El escritor escocés
Ian Rankin ha ganado esta noche el X Premio Internacional RBA de Novela Negra
con la obra "Perros salvajes", en la que sitúa nuevamente en la trama
a sus dos policías protagonistas, John Rebus y Malcolm Fox. Además de los
125.000 euros y de la publicación del libro, el escritor escocés pasa a formar
parte de un elenco de autores de la talla de Philip Kerr, Andrea Camilleri,
Francisco González Ledesma, Michael Connelly o Don Winslow,
Ian Rankin
(Cardenden, 1960) se ha convertido con la serie del inspector John Rebus, que
incluye 22 títulos, en uno de los autores del género más leídos del mundo y
referente de la novela policíaca desde su debut en 1987. El valor que tiene la
literatura, y en especial la novela negra, para “comprender el caos en el que
estamos sumidos, señalar a los culpables e intentar hacer aflorar un sentido de
justicia. La novela negra nos habla del complejo mundo moral, social y político
en el que vivimos. En el fondo, propone un interrogante muy simple: ¿por qué
los seres humanos siguen haciéndose cosas terribles unos a otros, a sí mismos y
a su planeta?”, se pregunta Rankin,
Su personaje, John
Rebus nació en 1947, en una familia humilde. Entre los años 68 y 70 estuvo en
el ejército, destinado principalmente en Irlanda del Norte. Más tarde ingresó
en la policía. Su trabajo se centra en una comisaria de Edimburgo, ciudad a la
que adora. Es su ciudad, su vida, el lugar donde ha trabajado siempre, donde
está su pub Oxford o el Royal Oak, la ciudad donde lo respetable y el crimen se
retroalimentan. Pero su relación con la ciudad es diferente. Nuestro policía se mueve por ese extraordinario y a
veces siniestro y claustrofóbico sitio a diario, pero para él no es una vista
bonita, es un enorme escenario del crimen que está esperando y que recorremos
con él en cada puente, con cada investigación, con cada caso, con cada
cadáver. Odia estar fuera de Edimburgo.
Es un hombre que se
contenta con poco: un piso, un coche destartalado, sus libros y su inmensa
colección de música. Piensa que ha fracasado en las cosas importantes: el amor,
la amistad y la vida familiar. Fuma y bebe mucho, principalmente whisky, pero
tampoco le hace ascos al ron, a la cerveza o al vino. En algunos momentos
consigue dejar de lado la bebida. Tiene muchos compañeros pero pocos amigos. Al
entender de algunos es un poco gafe y
metepatas, a veces un auténtico grano en el culo.
Aunque Rankin aparentemente ya había jubilado
a Rebus, su gruñón investigador, que acababa de cumplir 60 años, en 'La música
del adiós', la novela número 17 del ciclo, el personaje se había convertido en
una parte incombustible del patrimonio nacional y la noticia de su despedida
provocó una verdadera conmoción en Gran Bretaña. El clamor de protesta fue tal
que Rankin no tuvo más remedio que hacerle volver de su retiro como asesor
externo de la policía para que saliera a investigar puntualmente y a
regañadientes los casos aparentemente más irresolubles.
Adicto al trabajo,
en sus investigaciones es tenaz, una auténtico sabueso, sigue las pistas hasta
que ve como las cosas van adquiriendo cierto orden. Las novelas de Rankin
transcurren en un tiempo real, la cronología de los hechos se concreta, los
detalles se van plegando a la exposición correcta. Pero a veces necesita algo más
para poder avanzar y para ello cuenta con su dosis de psicología y cabezonería
que hace ir tocando las teclas (y las pelotas) adecuadas hasta precipitar los
acontecimientos que le llevan a la resolución del crimen. No puede evitar
implicarse personalmente en sus casos.
En la novela
ganadora del RBA, Perros salvajes, la
banda mafiosa de Joe Stark y su hijo Dennis, que tiene su centro de operaciones
en Glasgow, se ha desplazado a Edimburgo a la caza de un transportista que les
ha robado un cargamento de droga, una visita que pone en alerta al poderoso
gángster local, Darryl Christie, y a su predecesor todavía influyente, Big Ger
Cafferty.
El inspector Malcolm
Fox es asignado como enlace entre la policía de Edimburgo y una unidad de
agentes encubiertos que ha llegado de Glasgow para vigilar de cerca los
movimientos de la banda.
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