lunes, 23 de marzo de 2020

CORONAVIRUS EN LA HORA EXTRA (Cadena SER)



El otro día escuchando “la Hora Extra” (Cadena Ser), el programa que conduce  Marta García lo titulo “¿cómo estáis? Hablamos”, terminaba con un pensamiento  sobre el dichoso COVID-19


Emma Valleespinos hoy reconoce que siente nostalgia de sí misma, de la que era  hace unos días…




Lo voy a contar,  siento  unos celos intensos hacia mí misma, de la que era hasta hace algo más de una semana. Me asaltan afiladas punzada en el estómago a las ocho y media de la mañana al evocar el modo exacto en el que me ponía el abrigo y salía de casa con prisa. Me corroe la rabia viéndome  salir por la puerta,  tocándolo todo con la insolencia de entonces… el botón del ascensor, la puerta del portal,  la del metro, dándole la mano mis hijos sin sentir el cosquilleo de un millón de bacterias organizando fiestas enfermizas entre  las falanges de los dedos.  Me llevan los demonios al fantasear con el café con leche del bar de al lado del colegio. Cuando me veo descerebrada hurgando entre las monedas de mi cartera, cogiendo otro metro ,llegando al trabajo, tocando teclados, puertas, dando dos besos, acercándose tanto a todos, para después rascarme  la cara sin sentir el peso de la culpa.
Abre los ojos. Alejandro Amenabar 
Fotos de Madrid Ignacio Pereira 

Nos estamos acostumbrando, qué remedio, a esta vida distópica que transcurre entre un lavado de manos y otro, a que lo mejor del día sea ir a comprar el pan con guantes de látex, a mirarnos con recelo al cruzarnos con alguien, a medio infartar al distinguir a través de las paredes una inquietante tos seca en el vecino con el que coincidimos en el portal hace un rato. Condenados a la hipocondría,  a la angustia, a conjugar la vida en modo subjuntivo.

Pero el otro día tumbada en el sofá, rebozada en mantas, viendo capítulos viejos de Friends y engullendo chocolate, me vi poco atormentada como para estar viviendo el fin del mundo. La hecatombe se parecía poco a mi nevera llena, la calefacción encendida, la señal de wifi a tope, y el gatuno placer de no estar haciendo nada útil. Habrá que arrancarnos el miedo, la congoja,  también la nostalgia permanente de  seguir un día y  otro y los que estén por venir, decirle a la vida con el tono hipnótico que usamos para ciertas cosas que se prepare para el día que volvamos a la calle.








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