Rudyard Kipling escribió en un
curioso poema que la hembra de cualquier especie, incluyendo la humana, es
siempre más letal que el macho. Históricamente la guerra ha sido cosa de
hombres y se ha excluido a las mujeres de la vanguardia de los ejércitos; sin
embargo, la imagen de la mujer armada y peligrosa, blandiendo una espada o
abatiendo enemigos con arco y flechas, abunda en la mitología: LAS AMAZONAS.
Estas mujeres guerreras han sido, desde sus orígenes, el punto de comienzo de numerosas leyendas. Entre todos estos mitos que giran a su alrededor, hay uno que las establece como las hijas de Ares con Harmonía, de ahí su carácter bélico tan conocido y característico. Poseían un reino propio, situado en la región del Ponto, por lo que para los ojos de los antiguos griegos eran un pueblo eminentemente bárbaro. Habían sido las primeras en montar y domesticar a los caballos. La relación era tan estrecha, que muchas de ellas contaban en sus nombres con la palabra hipo (Hipólita).
Este reino se diferenciaba de los demás porque todo el poder, administración y organización recaía en las mujeres que lo conformaban. Fue Lisipe la primera que estableció que los hombres en las tribus de amazonas tendrían que realizar todas las tareas domésticas. Al ser un pueblo poblado solo por féminas, tenían lógicamente ciertos problemas para conservar preservar su raza. Para solucionar ese problema, tenían relaciones una vez al año con los hombres de los pueblos vecinos, como los Gágaros.
En la primavera, grupos de jóvenes amazonas y de jóvenes gargarenses se reunían en la cumbre de la montaña que separaba sus territorios y, después de hacer un sacrificio conjunto, pasaban dos meses juntos. Cuando una amazona quedaba encinta, volvía a su ciudad. Las niñas, fruto de aquellas relaciones, se quedaban en su territorio y serían educadas según la moralidad y directrices de las amazonas. Los niños, por el contrario, o bien eran mutilados, asesinados, o enviados a sus padres. El término amazona, literalmente sin pecho, alude a la tradición conservada en las leyendas de que a las niñas las comprimían el pecho derecho para que pudieran utilizar el arco y lanzar las flechas sin ningún impedimento, mientras que el derecho se conservaba para amamantar a las nuevas amazonas.
Los principales héroes griegos se enfrentaron con estas amazonas; así Heracles
se enfrentó a las amazonas y a su reina Hipólita para arrebatarle su
maravilloso ceñidor de oro. Como Heracles, Aquiles
también tuvo que enfrentarse a las Amazonas, aunque , en este caso fue en la guerra de Troya, uno de los episodios más
conocidos de la mitología griega, las Amazonas, comandadas por Pentesilea, fueron a auxiliar a los
troyanos. En las primeras batallas contra los griegos, Pentesilea resultaba
claramente la vencedora, hasta que se enfrentó con Aquiles, el cual la mató. De
la misma forma Teseo y a Alejandro Magno
se le acredita haber mantenido sexo con una de ellas, la reina Talestris, que
quería un hijo suyo.
Y vuelven a la
actualidad de la mano de la actriz
israelí Gal Gadot que se mete en la piel de la Mujer Maravilla, la
princesa amazonas Diana de Themyscira. Hija de la poderosa Hipólita, reina de
las Amazonas, desde su infancia fue entrenada para convertirse en una guerrera
invencible en una isla paradisíaca oculta que sólo es habitada por amazonas con
una cultura milenaria. La llegada de un piloto estadounidense, Steve Trevor, a
la isla trastocará todo el equilibrio de esta sociedad de féminas. Trevor les informa
que hay un duro conflicto en el exterior. Diana decidirá ayudar a la humanidad,
luchando en una guerra que puede terminar, finalmente, con todos los conflictos
bélicos. Será así como se convierta en la mítica Wonder Woman.
Un libro indispensable que llega en sincronía con Wonder Woman: Amazonas, guerreras del mundo antiguo, de Adrienne Meyer (Desperta Ferro, 2017), que revisa el mito y sostiene que está basado en la existencia real de mujeres guerreras entre los nómadas de los estepas, algo que fascinó a los griegos.
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