La
figura de los samuráis, fieros guerreros del antiguo imperio japonés, está
envuelta en un auténtico halo de leyenda que los muestra como hombres a los que
casi era imposible derrotar. Sin embargo, lo cierto es que estos luchadores no
solo no eran invencibles, sino que fueron derrotados por la Armada española.
Este
desconocido episodio de la historia, tal y como devela el autor del blog «Foro
naval», ocurrió hacia 1580, cuando según narra el investigador Carlos Canales
en su libro «Tierra Extraña», el gobernador español en las Islas Filipinas, don
Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de la llegada de un fuerte contingente de
piratas japoneses que estaban hostigando y saqueando a los indígenas filipinos
en la provincia de Luzón, zona bajo la protección administrativa española.
Ante
esta situación, Ronquillo envió hasta Luzón al capitán de la Armada Juan Pablo
Carrión, al mando de una flotilla compuesta por siete embarcaciones y varias
decenas de infantes de marina de los Tercios de Mar de la Armada española. El
objetivo era expulsar a los fieros piratas japoneses, que resultaron ser
temibles guerreros samuráis.
Tras
ganar una primera batalla, frente a un barco nipón que navegaba por la zona,
los japoneses enviaron una flota de diez navíos para vengarse de los españoles.
Sin embargo, tras varios combates, tanto en tierra como marítimos, las fuerzas
españolas consiguieron vencer y expulsar de Filipinas a los japoneses.
Estas
batallas suponen la única evidencia histórica de un enfrentamiento armado entre
europeos y samuráis. De este episodio, la historia tradicional japonesa cuenta
que sus guerreros fueron derrotados por unos demonios, mitad peces mitad
lagartos, llegados en unos grandes y extraños barcos negros. Estas criaturas
salían como bárbaros de la mar y atacarles tanto en tierra como en mar era un
asunto peligroso y casi suicida.
Desde
entonces los samuráis llamaron a los infantes de marina españoles «wo-cou»
(peces-lagarto), en reconocimiento a la audacia con la que habían luchado y
vencido en los Combates de Cagayán.
Durante la ocupación de las islas por
los españoles se dieron una serie continuada de ataques por parte de piratas
japoneses, los llamados wakō. Durante la
década de 1580 le será encargada a la Armada Española de Filipinas al mando del
capitán Juan Pablo de Carrión la tarea de hacer frente a esta amenaza. Carrión
se hizo con la iniciativa y, gracias a la superioridad técnica de los barcos
occidentales y a la buena disciplina española, los europeos lograrían vencer a
los piratas en varias ocasiones.
Los españoles se enfrentaron con los
llamados wakō, una amalgama de delincuentes y exiliados japoneses, que junto a
chinos y coreanos se unían para robar todo lo que pudieran. Pobremente
equipados y mal dirigidos no suponían ningún problema para cualquier fuerza
organizada, a no ser de juntarse en gran número, como ha sucedido en varias
ocasiones en la historia de la piratería.
Estos piratas no eran samuráis, como
mucho alguno lo pudo haber sido en su momento, por lo que podría incluirse
algún ronin entre las tripulaciones. Los ronins fueron samuráis que en su
momento dejaron de serlo por varios motivos y, al no poder dedicarse a otra
cosa, se iniciaron en la piratería.
Buscando relatos sobre estos
encuentros se leen afirmaciones que enfrentan a apenas treinta o cuarenta
españoles contra más de mil samuráis, afirmación plausible que puede remitirnos
a un acto de extrema heroicidad. Aun así si se estudia un poco la historia
militar podemos saber que existen muchos ejemplos donde una fuerza bien organizada
y parapetada tras barricadas y trincheras, como fue en este caso, puede
resistir fácilmente el asedio de una fuerza grande pero desorganizada. Además
los piratas nunca han destacado por ser fuerzas que admitan muy bien las bajas,
su meta es el botín, si la cosa se pone difícil huyen, buscan presas fáciles no
la gloria del combate o la conquista.
Otra posible causa de este tipo de
afirmaciones es el propio mito del samurái, como que no conocían el miedo o que
su fidelidad era una máxima en su vida, no siempre era así, muchas de estas
afirmaciones quedan desmentidas hoy en día tras estudiar muchas de sus batallas
donde las huidas y sobre todo las traiciones y cambios de bando están a la
orden del día. Además las derrotas en el mar de japoneses no son nada de
extrañar, pues estos nunca dispusieron de una marina potente ni de soldados
especializados.
Pero aun así tampoco quiero desmerecer a los soldados españoles, de lo
mejor de la época, con los famosos tercios en pleno auge en Europa. Pero como
sucede siempre la historia es moldeada al gusto para destacar las virtudes de
un bando o de otro. No siempre el primer testimonio es el acertado, ni nadie
dispone de todas las respuestas.
Evidentemente no podían ser 1000 samurais, al igual que en las batallas de Japón tampoco eran 1.000 samurais, ni en las Europeas eran 1.000 caballeros pesados juntos, sino un grupo central de samurais o caballeros y una amalgama de muchos soldados de leva con sus lanzas y menos preparados.
ResponderEliminarAsí pues lo que debes ver es 40 soldados españoles profesionales, con mucha guerra a sus espaldas, algunos con medias armaduras y otros con picas y mosquetes contra un grupo de (probablemente) 100 samurais o alguno más y unos 800 soldados menos preparados.
Aún así, hay que ver que siguen siendo muchos contra 40, lo que permite eliminarlos por sencillamente el peso del número... se pudo evitar a base de reducir el número de atacantes a la vez con barricadas y estrategia.
Lo que no puedes decir es que los piratas estos se fueran rápido o se rindieran, dado que no estaban sólo pirateando un poco, sino preparando un reino o zona conquistada
Estoy deacuerdo con anonimo
ResponderEliminarCierto es que las historias se adornan. Pero cierto es también que el acopio de datos da margen suficiente para dislumbrar la realidad.
ResponderEliminarY si partimos del hecho de que los propios japoneses crearon una historia sobre unos invencibles demonios para rememorar tal batalla perdida por samurais...dice ya mucho.
Sumado al hecho de ser 40 contra más de 1000... España acumula batallas con números desproporcionados de desigualdad militar y condiciones en contra, y vencer pese a ello. Esta podría bien ser una más.
No obstante me parece razonablemente bien expuesto el artículo.
Saludos