lunes, 1 de octubre de 2018

XIMENA MAIER Y EL MUSEO DEL PRADO



Ximena Maier muestra su particular visión de las obras del Prado. Ilustra sus textos con más de 150 acuarelas y dibujos hechos en el momento, sin bocetos ni retoques, según le iban saliendo en su deambular diario por las salas del museo. Maier retrata “su verdad”, sin academicismos ni temor alguno a lo políticamente incorrecto. Tiene cuadros favoritos, pintores inmensos que le dan mucha pereza (y lo cuenta), una lista de guapos, encabezada por un bronce de Marte que tuvo la suerte de ver resurgir de sus cenizas en la sala de restauración…
El Prado es el subconsciente colectivo de España, todos reyes y monstruos y santos.

El entusiasmo es contagioso, y eso es lo que le pasa a Ximena Maier con el Prado: que le encanta. “Yo al Prado voy a disfrutar”, dice. Y de paso nos hace disfrutar a nosotros. A la mínima que puede, se planta en el Museo cuaderno en mano y se pasea por las salas dibujando, escribiendo las frases que oye a los visitantes… El resultado es una visión del museo divertida y fresca, una manera diferente de ver la que es considerada como l mejor pinacoteca del mundo.

Es imposible no respirar mejor delante de un Velázquez.


Las acuarelas de Ximena, con sus colores rotundos y transparentes, tienen gracia y mucha personalidad. Además, están hechas sin boceto ni retoques posteriores en casa; todo ahí, al momento. Hay que echarle valor para atreverse a dibujar sobre los cuadros del Prado y salir indemne.
Velázquez, el mejor. Mirar al pintor sevillano desde los ojos de la ilustradora lo catapulta directamente al siglo XXI. Si solo tenemos tiempo para un pintor, que sea él, “un Fred Astaire de la vida, pura gracia en movimiento”. Porque, como dice Ximena, es imposible no respirar mejor delante de un Velázquez. Con esta última frase habría que hacer camisetas. 

Sabemos que Velázquez y Goya copan su podium personal junto a los pintores de la escuela veneciana; que prefiere a Ribera antes que a Murillo y que no le gusta el Greco al igual que el helado de fresa: «no digo esto porque no me tome en serio la pintura, lo digo porque me tomo muy en serio los helados».

“Dibujar es su manera natural de ver”, ha dicho García-Máiquez (Jaime) en el epílogo del libro. Sus dibujos de los cuadros tienen mucho de homenajes y de ventanas a las propias obras. Se sale de este libro deseando entrar en el Prado.

El protagonismo del que gozan los trabajadores del museo, en una suerte de socialdemocracia estética. Por no hablar de la admiración a la técnica y a la ciencia de la restauración. Es un libro que, como quien no quiere la cosa, hace en cinco minutos un retrato de nuestro tiempo.


Lo esencial, con todo, es el amor de Ximena Maier por el museo y por la pintura. En el libro monta varias colecciones temáticas de distintos detalles sacados de unos cuadros y otros. Demuestra un conocimiento en diagonal de la pintura, que nos enseña a mirar al sesgo y a valorar al milímetro los lienzos. Así encontramos una colección de las cabezas cortadas que hay en el museo, de los sombreros (¿para compensar?), de los perros, de los pájaros, de las manos, de los guapos, de cuadros que podrías colgar en tu casa…. Es algo que reconforta

Cuadernos del Prado: dibujos, notas y apuntes de una ilustradora en el museo – Ximena Maier | Nido de Ratones, 160 pgs., €19,95.




















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