Del 2 de febrero al 25 de junio, la exposición ‘Escher Los Mundos imposibles” nos muestra una retrospectiva de este genio de las matemáticas y el grabado.
Tras varios años cerrado, el Palacio de Gaviria se renueva y vuelve a abrir sus puertas de la mano del arte y del grupo italiano Arthemisia Group, este palacio es una de las joyas arquitectónicas de Madrid, que sigue el modelo de los palacios renacentistas italianos. Y no hay mejor excusa que la primera exposición que alberga en sus instalaciones para acercarse a visitarlo.
Maurits Cornelis Escher (Países Bajos,
1898 – 1972), conocido sobre todo por sus grabados y dibujos de arquitecturas
enrevesadas que evocan imaginarios imposibles, fue todo un maestro del juego de
la representación en dos y tres dimensiones, a las que desafiaba constantemente
creando impresionantes espacios capaces de engañar al ojo humano. Sus estudios
de arquitectura –que abandonó al poco tiempo de empezar– y su dominio de las
técnicas del dibujo y el grabado, quedan patentes en sus obras, en las que abundan
los guiños al espectador, que puede perderse durante horas en sus laberínticos
paisajes, en su mayoría visiones que el artista tenía en sueños o que pasaban
con cierta frecuencia por su cabeza. Amante del blanco y negro, de las
matemáticas, la simetría y el equilibrio, Escher supo crear un universo
particular de figuras imposibles.
Como artista, Maurits Cornelis Escher resulta difícil de
clasificar. Se han hecho múltiples interpretaciones de sus obras, pero la
realidad es que Escher no tenía grandes pretensiones ni mensajes que
transmitir, sino que básicamente plasmaba lo que le gustaba. No basa su trabajo
en los sentimientos, como otros artistas, sino simplemente en situaciones,
soluciones a problemas, juegos visuales y guiños al espectador. Visiones, en
ocasiones, que le sobrevenían por las noches, que pasaban por su imaginación y
que creía merecedoras de ser plasmadas en sus cuadros.
Si buscamos momentos en la vida del artista que pudieron de alguna
manera inspirar su obra, destacaría sus viajes a Italia y España, donde bocetó
distintos motivos decorativos de la Alhambra, de donde aprendió a rellenar el
espacio con patrones y la partición del plano.
Algunas de sus obras más difundidas son Mano con esfera reflectante, Relatividad y Belbedere, o su serie sobre la Metamorfosis . Estas obras son un buen resumen al conjunto de su trabajo, en las que se puede ver la
creación de ese mundo imaginario y surrealista o su faceta como matemático y
artista del grabado. Con ellas, también nos podemos hacer una idea de lo
difícil que puede llegar a ser catalogar la obra de Escher, pero en un mundo en
el que todo tiende a tener una etiqueta, puede que sea buen momento para huir
de esta tendencia para liberar nuestra mente y adentrarnos en el mundo mágico
que un día soñó el artista, y que hoy podemos soñar nosotros gracias a la
exposición que podrá verse desde el 1 de febrero en el Palacio de Gaviria
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