La última película de Richard Linklater ha tardado doce años en rodarse. La idea del director era mostrarnos la vida de un niño desde los seis años hasta que se marcha a la universidad y, en vez de recurrir a distintos actores para ver las diferentes etapas del chaval y sus padres, decidió rodar unas semanas durante doce años. El resultado es verdaderamente impresionante.
“Boyhood” nos cuenta la vida de Mason, un niño norteamericano como otro cualquiera (con padres separados, con una hermana mayor, con sus amigos de la infancia) desde los 6 años hasta que entra en la universidad con 18. Este periplo transcurre con los altibajos propios de una vida normal a esa edad, con momentos buenos y malos, tomando pequeñas decisiones e intentando crear una personalidad propia. Entonces, ¿qué es lo que hace que esta película sea diferente a las demás que nos llegan de Estados Unidos?. Precisamente eso, su sencillez argumental, su supuesta falta de pretensiones, su “normalidad” al tratar los diferentes temas que se nos plantean.
Para ello Linklater usa magistralmente a los dos personajes paternos, por un lado la madre que se sacrifica por criar a sus hijos a la vez que crece profesionalmente y que cuando éstos abandonan el nido se encuentra que tras tantos años de sacrifico no obtiene ninguna recompensa personal. Por otro, el padre que en un principio no quiere aceptar las responsabilidades que le marca la sociedad y tras separarse de su mujer viaja a Alaska a trabajar y buscar su verdadero yo. Sin embargo con el paso de los años es engullido por la maquinaria social y no sólo trabaja como agente de seguros si no que crea una nueva familia en un entorno mucho más ahogadizo que el que tenía con su primera esposa y madre de los niños.
Pero el director no sólo utiliza a los personajes de los padres para mostrarnos su visión del mundo, si no que usa magistralmente a los diferentes personajes secundarios adultos que aparecen por la película. Hay muchos ejemplos de ésto: el amigo del padre que continúa tocando en grupos de música, ganándose la vida de una forma digamos alternativa, el profesor universitario alcohólico y de carácter violento, el héroe de guerra que acaba frustrado al reincorporarse a una sociedad que no le ofrece la adrenalina del ejército, el profesor de fotografía que es consciente del potencial de alguno de sus alumnos, etc.
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