El Premio Pritzker 2017 recae en el estudio catalán de arquitectura RCRRafael Aranda, Ramon Vilalta y Carme Pigem reciben el galardón más prestigioso de su disciplina

“El respeto por lo existente y la convivencia entre lo local y lo universal” es lo que ha visto en sus trabajos un jurado preocupado por un mundo en el que lo genérico está arrasando a lo particular. El fallo del Pritzker reconoce su «compromiso inflexible con el lugar» y su búsqueda de «conexiones entre el exterior y el interior, lo que da como resultado una arquitectura emocional y experiencial». «En un mundo globalizado en el que debemos confiar en las influencias internacionales (...) estamos perdiendo nuestros valores, nuestro arte y costumbres locales. RCR Arquitectes nos demuestran que es posible combinar ambas perspectivas», añade el jurado. El Pritzker premia este año la estrecha colaboración entre los tres proyectistas y la búsqueda de la universalidad desde el cuidado de las raíces, al reconocer a este trío cosmopolita y a la vez de pueblo que desde que se conocieran en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) apostó por diseñar a seis manos
Como dice Vanessa Graell en su artículo para El Mundo, Construyen sueños. Sus edificios nacen de trazos a la acuarela, de gestos fluidos con los que intentan retener la intuición de un paisaje, el latido de un material, ese sueño huidizo. Viven entre los volcanes de la Garrotxa, en un paisaje salvaje que, en sí mismo, ya es arquitectura: las texturas de las piedras fosilizadas, las rocas estratificadas en láminas, los colores agrestes de los bosques de La Fageda... RCR Arquitectes no se entiende sin ese paisaje, el de su Olot natal, en medio del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa,
Aunque los integrantes del estudio RCR (las iniciales de los nombres de pila de sus tres miembros) consideran que arquitectura solo hay una —“la que contribuye al bienestar físico y espiritual”—, en una era en la que la disciplina se debate entre ser posticónica o aceptar la construcción como fondo de inversión, ellos defienden un valor clásico: la belleza, “fundamental para todo en la vida”. Premiando a RCR, el Pritzker deja atrás la defensa de una arquitectura social (las construcciones de emergencia de Shigeru Ban o las viviendas incrementales de Aravena) determinante para apuntalar el futuro de la profesión. La obra exigente, de factura artesana y corte minimalista de RCR supone un reconocimiento a la arquitectura entendida como una forma de arte que incide en la vida cotidiana sin renunciar a sus aspiraciones estéticas.

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