martes, 31 de julio de 2018

MARLON



Adrián Molona,  novio de Ana Fernández, ya contó en su día cómo surgió el grupo: "Todo nace con un sueño: hacer canciones. Tenía melodías, letras, cuatro acordes y muchas ganas, solo faltaba lo más importante, alguien que confiase en mí y me ayudase a producir, a componer y a darle vida a nuestros temas... ¡¡y ahí aparece mi hermano Juanito!! (productor) Vecino, amigo y compartiendo colegio él (tiene doce años más que yo), quién me iba a decir a mí que también compartiríamos este sueño llamado Marlon. Aquí empieza nuestra historia… a la que con el tiempo se han unido Maradona (guitarra y coros), el otro Juanin (guitarra y coros) y Guille (batería)... para seguir soñando juntos y llevar este proyecto lo más lejos posible". Marlon, que ya triunfó en 2016 con el tema Todo va a ir bien.



La banda asturiana Marlon lanza su primer disco: Cosas que no se pagan con dinero. Desde may0 2018, , se encuentra disponible en las plataformas digitales iTunes y Spotify y en formato físico. La banda deseó a sus fans, a través de sus redes sociales: “¡Que lo disfrutéis de corazón, que os haga cosquillas, que os saque a bailar y os haga gritar en vuestro coche!”

Asimismo, el grupo también ha publicado el primer  videoclip de Marzo en Febrero. Un sencillo que cuenta con la colaboración de la polifacética actriz Ana Fernández, novia del vocalista. En el single, ambos cantan al amor y al desamor y refleja la complicidad existente entre la pareja. El hit posee casi 300 mil visualizaciones en YouTube y se situó en el número 30 de tendencias en España el día de su estreno.



El álbum está lleno de canciones llenas de ritmo que no podrán faltar este verano y de sorpresas, como la balada Contigo, que la banda interpreta junto a Leire Martínez, vocalista de La Oreja de Van Gogh.

Con lo bueno y malo que supone tener relaciones con chicas conocidas, MARLON  esconde un grupo de amigos en su más sentido término. Amigos y músicos que han decidido pasárselo bien con todas las letras en la música, y lo consiguen. Se nota en sus conciertos pero ante todo en las distancias cortas.

 Adrián y Juan, demuestran  el amor por la música, por el rock y el pop y, ante todo, por pasárselo bien. Y eso es lo que hacen en “Cosas que no se pagan con dinero” esas cosas que son divertidas, chicas, rock and roll y la fiesta. En una reciente entrevistas sobre sus influencias nos dicen; " Siempre es delicado hablar de estilos e influencias, pero la verdad que nosotros hacemos lo que nos sale y más nos gusta y la verdad que los tiros van en la onda de Los Rodriguez, Tequila, Los Ronaldos, Pereza… Rock en Castellano que hay mucho y muy bueno!!!"


Todo eso es lo que engloba la música de estos jóvenes, conocidos también por el papel cuché pero que lejos de eso, se centran en canciones de desenfreno, mujeres, juerga y actitud. Para bien o para mal, para críticas o elogios, la vida de uno debe quedar en paralelo a la banda y centrarse en su buen talante musical.

Es este un debut fresco, que bebe del rock con guiños a Pereza véase la canción título, canalla y malvadamente pegadiza. Se dejan querer en lo melódico de “Idiota” o el rock añejo de “Princesas de barrio” siempre con pegadizos estribillos y la voz de Adrián, tan particular, “chulesca” y característica. 

 Y así, complicado de vender a los que busquen del rock más cuadrado y fácil, canalla por momentos y pegadizo para los que se deshacen de las etiquetas y lo que no es música para centrarse en canciones con tino rockero y popero a partes iguales para mostrar lo que quieren, pasárselo bien.

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ESTA ENTRADA NO LA TENDRÍA QUE HABER HECHO YO...

sábado, 28 de julio de 2018

GRUPO AFAL EN EL REINA SOFIA





En diciembre de 1963 se publicaba el último número de la revista «Afal». «Las revoluciones tienen que morir jóvenes –decía Carlos Pérez Siquier, uno de sus fundadores– y no hay que procurar alargarles la vida porque languidecen». Pero Afal nunca murió. Fue el sueño de dos jóvenes veinteañeros (José María Artero, de 29, y Carlos Pérez Siquier, de 26), locos y valientes, que en la aislada Almería de los 50, en plena dictadura, obraron un milagro: crear una moderna e innovadora revista de fotografía y cine bimestral que tomó el nombre de la Agrupación Fotográfica Almeriense (AFAL). Apenas sobrevivió siete años (de 1956 a 1963). Tiempo suficiente para llevar a cabo una revolución de la fotografía española de posguerra. Fue un imán que atrajo a fotógrafos de toda España: Alberto Schommer (Vitoria), Gabriel Cualladó (Valencia), Gonzalo Juanes (Gijón), Julio Ubiña (Santander), Joan Colom, Leopoldo Pomés, Oriol Maspons, Ramón Masats, Ricard Terré, Xavier Miserachs (todos ellos de Barcelona)... La mayoría ya han muerto.


 Este grupo de fotógrafos es considerado como la “generación del 98 de la fotografía española”, fue la Edad de Oro de la fotografía española. Afal fue para ésta lo que Dau al Set y El Paso a las artes plásticas en nuestro país. Una ventana al exterior en plena dictadura franquista una época dorada que, por fin, se ha hecho un hueco permanente en la oficialidad museística con una sala fija en el Museo Reina Sofía de Madrid. Dos centenares de fotos de estos fotógrafos se pueden ver entre el 13 de junio y el 19 de noviembre en Una aproximación a Afal: Donación Autric-Tamayo. La muestra nace de los fondos donados al museo por la familia de coleccionistas Autric-Tamayo. Una donación de 650 fotografías de 13 destacados autores españoles pertenecientes al Grupo Afal.

 La Agrupación Fotográfica Almeriense era un colectivo de fotógrafos que surgió en 1950 con la ambición de rejuvenecer el lenguaje fotográfico de una España sometida a una dictadura que controlaba hasta la mirada de la fotografía. Nacido de la mano de José María Artero García y Carlos Pérez Siquier  y el colectivo editó una revista que se convirtió en su medio de expresión y que les condujo a llevar su obra fuera de las fronteras españolas.

 “No existe un manifiesto de este grupo, no tenemos una estética que los ligara ni unos propósitos que los vinculara, lo que tienen en común es un espíritu frente a la realidad. Es su posicionamiento frente a lo que se estaba haciendo en aquel momento y su respuesta de libertad, de objetivos libros, que decía un artículo de la revista Afal”, explica Laura Torrá comisaria de la muestra.
Su trabajo era el manifiesto de este grupo que cuenta con nombres clave de la fotografía en España y de los que trece se pueden ver en la muestra: Joan Colom (Barcelona 1922 – 2017) Gabriel Cualladó (Massanassa, Valencia 1925 – Madrid 2003), Francisco Gómez (Pamplona 1918 – Madrid 1998), Gonzalo Juanes (Gijón 1923 – 2011), Ramón Masats (Caldes de Montbui 1931), Oriol Maspons (Barcelona 1928 – 2013), Xavier Miserachs (Barcelona 1937 – 1998), Francisco Ontañón (Barcelona 1930 – Madrid 2008), Carlos Pérez Siquier (Almería 1930), Leopoldo Pomés (Barcelona 1931), Alberto Schommer (Vitoria 1928 – Madrid 2015), Ricard Terré (Sant Boi de Llobregat, Barcelona 1928 – Vigo 2009) y Julio Ubiña (Santander 1922 – Barcelona 1988).



 Desde 2012 el Museo Reina Sofía ha incorporado a la fotografía en su colección para completar la creación contemporánea en España y esta colección que entra en el museo rotará sus obras pero tendrá una sala permanente para que este capítulo de la fotografía española esté siempre presente en su discurso narrativo.


 En 2006 una exposición en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) de Sevilla resucitaba al grupo. Tres años después se estrenaba el documental «Afal. Una mirada libre», de Alberto Gómez Uriol. En 2012 el Reina Sofía remodelaba su colección: la fotografía se integró plenamente en el discurso, al mismo nivel que el resto de las disciplinas artísticas. En 2015 Carlos Pérez Siquier donó a la pinacoteca el Archivo Afal. Pero aún quedaba un último capítulo en esta historia. Dos protagonistas entran en escena: la pareja de coleccionistas madrileños formada por Adolfo Autric y Rosario Tamayo. Llevan dos décadas coleccionando, pero Autric y Tamayo no se limitaron a donar las 150 instantáneas que tenían de Afal. Hace dos años se inició un proyecto de adquisición, coordinado por Laura Terré, hija de Ricard Terré –uno de los fotógrafos del grupo– y principal historiadora de fotografía de la época. Desde entonces se han adquirido 500 imágenes más, por lo que la donación al museo se compone de 650 fotografías, valoradas entre 1,5 y 2 millones de euros. El Reina Sofía se convierte así en el centro de referencia para el estudio e investigación de Afal.



 “Afal es un movimiento que tenía que estar muy bien representado en la colección. Afal supone un antes y un después tiene un elemento revolucionario en el panorama español que rompe con posiciones pictorialista y ocupa en el panorama artístico la misma posición de Dau al Set en Cataluña y el Grupo El Paso en Madrid”, ha destacado el director del Museo Reina Sofía Manuel Borja-Villel. “Como los creadores de estos movimientos, los fotógrafos de Afal, comparten una visión humanista y una voluntad de modernizar el país de abrir España a otras tendencias y a otros países”.























viernes, 20 de julio de 2018

"MI PECADO" CONCHITA MONTES


Es en la  época dorada de Hollywood, justo el momento en el que está ambientada la  última novela de Javier Moro, Mi pecado, que recrea la vida de Conchita Montenegro (San Sebastián, 1911 - Madrid, 2007), la actriz española que conquistó la meca del cine, pero que quiso caer en el olvido. "Tenemos que recuperar la historia, recordar los mitos, porque muestran unos valores que todos compartimos y eso refuerza el vínculo social", explica Moro y recuerda que la actriz desempeñó un papel fundamental en el estatus de España durante la Segunda Guerra Mundial.
Le daban papeles en inglés, sedujo a ídolos como Buster Keaton, y la estrella del momento, Greta Garbo, la animó a ser fría. Fue una mujer distinta, pionera, apasionada y apasionante. Una adelantada a su tiempo. Era, en fin, una novela.

Cuando hace 12 años el autor se topó con la historia de María de la Concepción Andrés Picado, como realmente se llamaba, quedó prendado de aquella truculenta vida que parecía sacada de la ficción. Su amigo José Rey-Ximena había estado entrevistando a la intérprete para escribir El vuelo de Ibis*, novela que trata sobre la repentina muerte de Leslie Howard, el eterno Ashley Wilkes de Lo que el viento se llevó y el amante de Conchita durante muchos años. "Mientras tu no estabas" también trata sobre el romance de Conchita y Leslie. 

Nacida Concepción Andrés Picado en San Sebastián, allá por 1911, pronto se trasladó a Madrid con su familia. Desde su infancia, y en un ambiente favorable, Conchita siempre demostró dotes para la interpretación de la mano de un desparpajo innato y una belleza demoledora. Siendo aún menor de edad, emigró a Paris en los años veinte. Rodeada del ambiente bohemio y hedonista parisino, estudió francés e interpretación y, a los 16 años, debutó protagonizando una película llamada "La mujer y el Pelele". En ella, interpreta a una mujer fatal y, para escándalo y éxito de la producción, hay una escena deliciosamente sensual en la que baila flamenco desnuda entre los pliegues de unas cortinas y los reflejos de una botella de vino. Tal fue el impacto de la cinta, que logró que su nombre sonara entre diversos productores del Hollywood de la época. Tuvo varias ofertas y, ni corta ni perezosa, se embarcó dispuesta a conquistar, junto a otro grupo de pioneros españoles, la novedosa industria cinematográfica americana. En uno de sus primeros castings en Los Angeles, su partenaire fue nada menos que Clark Gable. En su escena, debía vestir un minúsculo traje de hawaiana, para acabar en brazos de su compañero y fundirse en un apasionado beso. Pero algo iba mal y no le convencía, así que, llegado el momento, en pleno rodaje rechazó tajantemente los labios del galán. El revuelo en plató fue considerable. Aquello era algo inaudito. "Esta chiquilla dará mucho juego" dijo Lionel Barrymore. Era 1930 y esa chiquilla tenía apenas 19 años.
La actriz empezó a trabajar enseguida pese a que su escaso dominio de la lengua local. Para solventar esta cuestión, tuvo la suerte de contar con unos profesores de excepción.  Siempre se suele decir que donde mejor se aprenden idiomas es en la cama, y Conchita tuvo la suerte de compartir clases particulares con mitos como Buster Keaton, Charles Chaplin, Edgar Neville y Charles Boyer. Casi nada.

Pero si hubo alguien con el que el idilio fue realmente apasionado, ese fue Leslie Howard. Del futuro protagonista de "Lo que el viento se llevó" se decía que compaginaba la interpretación con el servicio de espionaje para el Imperio Británico. Cuando se conocieron, ella tenía 19 años, él 38 y estaba casado. Era un amor prohibido a todas luces pero la química entre los dos era incontrolable y marcó a la actriz profundamente.

Tras doce años en el extranjero, llenos de vaivenes laborales y sentimentales; en medio de la Segunda Guerra Mundial y en plena posguerra española, su vuelta a casa marca un punto de inflexión en su vida profesional y personal. Es recibida como la estrella que era y se convierte en la actriz número uno del país. Afronta el rodaje de películas marcadas por la realidad político social del momento como "Boda en el Infierno" o "Rojo y negro", una obra falangista que fue censurada por el mismo régimen franquista.

A pesar de venir de un ambiente cosmopolita totalmente dispar al que se podía vivir en la España de la época, Conchita, gracias a su estrellato y carisma, empieza a relacionarse con la élite social del momento pese al marcado carácter conservador de la misma. En este ambiente de la postguerra su noviazgo con Ricardo Giménez Arnau, Jefe de la Falange Exterior, uno de los hombres fuertes del régimen en aquellos días y perteneciente al círculo más íntimo de Franco, fue un bombazo. Y es aquí, cuando la vida de Conchita Montenegro -si ya era toda una aventura hasta entonces- se podría convertir en el argumento de una producción de Hollywood en la actualidad.




Corría el año 1943 y su antiguo amante, Leslie Howard, encumbrado internacionalmente desde 1939 por su papel como Ashley Wilkes en "Lo que el viento se llevó", estaba visitando Madrid. Oficialmente, impartía unos cursos sobre William Shakespeare, pero lo que realmente vino a traer a España no fue un trozo de cultura anglosajona sino un mensaje de Churchill a Francisco Franco. Así, con la excusa de ofrecer una co-producción hispano-inglesa sobre Colón y el descubrimiento de América, Leslie Howard pretendía entrevistarse con el Caudillo. La persona que logró que esa entrevista fuese posible fue Conchita Montenegro gracias a ser habitual en la reuniones sociales del más alto nivel debido a su popularidad y a ser pareja de uno de los falangistas más autorizados de la época. Su antiguo amante conocía bien su influencia y le pidió mediar para poder entrevistarse personalmente con el Generalísimo, cosa a la que ésta accedió.

La entrevista se produjo y sobre lo que allí se trató se ha especulado mucho. ¿De qué hablaron Howard y Franco? ¿De ese proyecto en el que la Montenegro sería Isabel La Católica, él mismo Cristóbal Colón y Franco escribiría el guion? ¿O tal vez le llevara al Jefe del Estado español una oferta de su homónimo inglés, para no prestar apoyo ninguno al Eje durante la segunda guerra mundial, a cambio de un trato favorable una vez finalizado el conflicto? Sabiendo que Leslie Howard era un notorio oponente al nazismo y que públicamente se había pronunciado al respecto en varias ocasiones, su involucración estaba fuera de toda duda. Gracias a su fama mundial, sus contactos e imagen, era un activo del servicio de inteligencia británico por todo el mundo.

Sea como fuere, tan solo podemos contar a ciencia cierta lo que sucedió poco después de realizarse dicha entrevista. Tras su encuentro, el británico se trasladó  a Portugal y, desde Lisboa, el 1 de junio de 1943, se subió a un Ibis, un avión que debía llevarle hasta Bristol. A las pocas horas de vuelo, sobrevolando Galicia a la altura de Cedeira, un escuadrón de junkers alemanes atacaron y abatieron la nave. No hubo supervivientes. El eje conocía que el agente del servicio de inteligencia británico estaba a bordo y actuó sin medias tintas. Pese a la tragedia, el mensaje ya estaba enviado y, casualmente o no, a las pocas semanas del derribo, Franco decidió retirar las tropas de la División Azul del frente soviético y declaró a España Neutral en la Segunda Guerra Mundial.

El encuentro entre Franco  y la estrella mundial -así como del final de ésta-, poco se ha hablado. De hecho, no ha sido hasta 2009 cuando en el lugar del suceso, se ha erigido un pequeño monumento que recuerda al actor y resto de pasaje con una placa conmemorativa y la reproducción de las hélices del avión derribado. Del papel de Conchita en toda a esta trama de movimientos políticos que pudieron llevar a tomar una decisión tan trascendental para España se ha hablado mucho menos aún.


Tanto por su belleza elegante y firme, como por su renuncia al estrellato, se la ha denominado en muchas ocasiones "la Greta Garbo española". Tras su retiro, concedió poquísimas entrevistas y apenas se dejaba ver en público. Los homenajes que, con el paso de los años, han pretendido recuperar su memoria nunca fueron de su agrado e incluso llegó a rechazar la "Medalla al Mérito Artístico" que le quiso conceder el Ministerio de Cultura en 1990. En alguna de sus escasas declaraciones en sus últimos años de vida, dejó entrever que su paso por el cine "no fue más que un pecado de juventud" y que si alguien quería verla, lo mejor sería retomar cualquiera de las 37 películas que rodó. Concepción Andrés Picado murió en Madrid, el 22 de abril de 2007 a los 95 años de edad, sin dejar descendencia  se fue tan discretamente como había vivido.

9 de febrero ES POR TU BIEN

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