Ha llegado el día. Hoy, 21
de octubre de 2015, es el día que Marty
McFly viaja al futuro. Una fecha que todos los fans de Regreso al Futuro llevan
esperando años para, además de celebrarlo, comprobar, entre otras cosas, si las
zapatillas con robocordones, las cazadoras con autosecado, los coches voladores
o los aeropatines iban a ser una realidad. Desafortunadamente, nada de esto
existe todavía, como tampoco las predicciones que decían que en 2015 habría una
19ª entrega de Tiburón o que los Chicago ganarían las Series Mundiales de
Béisbol.
greso al Futuro II, una película tan disfrutable o más que la primera entrega -y ya es decir- imaginó un futuro que poco tiene que ver con el actual, pero no importa. Queremos celebrar este día tan especial con algunos de los objetos al más puro estilo Marty McFly.
La saga se ha convertido en icono de la cultura pop con el paso de
los años y una máquina de hacer dinero gracias a las réplicas y la
comercialización de sus productos estrella: el DeLorean y el patín volador
etc...
Ese futuro ya está aquí: este miércoles es el día señalado.
Señalado por casualidad. Porque en 1985, cuando se estrenó la primera parte de
la saga, la compañía no tenía pensado hacer una secuela. Pero el tremendo éxito
de la película inicial (casi 400 millones de ingresos brutos), en la que los
protagonistas viajaban al pasado, acabó generando una trilogía. Con la segunda,
que consiguió pasar de los 300 millones, llegaron el viaje al futuro y la serie
de fantasías del director, Robert
Zemeckis, sobre cómo sería el mundo en el 2015.Videollamadas, prismáticos
digitales, multitud de canales en televisión, compras por internet, huellas
digitales para abrir puertas, coches y patines voladores, control total del
clima, barras de neón en los bordes de la carretera, biocombustible... Muchos
de los inventos de Zemeckis en la ficción se han hecho (o no tardarán mucho en
hacerse) realidad. Otros se han quedado en simples delirios o sueños aún sin
alcanzar.
El compositor de la BSO
de la trilogía de Regreso al Futuro, Alan Silvestre, realizó en 2011 un
concierto con la Radio-Symphony Orchestra de Vienna.
Aunque esos artilugios no son precisamente habituales, la película sí predijo el auge de avances tecnológicos como sistemas de escáner biométrico. Las videoconferencias son bastante habituales en las oficinas. Hay prendas inteligentes -aunque la chaqueta de Marty se secaba sola y eso hoy por hoy es imposible-. Las Google glass han hecho realidad la secuencia en que unas gafas permiten responder al teléfono. En las casas hay hornos microondas y con él podríamos -si se nos permite algo de licencia poética- hacer crecer una pizza desecada. Y por supuesto, ha triunfado el cine en 3D (para el director, Robert Zemeckis, hoy en día, “el 3D es una herramienta del cineasta para realzar la historia que vas a contar y no debería ser tratada como un truco o algo que añades”). Pepsi Perfect, el refresco que aparece en pantalla, también será realidad cuando la compañía de refrescos lance en Estados Unidos una edición limitada de 6.500 botellas, a 20 dólares cada una. Hay drones por las calles, puedes pagar rápidamente gracias a chips (en el filme se hace con la huella del pulgar)... y videojuegos controlados sin mandos.
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