Alexei Sovertkov, el ruso renacentista.
Si el renacimiento supuso una ruptura con la unidad estilística del
momento, Alexei Sovertkov (Rusia) le da una vuelta de turca e inspirándose en
las pinturas de la época coloca ante los ojos del espectador sus particulares
vírgenes y caballeros medievales.
Reunidos en su serie de retratos digitales Digiclassicism Sovertkov
plasma en su fotografía gestos y posturas que encontraríamos en cualquier
retablo de cualquier iglesia, eso si, revisados y «aderezados» con elementos
propios de nuestro siglo; amalgama de épocas que sorprende tanto por lo
imaginativo como por su técnica.
Maestro de la iluminación, consigue que la mirada de sus
protagonistas contenga la vitalidad necesaria para arrastrarnos a un momento de
la historia en el que muchos axiomas, afortunadamente, fueron puestos en duda.
“Estuve 12 años estudiando historia del arte y filosofía hasta que
logre los primeros resultados satisfactorios, inspirándome en los antiguos
maestros del Cuatroccentto y Cinquecento italiano. La mezcla de estas
disciplinas hace que su obra sea académicamente en la forma e inclasificable en
cuanto al mensaje. Irónicamente y con un sentido crítico y caricaturesco está
llena de símbolos de la URSS, siendo los camaradas Lenin y Stalin unas de sus
musas que inspiran varias de sus series de fotografías. Política, ética y
religión me funciona muy bien. Son como acertijos a los que no les pongo
solución”. Dice, que de momento, no ha tenido problema con Putin preocupándole
más la censura de Facebook e Instagram.
En otra de sus conocidas series, Portraituning, encontramos más
retratos y un tratamiento más surrealista si cabe. Con sus manipulaciones
digitales convierte serenas imágenes en caricaturas, donde nuevamente la mirada
nos envuelve, nos insinúa sensaciones y sentires más o menos virtuosos.
A Alexey hay dos cosas que detesta: el arte moderno “solo veo
superficialidad y degradación de la técnica, y sobre todo la estética soviética
heredada de Stalin, aquí es rotundo: “Me pone enfermo, la odio desde que era
niño. El arte y la cultura soviética fueron tremendamente aburridos”
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