La belleza de Hedy
Lamarr (Viena, 9 de noviembre del 1914) apabullaba y su vida bien podría ser el
argumento de una buena película. Una vida de cine y no solo por la parte
cinematográfica. Google dedica hoy su doodle al 101 aniversario del nacimiento
de una mujer que, además de revolucionar el séptimo arte con su desnudo y su
orgasmo, tenía una prodigiosa cabeza que le permitió desarrollar la teoría precursor
del wifi.
Con Clark Gable, James Steward y Charles Boyer en su primera etapa en Hollywood.
Como cada buena historia, nada hacía sospechar que Hedwing Eva Maria Kiesler, actriz de Hollywood, judía y vienesa, acabaría siendo la primera mujer en protagonizar un desnudo en la historia del cine y también la primera en interpretar el primer orgasmo del séptimo arte. Durante años, a Hedy Lamarr se ka conoció únicamente como «la mujer más bella de la historia del cine». En 1933, Éxtasis, la lanzaría a la fama. Con tan solo 16 años, Hedy Lamarr protagonizó la película que recreó el primer desnudo de la historia del cine.
Fue tal el escándalo en toda Europa, que se tuvo que retirar del cine. Su padre le arregló un matrimonio de conveniencia con Fritz Mandl, uno de los hombres más ricos del mundo, propietario de una siderurgia que fabricaba municiones de guerra. Ella misma calificó esa etapa como una verdadera "esclavitud".
Para poder huir de su secuestro, tuvo que seducir y acostarse con la criada que la vigilaba, quien le ayudó a escapar del palacio mientras su marido estaba de viaje. Llegó a París en coche, con un solo vestido, con los bolsillos llenos de joyas, perseguida por los guardaespaldas de su marido. Consiguió ocultarse hasta llegar a Londres, donde se embarcó en un trasatlántico rumbo a Nueva York. Durante el trayecto conoció y sedujo al productor de la Metro Louis B. Mayer, que la protegió, la bautizó con el nombre Hedy Lamar y la convirtió en una estrella.
Reanudó su carrera como actriz, pero no tuvo suerte eligiendo guiones, rechazó el papel de protagonista en Luz de gas y en Casablanca, error que nunca se perdonó. También estuvo a punto de rodar Lo que el viento se llevó.
Dedicó más de 17 años a la gran pantalla, que compatibilizó con sus estudios de telecomunicaciones en la ayuda al gobierno estadounidense.
La idea de Hedy
Lamarr, mantenida en secreto por el ejército americano, acabó convirtiéndose en
la precursora de la tecnología que se utiliza hoy en día en las comunicaciones
inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS y la tecnología wifi. Su
labor como inventora no fue reconocida hasta después de su muerte, en el año
2000.
Hedy tuvo problemas legales por su conocida
cleptomanía, por la que fue arrestada en diversas ocasiones acusada de hurtar
en tiendas. Se casó tres veces. Tuvo
tres hijos y numerosos amantes masculinos y femeninos.
Tenía un alma
hipersexuada, según propia confesión, sin ningún complejo frente al placer,
pese a todo no comprendía por qué despertaba en los hombres sólo deseos carnales
y ninguna admiración por su talento, que al parecer iba más allá de la belleza
de su cuerpo. Aunque lo odió hasta la muerte, Hedy Lamarr siempre recordó que
Hitler fue casi el único que le besó con delicadeza la punta de los dedos en
aquellos salones donde esta inquietante judía se movía en los años treinta.
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