diez navíos para vengarse de los españoles. Sin embargo, tras varios combates, tanto en tierra como marítimos, las fuerzas españolas consiguieron vencer y expulsar de Filipinas a los japoneses.
Estas batallas suponen la única evidencia histórica de un enfrentamiento armado entre europeos y samuráis. De este episodio, la historia tradicional japonesa cuenta que sus guerreros fueron derrotados por unos demonios, mitad peces mitad lagartos, llegados en unos grandes y extraños barcos negros. Estas criaturas salían como bárbaros de la mar y atacarles tanto en tierra como en mar era un asunto peligroso y casi suicida.
Desde entonces los samuráis llamaron a los infantes de marina españoles «wo-cou» (peces-lagarto), en reconocimiento a la audacia con la que habían luchado y vencido en los Combates de Cagayán.

 


Durante la ocupación de las islas por los españoles se dieron una serie continuada de ataques por parte de piratas japoneses, los llamados wakō.  Durante la década de 1580 le será encargada a la Armada Española de Filipinas al mando del capitán Juan Pablo de Carrión la tarea de hacer frente a esta amenaza. Carrión se hizo con la iniciativa y, gracias a la superioridad técnica de los barcos occidentales y a la buena disciplina española, los europeos lograrían vencer a los piratas en varias ocasiones.
Los españoles se enfrentaron con los llamados wakō, una amalgama de delincuentes y exiliados japoneses, que junto a chinos y coreanos se unían para robar todo lo que pudieran. Pobremente equipados y mal dirigidos no suponían ningún problema para cualquier fuerza organizada, a no ser de juntarse en gran número, como ha sucedido en varias ocasiones en la historia de la piratería.
Estos piratas no eran samuráis, como mucho alguno lo pudo haber sido en su momento, por lo que podría incluirse algún ronin entre las tripulaciones. Los ronins fueron samuráis que en su momento dejaron de serlo por varios motivos y, al no poder dedicarse a otra cosa, se iniciaron en la piratería.
Buscando relatos sobre estos encuentros se leen afirmaciones que enfrentan a apenas treinta o cuarenta españoles contra más de mil samuráis, afirmación plausible que puede remitirnos a un acto de extrema heroicidad. Aun así si se estudia un poco la historia militar podemos saber que existen muchos ejemplos donde una fuerza bien organizada y parapetada tras barricadas y trincheras, como fue en este caso, puede resistir fácilmente el asedio de una fuerza grande pero desorganizada. Además los piratas nunca han destacado por ser fuerzas que admitan muy bien las bajas, su meta es el botín, si la cosa se pone difícil huyen, buscan presas fáciles no la gloria del combate o la conquista.
Otra posible causa de este tipo de afirmaciones es el propio mito del samurái, como que no conocían el miedo o que su fidelidad era una máxima en su vida, no siempre era así, muchas de estas afirmaciones quedan desmentidas hoy en día tras estudiar muchas de sus batallas donde las huidas y sobre todo las traiciones y cambios de bando están a la orden del día. Además las derrotas en el mar de japoneses no son nada de extrañar, pues estos nunca dispusieron de una marina potente ni de soldados especializados.


   Pero aun así tampoco quiero desmerecer a los soldados españoles, de lo mejor de la época, con los famosos tercios en pleno auge en Europa. Pero como sucede siempre la historia es moldeada al gusto para destacar las virtudes de un bando o de otro. No siempre el primer testimonio es el acertado, ni nadie dispone de todas las respuestas.   

3 comentarios:

  1. Evidentemente no podían ser 1000 samurais, al igual que en las batallas de Japón tampoco eran 1.000 samurais, ni en las Europeas eran 1.000 caballeros pesados juntos, sino un grupo central de samurais o caballeros y una amalgama de muchos soldados de leva con sus lanzas y menos preparados.

    Así pues lo que debes ver es 40 soldados españoles profesionales, con mucha guerra a sus espaldas, algunos con medias armaduras y otros con picas y mosquetes contra un grupo de (probablemente) 100 samurais o alguno más y unos 800 soldados menos preparados.

    Aún así, hay que ver que siguen siendo muchos contra 40, lo que permite eliminarlos por sencillamente el peso del número... se pudo evitar a base de reducir el número de atacantes a la vez con barricadas y estrategia.

    Lo que no puedes decir es que los piratas estos se fueran rápido o se rindieran, dado que no estaban sólo pirateando un poco, sino preparando un reino o zona conquistada

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  2. Cierto es que las historias se adornan. Pero cierto es también que el acopio de datos da margen suficiente para dislumbrar la realidad.
    Y si partimos del hecho de que los propios japoneses crearon una historia sobre unos invencibles demonios para rememorar tal batalla perdida por samurais...dice ya mucho.
    Sumado al hecho de ser 40 contra más de 1000... España acumula batallas con números desproporcionados de desigualdad militar y condiciones en contra, y vencer pese a ello. Esta podría bien ser una más.
    No obstante me parece razonablemente bien expuesto el artículo.
    Saludos

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