lunes, 15 de junio de 2015

WATERLOO EN SU 200 ANIVERSARIO.



La batalla de Waterloo  fue un combate librado entre el ejército francés comandado por el emperador Napoleón Bonaparte y las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington (Arthur Wellesley) y el ejército prusiano del mariscal de campo von Blücher, cerca de la localidad de Waterloo (Bélgica), el 18 de junio de 1815.

Tras la vuelta del emperador de su exilio en la isla de Elba y, al reunirse la Séptima Coalición contra él, Napoleón decidió invadir los Países Bajos, lugar de reunión de las tropas de la nueva alianza. Esta iniciativa se enmarca dentro de los denominados Cien Días, periodo histórico que pone fin a las Guerras Napoleónicas.


Se consideran parte de la campaña de Waterloo todos los combates entablados desde los primeros encuentros entre las tropas francesas con los destacamentos prusianos del 15 de junio hasta la retirada final del ejército francés el día 18.

El 18 de junio, la mañana de domingo, nubosa y fría comenzó con un desayuno para todas las tropas, esperando que la neblina espesa se levantara y el clima mejorara. El campo de batalla era un barrizal blando de unos diez centímetros. Uno de sus mariscales, aconsejó a Bonaparte que retrasara el encuentro, pero el emperador no quiso esperar, ya que para él, “las batallas podían acabar incluso en tan solo treinta minutos”. En la gran explanada de Waterloo, se iban posicionando las tropas de la coalición esperando el avance de las tropas de Napoleón que a acordes de música francesa, iban colocándose para la batalla. Al mediodía la neblina iba levantando poco a poco, cuando Napoleón apareció montado en su gran caballo blanco bajo los vítores de sus soldados.
A las 11.35 h. Napoleón empezó abriendo fuego sobre las tropas de Wellington que se encontraba en lo alto de una cima del monte de St Jean a unos 8 kilómetros de explanada. Catorce mil soldados se enfrentaron directamente sobre las tropas británicas, un número muy superior a la de su enemigo.
A las 15.30 h. Wellington ordenó el retroceso de 5.000 jinetes de la caballería británica para poder cambiar su situación estratégica sobre el monte. Una hora y media después, los británicos volvieron a utilizar la caballería y a las 18 h.el general Ney atacó de nuevo sobre el bando británico mientras que Napoleón se enfrentaba entonces al prusiano. Un error que cometieron y que ha sido muy comentado por los estudiosos e historiadores, fue que al atacar a la caballería sin apoyo de la infantería sería el detonante del fin de la batalla. A las 19 h. los prusianos dominan ya la batalla y Napoleón junto a Ney siguen encabezando las tropas francesas. El cansancio y el dolor van apagando el fuero francés y cada vez van quedando menos.
Aproximadamente a las 21:00, Wellington y Blücher se encontraron en el que anteriormente había sido cuartel de Napoleón La Belle Alliance, significando el fin de la batalla. A las 21:30, Wellington empieza a redactar su informe sobre la batalla. Las bajas fueron graves en los dos bandos, lo que hizo pronunciar a Wellington al final de la lucha, al ver el campo de batalla plagado de cuerpos inertes: "Al margen de una batalla perdida, no hay nada más deprimente que una batalla ganada".

La batalla fue bautizada por el Duque de Wellington. Tras la victoria, al encontrarse éste y el mariscal von Blücher en lo que había sido el cuartel general de Napoleón, Blücher sugirió bautizarla con el nombre de dicho campamento, la Belle Alliance, pero el duque insistió en mantener su propia tradición: las batallas debían llevar el nombre donde él había pasado la vigilia, y este lugar era Waterloo. Por otra parte los franceses utilizaron en un principio el apelativo "batalla de Mont Saint Jean" para referirse a la batalla. Finalmente el hecho de que Waterloo fuese más pronunciable para los anglosajones, así como la hegemonía británica de los años posteriores a Waterloo hizo que ese sea el nombre con el que ha pasado a la posteridad.


Tras la victoria en Waterloo las tropas aliadas se adentran en Francia en busca de Napoleón, se restaura la monarquía absolutista y Napoleón se rinde. Será exiliado el 26 de julio en la isla de Santa Elena, situada en la mitad del Atlántico, donde morirá seis años después.

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