

En las novelas de Leonardo Padura, Mario Conde resuelve sus casos
estudiando antecedentes, pistas, sospechosos, mediante premoniciones,
iluminaciones y certezas, analizando datos estadísticos, huellas e intentando
evitar algo tan engañoso y equívoco como los prejuicios. Sus triunfos se basan
a partes iguales en la investigación rutinaria y en el conocimiento de la
gente. Pese a que su trabajo le condiciona a percibir sólo el lado oscuro de la
vida, se mantiene en su puesto porque no le gusta que los hijos de puta se
salgan con la suya impunemente. Aunque algunos compañeros le consideran el loco
de la comisaría, es apreciado como uno de los mejores investigadores del
cuerpo. Le veremos investigar la desaparición de un empresario afín al régimen,
el asesinato de una profesora, la muerte de un travesti...


En su última novela La
neblina del ayer han trascurrido catorce años desde que el
teniente investigador Mario Conde, desencantado, abandonara la policía. En esos
años han ocurrido muchos cambios en Cuba, y también en la vida de Mario Conde.
Su inclinación por la literatura y la necesidad de ganarse la vida lo han
llevado a dedicarse a la compra y venta de libros de segunda mano.
La serie se compone
de ocho episodios en total. Cada dos episodios abarcan una estación del año (correspondiente a
cada novela) y un caso diferente. Padura se ha encargado del guion de la
adaptación junto a su mujer, la
guionista cubana Lucía López Coll y el mismo director de la serie Felix Viscarret:” Se estableció
un triunvirato muy divertido. Los diálogos entre el autor de la novela original
y el director pueden dar para otra serie. El proceso del guion fue un enfrentamiento
continuo entre dos grandes cabezones” recuerda el realizador de la serie.
Aclamadas por la crítica, las novelas gozan de enorme prestigio en todo el
mundo y han sido traducidas a más de 15 idiomas. La serie adapta las cuatro
novelas de Padura: 'Vientos de
Cuaresma', 'Pasado perfecto', 'Mascaras' y 'Paisaje de otoño'.
La miniserie nos presenta una
Habana decadente algo más moderna que en las novelas de Padura que estaban
ambientadas en los años noventa, pero con el desencanto de casi todos sus
protagonistas por la falta de esperanza y de futuro como eje principal de todos
los comportamientos de las personas que no son afectas al régimen, sin ser
disidentes tampoco.
La serie está exquisitamente ambientada, mostrando no solo La
Habana más turística, sino también la real con sus coches desvencijados y sus
casas mil veces restauradas, como intenta recoger la cuidada y artística
cabecera de la serie
La miniserie evita muy hábilmente hacer criticas al régimen
castrista, esquivando los temas políticos en todo momento, excepto de forma
colateral como fondo de las conversaciones entre amigos o en el marco de
historias de corrupción o tráfico de influencias, pero dentro de una gran
ambigüedad estudiada, para centrarse en los temas policiales.
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