EL MAL DE CORCIRA, Lorenzo Silva.
Lorenzo Silva, ha visto oportuno echar la vista atrás y abordar los inicios de Bevilacqua en el cuerpo como agente en el País Vasco en plena lucha contra ETA, entre finales de los 80 e inicios de los 90. De este capítulo de su vida, los lectores apenas teníamos referencias en los libros anteriores. Silva salda ahora está «deuda pendiente» con la nueva novela de la saga del Guardia Civil Bevilacqua y con una historia que enlaza una investigación del presente (el asesinato en Formentera de una persona condenada en su día por colaboración con ETA) con el trabajo de Bevilacqua hace 30 años en la lucha antiterrorista. Un libro que, según confiesa el autor, sólo ha podido acometer tras dialogar a lo largo de los últimos años con muchos de los que vivieron en primera línea aquella época de plomo.
El título de su novela hace mención a un episodio acaecido en la isla de Corfú y que fue narrado por el historiador griego Tucídides en su Historia de la Guerra del Pelonoponeso, cuenta el historiador griego, quienes al final marcaban el ritmo de la contienda y del día a día eran los más airados y eran eliminados los más coherentes y moderados, a los que se consideraba débiles o traidores, por lo que se ve cómo se pervierte el lenguaje. Y esta visión de la sociedad es extrapolable a los años más duros de ETA, los conocidos como los años del plomo, en el País Vasco, cuando mucha gente pensó que se podía matar a su vecino por razones ideológicas y que eso era lo correcto. Abordar la visión de lo que fue el terrorismo en España sigue siendo un tema muy espinoso todavía hoy, a pesar de que la estrategia de los violentos fuera finalmente derrotada hace ya algunos años (debido en gran parte al incesable trabajo de la Guardia Civil) y de que la propia ETA decretara su definitiva disolución en 2018. Silva ofrece un relato profundo, que delimita claramente a los que fueron víctimas de los verdugos, que niega fundamento a cualquier reivindicación ejercida a través de la violencia y que describe el asfixiante entorno. social impuesto por los terroristas. Y sin embargo, Silva ahonda también en las sombras de la titánica lucha contra ETA y en claves de futuro, resaltando por ejemplo que hubo casos de tortura policial que nunca han sido reparados, o apostando por que, ya con la organización desarmada, la política de dispersión de presos que han mantenido los sucesivos gobiernos pueda ser revisada.
ETA anuncia el fin de la lucha armada
El reencuentro le supone a Gabo un alud de sentimientos de culpa y dolorosos recuerdos, vuelve a su memoria todo el tiempo perdido, la fuerte motivación inicial, la consiguiente frustración, las tenues victorias, compañeros que quedaron por el camino y un amor difícil de olvidar. El precio de una vida entera a pagar por un objetivo inaccesible, lo que le hace plantearse si realmente valió la pena el peaje pagado. El policía carga una mochila a cuestas de la que no ha podido desprenderse. Sin embargo, ahora, a pesar de sus reticencias iniciales, se presenta la oportunidad de cerrar el círculo y terminar con una vieja cuenta pendiente.
«Lo único que importa es pillar a los
malos».
Benzo nos enseña la jerga policial, las
dificultadas en los seguimientos, el día a día de una ardua lucha, los peligros
de los policías infiltrados y los escasos medios de los que se disponían en un
peligroso viaje de ida sin apenas retorno, donde se jugaban mucho y en contadas
ocasiones se alcanzaba el éxito, haciendo que se cuestionaran si merecía la
pena recorrer el camino al que pocas veces se conseguía llegar a la meta. Un
camino lleno de valentía, sacrificio y lealtad.
«Con los años la fe se debilita, los
principios dejan de ser incuestionables, las metas se vuelven borrosas, todo
aquello en lo que siempre creíste sin ninguna duda empieza a parecerte otro de
esos cuentos que te contaban de niño. Y cuando eso empieza a pasar, lo único a
lo que puedes agarrarte para seguir en pie, la única herencia que te has dejado
a ti mismo, son tus propios actos, cada una de las decisiones que tomaste, la
certeza incuestionable que es tu propio pasado».
Una novela necesaria, porque nos muestra lo que supuso el terrorismo etarra en el interior de la sociedad vasca, al poner la lupa sobre la vida de dos familias salpicadas por el horror de ETA y colocadas por la banda en posiciones antagónicas (cuando nunca lo estuvieron, porque eran amigas y vecinas). Nos explica algo que los españoles desconocíamos, ni siquiera nos lo imaginábamos.
El lector comprende la magnitud del odio
anidado en algunos pueblos vascos durante el imperio, absolutista y excluyente,
impuesto mediante la violencia de casi sesenta años de ETA. Nos muestra a las
víctimas invisibles, el interior de las familias de los etarras y de las de los
asesinados por ellos, la inmensa fractura social generada.
El narrador se introduce en un pueblo para
poner en evidencia la presión insoportable de la banda de asesinos
sobre sus habitantes. El terror está, más que en las bombas o el posible
tiro en la nuca, en los vecinos del pueblo, cómplices y cobardes, seguidores de
consignas, que dejan de saludarte cuando sospechan que ha caído en desgracia
alguien de los tuyos. O incluso invitan, sin compasión ni piedad, a través del
cura del pueblo, a la viuda, a abandonar
el pueblo porque su presencia les incomoda. Ha sido una sociedad que ha vivido
con miedo a los suyos. Está muy bien reflejados los papeles de las tabernas y
las homilías del cura en el proceso de radicalización.
La relación entre Miren y Bittori forma
parte del núcleo esencial de la novela que esto de la lectura es subjetivo) los
personajes adolecen de escasa profundidad
psicológica, me han resultado planos.
Por ejemplo, los jóvenes etarras captados
por la banda, obedecen a estereotipos casi caricaturescos. Son ignorantes,
matan El Premio Nacional de Narrativa se le otorgó, según la justificación del
jurado por la “profundidad psicológica de los personajes, la tensión
narrativa, y la integración de los puntos de vista, así como la voluntad de
escribir una novela global sobre unos años convulsos en el País vasco”.