James Ellroy, continúa
la evolución directa de la novela policial que iniciaron Dashiell Hammett y
Raymond Chandler en la década de 1930, caracterizada por su dureza; es el
subgénero que los norteamericanos han denominado hard boiled.
Si hay alguien más
grande que James Ellroy es su propio ego, porque se autodefine como el mejor
escritor del mundo de novela a secas, no sólo criminal. Y lo peor no es que
resulte un tipo agradable, sino que con cada nuevo libro parece confirmar ese
juicio lapidario de sí mismo.
James Ellroy nació
en Los Angeles en 1948. Su madre trabajaba como enfermera y tenía problemas con
la bebida y su padre era contable. Al divorciarse sus padres en 1954, su madre,
Jean Hilliker Ellroy, obtuvo la custodia del hijo y se trasladó con él a El
Monte (un barrio deprimido de Los Angeles). Ella sería asesinada en 1958 y el
asesino nunca fue capturado.
James Ellroy publicó en 1996 Mis rincones oscuros, un relato autobiográfico del asesinato de su madre y de la reinvestigación del caso que él mismo realizó en 1994. Como un joven muchacho perseguido por el fantasma de su madre, Ellroy se convirtió en ladrón, alcohólico, drogadicto y pervertido sexual que espiaba a las mujeres. Se introducía en domicilios ajenos para robar comida o ropa interior femenina y por ello pasó algún tiempo en la cárcel. En ocasiones llegó a declararse nazi y realizó declaraciones en contra de judíos y negros.
Se convirtió en un
ávido lector de novelas policíacas y empezó a estructurar sus fantasías en forma
narrativa, y cuando a la edad de diez años su padre le regaló el libro The
Badge: a history of the LAPD de Jack Webb, se obsesionó con el mismo y lo
estudió repetidamente. Desarrolló una fascinación obsesiva con el asesinato, y
en este libro descubrió la historia del horrible asesinato y mutilación de
Elizabeth Short, La dalia negra, sobre cuyo crimen y los personajes que
intervinieron en el mismo escribiría más tarde en el L.A. Quartet. La obsesión, comenta Ellroy con conocimiento de
causa, es buena, si logras sobrevivir a la experiencia. Asimismo considera que
"la historia de América en el siglo XX es la historia de los crímenes
cometidos por malvados hombres blancos."
La mayor parte de
sus primeros 30 años de vida los dedicó a vagabundear, al alcohol, al abuso de
las drogas, a pequeños delitos y al flirteo con la enfermedad mental. El inicio
de su recuperación coincidió con el viaje que realizó a Kansas City. Poco
después encontró trabajo como caddy en algunos clubes de golf de Los Angeles. Entró en Alcohólicos Anónimos en agosto de
1977 y dejó la bebida. Mientras caminaba seis días a la semana por el campo de
golf, empezó a controlar su pasión narrativa por el crimen y a soñar despierto
con una novela, que empezaría a escribir a comienzos de 1979. En 1985 comenzó a
escribir La dalia negra, en un intento explícito de combinar el asesinato de su
madre con el famoso caso que tanto le obsesionó en su juventud. La novela, que
dedicó a su madre, apareció en 1987 y obtuvo un gran éxito.
Los Angeles Times
comentó acerca de Ellroy: "No es simplemente un excelente escritor de
ficción policíaca. James Ellroy se está convirtiendo en uno de los grandes
escritores norteamericanos de nuestro tiempo." En Europa se le considera
una especie de semidiós cultural del género "negro" y está más
estrechamente identificado con Los Angeles que cualquier otro escritor desde
Raymond Chandler. Prácticamente toda su obra anterior a American Tabloid
transcurre en Los Angeles, de la década siguiente a la Segunda Guerra Mundial.
Las cuatro novelas que preceden a American Tabloid – La dalia negra, El gran
desierto, LA Confidential y Jazz blanco – se conocen colectivamente como el LA
Quartet., y comprenden una obscura y obsesiva anti-historia de su ciudad natal
en los años cincuenta.
Las camisas hawaianas son una de las señas de identidad de James Ellroy,, asi como su lenguaje provocativo "Me lo pasé de puta madre escribiendo esta novela" |
Desde que un
documental austríaco lo tildara de Demon Dog of American Crime Fiction (perro demoníaco de la novela negra
americana), el chucho se empeña en propinar dentelladas cada vez más
ambiciosas. La última se titula Perfidia,
consta de 720 páginas y ya está a la venta en España publicada por Random House.
Todo esto se
experimenta como una explosión pop-pulp con pedigrí decimonónico y, por qué no,
cierto perfume romántico; porque Ellroy lo ha dicho muchas veces: él quiere ser
Tolstói. Y Balzac. Y Hugo. Y Dickens. Así, «Perfidia» es la precuela que abre
el segundo «Cuarteto de Los Ángeles», ubicándose cronológicamente antes de «La
Dalia Negra», «El gran desierto», «L.A. Confidential» y «Jazz blanco»; ¡es la
gran novela americana!
Sus libros se
caracterizan por su oscuro humor y retrato de la Norteamérica autoritaria, racista
y conservadora. Otro punto es el pesimismo que envuelve a los personajes, la
decadencia y la ausencia total de esperanza.
PERFIDIA
Los Ángeles. 6 de
diciembre de 1941. Estados Unidos al borde de la Segunda Guerra Mundial. La
noche anterior al ataque japonés de Pearl Harbor, los cuerpos de una familia de
clase media nipona son hallados sin vida en su hogar. Todo parece indicar que
la familia se ha suicidado a través del ritual del Seppuku, pero hay otros
indicios que apuntan al asesinato. Una multitud de personajes desfila por este
complejo escenario, donde todas las piezas forman parte de un inteligente
engranaje al compás de Perfidia, la cara oculta de un Hollywood que resplandece
solo en la superficie.
Así, «Perfidia»
toma su nombre de un melancólico y meloso bolero compuesto por el mexicano
Alberto Domínguez que fue un gran éxito para Xavier Cugat en 1940 y que ha
conocido múltiples versiones. Después, enseguida, el asesinato de una familia
japonesa como obertura a la psicosis del Terror Amarillo y Hollywood como más
pantalla que telón de fondo donde se proyectan veintitrés días con sus noches
protagonizados por viejos conocidos de la casa, el lado oscuro de las estrellas
(el amo del FBI J. Edgar Hoover, Bertolt Brecht, Bette Davis, Sergei
Rachmaninoff, Joan Crwaford,), y un protagonista de esos que sólo se le pueden
ocurrir a alguien como Ellroy: un químico-forense prodigio y gay, Hideo Ashida
-ya mencionado en «La Dalia Negra»-, enfrentándose a sus muy inferiores superiores
La conspiración
política está de nuevo presente, marca de la casa. En este caso, hay personajes
pro Eje, los hay simplemente aislacionistas, otros admiradores del imperio
japonés, nazis puros y duros y anticomunistas declarados que con mucha lucidez
ven que esta guerra en la que se acaba de embarcar EE UU es sólo el preludio de
la que viene detrás, de la batalla contra el comunismo. Y van tomando
posiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario