Hopper Redux, es una exposición itinerante ya expuesta en
New York, Londres y París, de la nueva serie de trabajos de Gail Albert Halaban
(Washington D.C, 1970), buscadora de los lugares que inspiraron a Edward Hopper
(1882-1967) para sus obras.
Gail Albert Halaban reproduce
en sus fotos el hermoso vacío arquitectónico de las casas de madera que habitan
la obra de Hopper. Las personas aparecen muy ocasionalmente, como por
casualidad, pequeñas como en una maqueta. La fotógrafa estadounidense condensa
el momento real que reproduce el pintor en sus cuadros de soledad, también
realistas pero combinados con la lírica como por arte de magia.
Las imágenes son un
homenaje a las acuarelas que el pintor realizó en los años veinte en la ciudad
de Gloucester (Massachusetts) y en
sus alrededores durante varios veranos tras descubrir el lugar por primera vez
en 1912. Hopper se sentía atraído por la añeja arquitectura victoriana (pasada
de moda y eclipsada por las líneas claras del art déco) y en lugar de buscar la
inspiración en los paisajes marítimos de la zona se dejó cautivar por las
construcciones de madera pintada de blanco. Uno de esos trabajos, The Mansard
Roof, fue el primer gran éxito de su carrera, el que lo descubrió al público
tras años de esfuerzo sin que nadie apreciara su arte. Albert Halaban también
pasaba sus veranos de infancia en Gloucester, de donde su padre es original, y ha
pretendido hacer los mismos encuadres que utilizó Hopper, por cierto no siempre
los más bellos. “Esta serie ha
refrescado mi visión de algo que conozco muy bien” comento la fotógrafa.
La fotógrafa busca esos mismos lugares en Gloucester y transforma la visión pictórica en una fotografía del presente, con casas que comparten el pasado histórico y el paisaje del presente cotidiano de una familia cualquiera.
Hopper Redux sigue explorando la tensión entre el espacio privado y la exposición de la privacidad hacia el exterior que Halaban inició en el proyecto Out of My Window (Fuera de mi ventana). También un homenaje evidente a Hopper, las fotos de ventanas abiertas de edificios de Nueva York y posteriormente otra serie de Parísse adentraban en el mundo de sus habitantes como lo haría cualquiera de los cuadros de escenarios urbanos del pintor, o James Steward desde “la Ventana Indiscreta”, descubriendo la soledad y el aislamiento de la gran ciudad con una intimidad poética.
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