La Fundación Mapfre
presenta en Madrid 'El canto del cisne. Pinturas académicas del salón de París. Colecciones Musée
d'Orsay', una gran exposición que reúne una selección de la mejor pintura
académica francesa de la segunda mitad del siglo XIX.
El canto del cisne se refiere a la última obra o actuación de una persona, generalmente utilizada cuando dicha acción fue positiva. Puede decirse que el cisne no canta nunca, sino que produce un sonido parecido a un graznido, como un ronquido sordo, pero la cultura popular sostiene que, justo antes de morir, este animal emite un canto llamativamente melodioso como premonición de su propia muerte. Poetas como Virgilio han colaborado en la consolidación de esta creencia.La Academia de Pintura y Escultura, cuyos orígenes están a mediados del siglo XVII, establecieron la corrección estética, el dominio del dibujo, la composición del cuadro y los grandes temas, como los criterios que habrían de dominar el arte durante los dos próximos siglos.
Esta pintura se exponía en el gran Salón de París empieza a convivir con otras expresiones artísticas, como el impresionismo, que dieron origen a las vanguardias del siglo XX. Si la vemos solo como un contrapunto a las nuevas vanguardias artísticas, nos quedamos en la mitad; así hemos de considerarla como una pintura brillante, refinada, espléndida y notoria, que marca la última heredera de la tradición de la gran pintura renacentista.
El canto del cisne pretende analizar este último esplendor de la pintura académica, a través de los grandes temas. La muestra se organiza por medio de los géneros tradicionales con la intención de mostrar los encuentros y desencuentros y la dinámica que se genera dentro de la misma dinámica académica. Esta ordenación por géneros, similar a las consideraciones del propio Salón de París, pone de relieve su ambivalencia: su capacidad de dialogar con la tradición y dar, a la vez, expresión artística a los cambios y tendencias de su tiempo. –
La pintura académica, por tanto, engloba a una serie de artistas que fueron muy sensibles al malestar que creaba el mundo moderno, el positivismo y la industrialización, a los que respondieron con una huida al pasado, pero también a lo exótico y lejano, buscando así distintas maneras de modernizar una tradición que se basaba en la creencia en un ideal de belleza eterno, que encontraba su perfecta expresión en la escultura griega.
En un tiempo en el que se habían sucedido profundas transformaciones, debido a las sucesivas revoluciones políticas, económicas y sociales, estos artistas se enfrentaron al reto de crear un equilibrio entre la tradición y la necesidad de nuevos modelos, capaces de evolucionar en una sociedad en continuo cambio.
La muestra se divide en varios apartados. El primero de ellos, La Antigüedad viva, pone su mirada en el pasado como objeto de representación. Así, el ideal clásico sobrevivió en el imaginario artístico, pero carente de su contenido revolucionario y moral, pues los artistas encontraron en él un lugar desde el que proyectar preocupaciones de su vida cotidiana.
El desnudo se recoge en la segunda parte de la exposición titulada ¿Un desnudo ideal? Este seguía siendo considerado el ideal de belleza y se usaba también para narrar historias y como provocación. El tercer apartado, Pasión por la historia, historia de las pasiones, recoge tanto las historias sacras como las mitológicas y profanas. El indiscreto encanto de la burguesía, donde se reúnen retratos. Este género experimentó una gran popularidad y durante el II Imperio la nobleza promovió retratos fastuosos, que reavivaron el recuerdo de los retratos de aparato propios del Antiguo Régimen.
El visitante se encontrará con un quinto apartado titulado Reinventando la pintura religiosa.
Orientalismos: del harén al desierto, es la sexta parte, en la que los herederos del romanticismo hicieron una reinterpretación del orientalismo. Desde la perspectiva de la Academia, ofrecieron una vía de escape a los visitantes del Salón, que cayeron rendidos ante los encantos que el imaginario del harén les ofrecía.
El mito: recoge escenas de carácter mitológico que sirvieron a los artistas para plantear las eternas cuestiones sobre el origen y el destino del hombre, más allá de las apariencias pasajeras que el mito adopta a lo largo de la Historia.
Con la llegada de la fotografía y del cinematógrafo, el intento de los artistas de fin de siglo por crear una pintura que fuera capaz de transmitir ideas y sueños, una pintura verosímil, dejó de tener sentido. ..
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