Hoy 20 de enero se celebra
la festividad de San Sebastián.
Nacido en Narbona, de
madre milanesa casada con un oficial romano, el joven Sebastián sigue la
carrera del padre, y pronto es ascendido a comandante de la Guardia Pretoriana.
El emperador Diocleciano le tiene en gran afecto, desconociendo que es un
cripto cristiano y que dirige un comité de asistencia a los detenidos y
condenados. Al saberlo, el tirano ordena que los propios camaradas de la
cohorte de Sebastián le cosan a flechazos en el Palatino.
En la iconografía cristiana, se multiplican las tablas de San Sebastián, siempre sobre el episodio de su asaeteamiento, que lo dejó (como dice la Pasión y encarecían los oradores sagrados), literalmente «como un erizo».
Es en el Renacimiento, desde mediados del s. XV, cuando los artistas empiezan a ver la escena con otros ojos. El cuerpo humano es bello en sí mismo, incluso en el sufrimiento. Sigue vigente en todo caso la tradicional ‘apatía’ propia de los mártires, atletas de Cristo, vencedores impasibles del dolor. Las representaciones iconográficas se hicieron más numerosas debido a que era, junto con la representación de Cristo crucificado, las únicas representaciones de desnudos que permitía la Iglesia, así que los artistas encontraron en la imagen de San Sebastián un medio para el estudio y la representación de la anatomía masculina, desembocando en el Barroco en unas representaciones llenas de sensualidad y éxtasis religioso.
La figura de San Sebastián
representado como un joven prácticamente desnudo, musculoso y con el cuerpo
atravesado por las flechas se asoció al erotismo y al homoerotismo, siendo
considerado un icono gay e influenciando a una gran cantidad de artistas, como
el escritor japonés Yukio Mishima, Federico García Lorca, Tenesse Williams o el
compositor francés Claude Debussy.
Todavía no se ha llegado a pedir a Roma el patronazgo de este santo sobre los homosexuales masculinos, pero se le venera de un modo nuevo, se le declara protector contra la peste del siglo, el SIDA, y su iconografía se remoza con estética decadente y a menudo kitsch.
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