El doctor Huxley, un despistado científico dedicado a la
arqueología, espera con impaciencia y nerviosismo el momento de su boda. El día
anterior a este feliz acontecimiento ha de acudir a jugar una partida de golf
con Peabody, el administrador de una joven millonaria que ha donado una gran
cantidad de dinero para su museo de arqueología. A David Huxley la suerte le sonríe: acaba de encontrar la
clavícula intercostal que le faltaba para reconstruir un brontosaurio, pero en
su camino se cruzará accidentalmente Susan Vance, una joven alocada que le hará
sufrir una serie de calamitosas tribulaciones y que resulta ser la sobrina de
su posible mecenas. Un leopardo amaestrado y otro salvaje, un perrito con
predilección por la susodicha clavícula intercostal y un cazador aficionado a
imitar el rugido de las fieras se unirán, entre otros, en el enredo.
En esta escena Grant explica porque lleva puesto ropas de mujer, lo
que aquí se tradujo ¡porque me he vuelto loco de repente! En el original dice
gay y algunos sostienen que fue el primero en hacerlo en el cine comercial.
Dirección: Howard Hawks
Año: 1938
Fecha de estreno en España: 13/01/1941
Duración: 102 min
Género: Romance, Comedia, Familiar
Reparto: Katharine Hepburn, Cary Grant, Charles Ruggles, Walter
Catlett, Barry Fitzgerald, May Robson, Fritz Feld, Leona Roberts, George
Irving, Tala Birell
Guión: Dudley Nichols
Ejemplar comedia que constituye uno de los puntos álgidos del
género en su registro más enloquecido. En la misma confluyeron los factores
adecuados: un guion sumamente brillante, unos intérpretes idóneos y una
realización que supo aunar sus componentes con sentido del equilibrio y la
suficiente sorna. El resultado es uno de estos productos que siguen
sorprendiendo tanto por su frescura como por su inteligencia.
El desarrollo es perfecto, el ritmo adecuado y las situaciones bien
llevadas, diálogos ágiles y divertidos y con esos planos largos, sin cortes, y
los actores están tan metidos en sus papeles, que hacen de esta película un
clásico con mayúsculas de la historia del cine, y por cintas como ésta, su
director Howard Hawks está en los altares.
Una de las mejores “screwball comedies” de la historia del cine, que
traducido sería así como comedia enloquecida o de enredo, un género que estuvo
muy de moda en la década de los 30 como
una distracción de la crisis económica que estaba pasando Estados Unidos en
esos momentos.. Basada en un cuento de Hagar Wilde, la película es una comedia
redonda, con caracterizaciones inolvidables (Cary Grant en un estilo Harold
Lloyd), una trama muy divertida, en donde tanto cabe la batalla de sexos como
la falsa identidad, el equívoco, la farsa, el slapstick, el humor gestual, el
contrapunto psicológico, la ironía, la parodia romántica o el absurdo. En la
fiera de mi niña el humor surge de la acumulación de situaciones disparatadas,
al más puro estilo de los hermanos Marx.
La exposición es vertiginosa, con múltiples personajes excéntricos
bien conexionados (el psiquiatra, el comisario, el jardinero, el cazador…),
diálogos brillantes, rápidos (incluso superpuestos), ágil transición de escenas
en una ficción de una duración de dos días, gran química entre la pareja
protagonista en un contraste delirante entre actitudes de responsabilidad e
irresponsabilidad. Es una película que a pesar de los años que han pasado de su
rodaje no ha perdido su frescura y su modernidad, es una historia con toques
feministas, al presentarnos una protagonista independiente atrevida, que cuando
le gusta alguien no duda en perseguirlo.
A destacar muchas escenas memorables, en especial la transcurrida
en una sala de fiestas, la escena del vestido roto y Grant situándose detrás de
Hepburn, caballerosamente, para que no se vea nada, es uno de los gags visuales
más inolvidables de la cinta, imitado hasta la saciedad a lo largo de la
historia de la comedia, llegando a nuestros días. Una de las escenas eternas de
esta película.
Para Katherine Hepburn esta era su primera incursión en el género
de la comedia. Al principio le costó adaptarse a esta nueva temática, tanto fue
así que Hawks le puso a un veterano cómico para que le dieran algunas
directrices. Pero sin ninguna duda los dos hacen una pareja formidable, su
química se hace evidente desde el primer segundo que ambos coinciden en una
misma escena. El personaje femenino se merienda al masculino sin relamerse.
Allí mismo nació un arquetipo, Grant es un muñeco en sus manos, Katharine es su
perdición y su paraíso, su costilla de Adán, la fruta prohibida que alterará su
paz y le regalará la vida. Cuando se descubre presa, está demasiado enredado en
la tela de araña. Así que opta por lo más sensato enamorarse. Grant cae
literalmente en sus redes, es cazado por una maravillosa Hathereni Hepburn
En la España de 1941, que fue cuando se estrenó, cuando era frecuente que la censura eliminase escenas
que unos señores consideraban inapropiadas) la canción original que Hepburn y
Grant le cantan al leopardo es "I can’t give you anything but love,
Baby" (no puedo darte nada más que amor, nena) y aquí se tradujo como
"Todo te lo puedo dar menos el amor, Baby" cambiando radicalmente el
sentido de la frase.
Cuando se estrenó en el 1938 fue un desastre en taquilla. La
productora hizo una promoción muy pobre, y la crítica destrozó la interpretación
de Katherine Hepburn, de una forma totalmente injusta, a mi parecer. El film se
hubiera podido quedar en el olvidó si no hubiera sido por que en el 1961 en el
MOMA de Nueva York hicieron una reposición. Una nueva generación de cinéfilos
descubrió la película enamorándose de ella. El éxito que no tuvo en su momento
lo consiguió 23 años más tarde. En la lista de las cien mejores películas que
confeccionó American Film Institute (1997) ocupa el lugar 97. Y la Biblioteca
del Congreso de Estados Unidos la considera ‘cultura, histórica y estéticamente
significativa’