Isabel Muñoz ha sido galardonada esta semana con el Premio Nacional de Fotografía 2016, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y está dotado con 30.000 euros.
El jurado ha destacado “su trayectoria profesional, en la que combina el compromiso social con la búsqueda de la belleza, ahondando en temas como el cuerpo, el rito o la diversidad cultural. Con la singularidad de su utilización de una técnica tradicional aplicada a un lenguaje contemporáneo, conocedora de su oficio, sus obras son reflejo de una mirada en permanente búsqueda”.
Ha ganado varios World Press Photo en diferentes categorías, en 2009 recibe el Premio PHotoEspaña, año en el que también le entregaron la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, a los que se une el merecido Nacional de Fotografía, felicidades.
Su trabajo se caracteriza por la atención al movimiento y a las texturas del cuerpo humano, a través del estudio de la danza y la denuncia social. Sus fotografías presentan siempre una cuidada técnica y calidad gracias a los grandes formatos obtenidos de contactos de gran tamaño, que trabaja de forma artesanal, con la técnica de la platinotipia. Este proceso le permite obtener matices tonales particulares que impregnan sus fotografías de un estilo característico y una gran sensualidad. "Mi interés ha sido el ser humano. Aunque en las personas haya zonas oscuras, siempre hay una parte de luz, el ser humano no puede vivir sin esperanza".
Isabel Muñoz suele trabajar por temas abordando cuestiones como el flamenco, el tango y la danza, la tauromaquia, estudios étnicos, las maras e incluso los grandes simios han pasado por su objetivo.
A mí me gusta hablar de la belleza de los sentimientos, de la sensualidad, de la generosidad. El día que yo no me emocione, yo no podré contar, pues lo que hacemos tanto tú como yo es contar, porque nos gusta contar y compartir. Todo pasa por esa actitud. A mí me habría encantado poderme expresar, por ejemplo, con la riqueza que te da la palabra, pero he encontrado en la fotografía ese medio con el que puedo contar una multitud de cosas. Durante los últimos años, su primordial motivación ha sido indagar sobre la magia de los cuerpos, el movimiento y la danza, un arte que le apasiona particularmente. Isabel tiene en sus genes y su memoria a una bailarina que habita en su cuerpo. Así, —confiesa— es capaz de reconocer a otra bailarina con tan sólo mirarla.
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