Loca de Alegría es una
de las películas del año, con una fuerza desgarradora, un extraordinario humor
no desprovisto de ironía, unos planos de lujo en bañados por la maravillosa
fotografía de los atardeceres italianos
Valeria Bruni
Tedeschi (en el mejor papel de su carrera) y Micaela Ramazzotti son dos mujeres que las circunstancias de la
vida han hecho coincidir en el lugar más inapropiado, un hospital psiquiátrico
con techo de villa burguesa en una Italia, que como define su director, no más
que otro manicomio a cielo abierto. Para interpretar a Beatrice, Valeria Bruni
Tedeschi se ha inspirado del personaje de Blanche DuBois de Un tranvía llamado
deseo. Una persona que se protege de la dureza del resto de los personajes que
la rodean con una mezcla de locura e imaginación para proteger su fragilidad. Beatrice
es extrovertida, cotilla, exagerada, exuberante y tierna, y la actriz se
balancea de un estado al otro con una elegancia y certeza de poner los pelos
como escarpias. Y como Blanche, siempre ha confiado en la bondad de los
desconocidos (solo que Beatrice conoce a todo el mundo, por lo que poca bondad
le queda por descubrir).Donatella, Micaela Ramazzotti, es todo lo contrario.
Introvertida, nostálgica, amargada, triste y soñadora. Una actriz que con su mirada
puede expresar todo el dolor del mundo. Un dúo explosivo, ya en el manicomio,
pero mucho más radical y emocionante cuando decidir escaparse de él y arreglar
unas cuantos asuntos pendientes desde hace tiempo. Del internado forzado a la
libertad total, entre juego, riesgo y la asunción de un pasado difícil de
recobrar.
Definida como la Thelma
& Louise italiana, Locas de alegría ha cumplido las expectativas en los
premios de la Accademia del Cinema
Italiano, que la han coronado como mejor película del año, además de
otorgarle las distinciones de mejor actriz(para la genial Valeria Bruni
Tedeschi,, además de diseño de
producción, peluquería y realizador. Nos hallamos ante el primer David di
Donatello a mejor director recogido por el siempre interesante Paolo Virzì.
Carlos Boyero dice en su
crítica de El País: …sus dos
protagonistas lo están a veces, pero también están locas de desesperación,
acorralamiento, soledad, pérdida, miedo. Una de ellas es un ciclón, agotadora,
tragicómica, un volcán verborreico, siempre acelerada, aristócrata en la ruina
aunque clasista, finalmente, asumiendo su bajón y su desamparo. La otra perdió
lo que más amaba, está desolada, pero se dejará enganchar por su compañera en
una huida vertiginosa hacia ninguna parte. Es muy trágico lo que cuenta Virzì,
pero lo hace con gracia esperpéntica, con ternura contenida, huyendo de la
sensiblería en situaciones que se prestan a ello. La esquizofrenia, la
bipolaridad, la psicosis, pueden ser aterradoras, pero él se las ingenia para hacernos
reír o sonreír con el disparatado viaje de sus tronadas, las visitas a sus
desquiciados familiares, la necesidad de buscarse el pan dando palos jocosos.
También ofrece la posibilidad de que nos asalte una lágrima furtiva en su
emotivo final. Es una película bonita, vital, imaginativa, desgarrada, alegre y
triste.
…la interpretación
verdaderamente grandiosa es la de esa señora volcánica y guapa, sexy,
desprendiendo clase y formidable actriz llamada Valeria Bruni Tedeschi. Su
personaje es de una intensidad que podría atacarte los nervios, pero es
imposible que te desentiendas de ella en ningún momento. Te divierte y también
la compadeces. No sabemos qué ocurrirá con ambas. Dudo que recuperen la
cordura, suponiendo que alguna vez la tuvieran, pero sospecho que el calor mutuo
que se otorgan va a durar. El precioso plano final y la sonrisa que aparece en
sus rostros lo hacen presagiar.