Irene Kung una artista suiza que su carrera artística empezó como pintora pero
que encontró en la fotografía el mejor medio para encauzar su carácter
extrovertido; además de la arquitectura,
aplicaba la misma técnica y el mismo enfoque emocional también para fotografiar
árboles, animales, olas.
En su obra fotográfica, monumentos y edificios emblemáticos, fácilmente reconocibles en la cultura visual internacional, adquieren un valor onírico trascendente, una apariencia fantasmagórica y enrarecida que hace que no solamente se erijan en la representación icónica de la humanidad, sino que se eleven como un espacio de reflexión para la contemplación, para las emociones y los sentimientos .Un lugar en el que la fotografía nos habla desde el silencio.
En definitiva, mirando las imágenes de Irene Kung nos damos cuenta que la obscuridad y el silencio son condiciones indispensables para apreciar la belleza de la luz. Aunque la fotografía sea la escritura de la luz, es la obscuridad la que proporciona profundidad, sobriedad y densidad a lo que vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario