lunes, 11 de mayo de 2015

EL ZOO DE CRISTAL

El viernes día 15 de Mayo a las 21.00 horas,  tendrá lugar la representación de la obra de teatro de Tennessee Williams El Zoo de Cristal en el Auditorio del Revellín .






NOTAS DEL AUTOR SOBRE LA COMEDIA Y LOS PERSONAJES
Como El zoo de cristal es una «comedia de recuerdos», se la puede representar con una insólita liberación de todo convencionalismo. Dado su material, muy delicado o tenue, las pinceladas de ambiente y las sutilezas de dirección desempeñan un papel particularmente importante. El expresionismo y todas las demás técnicas no convencionales del teatro tienen un solo objeto válido, y es un mayor acercamiento a la verdad. Cuando una pieza emplea técnicas no convencionales, no trata —o, ciertamente, no debiera tratar— de eludir su responsabilidad de habérselas con la realidad o de interpretar la experiencia; pretende o debe pretender al menos hallar un ángulo de enfoque más próximo, una expresión más penetrante y vívida de las cosas tales como son, o por lo menos intentarlo.
Amanda Wingfield (la madre): Una mujer de gran pero azorada vitalidad, que se aferra frenéticamente a otro tiempo y lugar. Su caracterización debe ser creada con sumo cuidado, no copiada del tipo. No es una paranoica, pero su vida es una paranoia. En Amanda hay mucho de admirable, y tantas cosas dignas de amor y piedad como de risa. Ciertamente, tiene capacidad para soportar sufrimientos y una especie de heroísmo, y aunque su estupidez suele hacerla inconscientemente cruel, en su frágil persona hay ternura.
Laura Wingfield (su hija): Amanda, después de haber fracasado en su intento de entrar en contacto con la realidad, sigue viviendo esencialmente en sus ilusiones, pero la situación de Laura es más grave aún. Una enfermedad de la infancia la ha dejado tullida, ya que una de sus piernas es más corta que la otra y le ayuda un aparato. Basta con sugerir este defecto en escena. El retraimiento de Laura, nacido de esta circunstancia, se ha acrecentado hasta convertirla en una pieza de su propia colección de vidrio, demasiado exquisitamente frágil para moverla del estante.
Tom Wingfield (su hijo): El narrador de la pieza. Un poeta que trabaja en una zapatería. Su temperamento carece de crueldad, pero para escapar de una trampa debe obrar sin  compasión.
Jim O’Connor (el candidato): Un joven convencionalmente guapo.
T. W.


En una callejuela de Saint Louis, Missouri, durante el período de entreguerras, nos encontramos con los cuatro personajes a los que Tennessee Williams da vida en el “Zoo de Cristal”, obra teatral del realismo norteamericano, estrenada en Nueva York en marzo de 1945. A través del monólogo inicial de Tom, el autor se las ingenia para presentar en pocas palabras al reparto de la obra: “Yo soy el narrador de la comedia y también uno de los personajes. Los otros son mi madre Amanda, mi hermana Laura y un candidato matrimonial que aparece en las escenas finales. Éste es el personaje más realista de la pieza, por ser el emisario de un mundo del cual, en cierto modo, estábamos separados.”
El “Zoo de Cristal” es una pieza teatral escrita por Tennessee Williams en 1945. Ambientada en un Estados Unidos sacudido por la Gran Depresión, muestra la historia de una familia de clase media baja –los Wingfield- que naufraga en medio de su  disfuncionalidades, arrastrada por una marea de nostalgia y expectativas truncadas.




Las condiciones sociales, económicas y políticas de la época, penetran en el seno de la familia precipitando el conflicto que años atrás podía ocultarse debajo de la alfombra. “El Zoo de Cristal”, a pesar de su sustrato ficticio, es una obra realista que habilita diversas lecturas de una parte de sociedad norteamericana de los años ’30.

Francisco Vidal dirige esta  nueva versión de El Zoo de Cristal, como ya hiciera José María Pou, y es Silvia Marsó  la elegida para interpretar a Amanda, dice sobre su personaje: "Aunque Amanda es una madre en mitad de la década de los 30, tiene energía como dos veces yo. Una sureña que es un tanque que sale por su propio pie de un bombardeo. Y eso era un problema, porque no podía hacer composición física del personaje". La caracterización y leves movimientos lo solventaron: alguna cana, la cara lavada con leves rictus, y algún gesto que deja entrever la edad. Eso, y la propia intensidad del personaje hicieron el resto: "Amanda me agota psicológicamente. Mucho. Es cien mujeres en una. Pasa de un estado emocional a otro en segundos".

La capacidad de supervivencia de Amanda se traslada a 2014, y ella son todas las madres del mundo: la acaparadora, la tierna y la neurótica, la protectora y la autoritaria, la obsesiva, la arrepentida y posesiva, la culpable, la ilusionada, la combatiente y la feliz. "La esperanzada", apunta Marsó, radiante, "Amanda quiere que sus hijos triunfen porque ella fracasó". Había crecido en una familia rica, se casó con el hombre equivocado. Un trabajador de la compañía telefónica que los abandonó. Pero fue a quien eligió, al que amó.

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