Es en la época dorada de
Hollywood, justo el momento en el que está ambientada la última novela de Javier Moro, Mi pecado,
que recrea la vida de Conchita
Montenegro (San Sebastián, 1911 - Madrid, 2007), la actriz española que
conquistó la meca del cine, pero que quiso caer en el olvido. "Tenemos que
recuperar la historia, recordar los mitos, porque muestran unos valores que
todos compartimos y eso refuerza el vínculo social", explica Moro y
recuerda que la actriz desempeñó un papel fundamental en el estatus de España
durante la Segunda Guerra Mundial.
Le daban papeles en inglés, sedujo a ídolos como Buster Keaton, y
la estrella del momento, Greta Garbo, la animó a ser fría. Fue una mujer
distinta, pionera, apasionada y apasionante. Una adelantada a su tiempo. Era,
en fin, una novela.
Cuando hace 12 años el autor se topó con la historia de María de la
Concepción Andrés Picado, como realmente se llamaba, quedó prendado de aquella
truculenta vida que parecía sacada de la ficción. Su amigo José Rey-Ximena
había estado entrevistando a la intérprete para escribir El vuelo de Ibis*,
novela que trata sobre la repentina muerte de Leslie Howard, el eterno Ashley
Wilkes de Lo que el viento se llevó y el amante de Conchita durante muchos
años. "Mientras tu no estabas" también trata sobre el romance de Conchita y Leslie.
Nacida Concepción Andrés Picado en San Sebastián, allá por 1911,
pronto se trasladó a Madrid con su familia. Desde su infancia, y en un ambiente
favorable, Conchita siempre demostró dotes para la interpretación de la mano de
un desparpajo innato y una belleza demoledora. Siendo aún menor de edad, emigró
a Paris en los años veinte. Rodeada del ambiente bohemio y hedonista parisino,
estudió francés e interpretación y, a los 16 años, debutó protagonizando una
película llamada "La mujer y el Pelele". En ella, interpreta a una
mujer fatal y, para escándalo y éxito de la producción, hay una escena
deliciosamente sensual en la que baila flamenco desnuda entre los pliegues de
unas cortinas y los reflejos de una botella de vino. Tal fue el impacto de la
cinta, que logró que su nombre sonara entre diversos productores del Hollywood
de la época. Tuvo varias ofertas y, ni corta ni perezosa, se embarcó dispuesta
a conquistar, junto a otro grupo de pioneros españoles, la novedosa industria
cinematográfica americana. En uno de sus primeros castings en Los Angeles, su
partenaire fue nada menos que Clark Gable. En su escena, debía vestir un
minúsculo traje de hawaiana, para acabar en brazos de su compañero y fundirse
en un apasionado beso. Pero algo iba mal y no le convencía, así que, llegado el
momento, en pleno rodaje rechazó tajantemente los labios del galán. El revuelo
en plató fue considerable. Aquello era algo inaudito. "Esta chiquilla dará
mucho juego" dijo Lionel Barrymore. Era 1930 y esa chiquilla tenía apenas
19 años.
La actriz empezó a trabajar enseguida pese a que su escaso dominio
de la lengua local. Para solventar esta cuestión, tuvo la suerte de contar con
unos profesores de excepción. Siempre se
suele decir que donde mejor se aprenden idiomas es en la cama, y Conchita tuvo
la suerte de compartir clases particulares con mitos como Buster Keaton,
Charles Chaplin, Edgar Neville y Charles Boyer. Casi nada.
Pero si hubo alguien con el que el idilio fue realmente apasionado,
ese fue Leslie Howard. Del futuro protagonista de "Lo que el viento se
llevó" se decía que compaginaba la interpretación con el servicio de
espionaje para el Imperio Británico. Cuando se conocieron, ella tenía 19 años,
él 38 y estaba casado. Era un amor prohibido a todas luces pero la química
entre los dos era incontrolable y marcó a la actriz profundamente.
Tras doce años en el extranjero, llenos de vaivenes laborales y
sentimentales; en medio de la Segunda Guerra Mundial y en plena posguerra
española, su vuelta a casa marca un punto de inflexión en su vida profesional y
personal. Es recibida como la estrella que era y se convierte en la actriz
número uno del país. Afronta el rodaje de películas marcadas por la realidad
político social del momento como "Boda en el Infierno" o "Rojo y
negro", una obra falangista que fue censurada por el mismo régimen
franquista.
A pesar de venir de un ambiente cosmopolita totalmente dispar al
que se podía vivir en la España de la época, Conchita, gracias a su estrellato
y carisma, empieza a relacionarse con la élite social del momento pese al
marcado carácter conservador de la misma. En este ambiente de la postguerra su
noviazgo con Ricardo Giménez Arnau, Jefe de la Falange Exterior, uno de los
hombres fuertes del régimen en aquellos días y perteneciente al círculo más íntimo
de Franco, fue un bombazo. Y es aquí, cuando la vida de Conchita Montenegro -si
ya era toda una aventura hasta entonces- se podría convertir en el argumento de
una producción de Hollywood en la actualidad.
Corría el año 1943 y su antiguo amante, Leslie Howard, encumbrado
internacionalmente desde 1939 por su papel como Ashley Wilkes en "Lo que
el viento se llevó", estaba visitando Madrid. Oficialmente, impartía unos
cursos sobre William Shakespeare, pero lo que realmente vino a traer a España
no fue un trozo de cultura anglosajona sino un mensaje de Churchill a Francisco
Franco. Así, con la excusa de ofrecer una co-producción hispano-inglesa sobre
Colón y el descubrimiento de América, Leslie Howard pretendía entrevistarse con
el Caudillo. La persona que logró que esa entrevista fuese posible fue Conchita
Montenegro gracias a ser habitual en la reuniones sociales del más alto nivel
debido a su popularidad y a ser pareja de uno de los falangistas más
autorizados de la época. Su antiguo amante conocía bien su influencia y le
pidió mediar para poder entrevistarse personalmente con el Generalísimo, cosa a
la que ésta accedió.
La entrevista se produjo y sobre lo que allí se trató se ha
especulado mucho. ¿De qué hablaron Howard y Franco? ¿De ese proyecto en el que
la Montenegro sería Isabel La Católica, él mismo Cristóbal Colón y Franco
escribiría el guion? ¿O tal vez le llevara al Jefe del Estado español una
oferta de su homónimo inglés, para no prestar apoyo ninguno al Eje durante la
segunda guerra mundial, a cambio de un trato favorable una vez finalizado el
conflicto? Sabiendo que Leslie Howard era un notorio oponente al nazismo y que
públicamente se había pronunciado al respecto en varias ocasiones, su
involucración estaba fuera de toda duda. Gracias a su fama mundial, sus
contactos e imagen, era un activo del servicio de inteligencia británico por
todo el mundo.
Sea como fuere, tan solo podemos contar a ciencia cierta lo que
sucedió poco después de realizarse dicha entrevista. Tras su encuentro, el
británico se trasladó a Portugal y,
desde Lisboa, el 1 de junio de 1943, se subió a un Ibis, un avión que debía
llevarle hasta Bristol. A las pocas horas de vuelo, sobrevolando Galicia a la
altura de Cedeira, un escuadrón de junkers alemanes atacaron y abatieron la
nave. No hubo supervivientes. El eje conocía que el agente del servicio de
inteligencia británico estaba a bordo y actuó sin medias tintas. Pese a la
tragedia, el mensaje ya estaba enviado y, casualmente o no, a las pocas semanas
del derribo, Franco decidió retirar las tropas de la División Azul del frente
soviético y declaró a España Neutral en la Segunda Guerra Mundial.
El encuentro entre Franco y
la estrella mundial -así como del final de ésta-, poco se ha hablado. De hecho,
no ha sido hasta 2009 cuando en el lugar del suceso, se ha erigido un pequeño
monumento que recuerda al actor y resto de pasaje con una placa conmemorativa y
la reproducción de las hélices del avión derribado. Del papel de Conchita en
toda a esta trama de movimientos políticos que pudieron llevar a tomar una
decisión tan trascendental para España se ha hablado mucho menos aún.
Tanto por su belleza elegante y firme, como por su renuncia al
estrellato, se la ha denominado en muchas ocasiones "la Greta Garbo
española". Tras su retiro, concedió poquísimas entrevistas y apenas se
dejaba ver en público. Los homenajes que, con el paso de los años, han
pretendido recuperar su memoria nunca fueron de su agrado e incluso llegó a
rechazar la "Medalla al Mérito Artístico" que le quiso conceder el
Ministerio de Cultura en 1990. En alguna de sus escasas declaraciones en sus
últimos años de vida, dejó entrever que su paso por el cine "no fue más
que un pecado de juventud" y que si alguien quería verla, lo mejor sería
retomar cualquiera de las 37 películas que rodó. Concepción Andrés Picado murió
en Madrid, el 22 de abril de 2007 a los 95 años de edad, sin dejar descendencia
se fue tan discretamente como había vivido.
Hola, encuentro en el artículo ligeras confusiones entre Conchita Montenegro y Conchita Montes. Sólo aclarar que son dos actrices diferentes; la segunda muy relacionada con Edgar Neville. Gracias.
ResponderEliminar