Hace
75 años, el 15 de diciembre de 1939 fue
declarado festivo en Atlanta. ¿Acaso se conmemoraba el
nacimiento de un prócer de la patria, el día de la Constitución o de alguna
virgen? No: se estrenaba 'Lo que viento se llevó'. La cinta que aún hoy, siete
décadas y media más tarde, es capaz de tenernos cuatro horas en el sofá
viéndola, o de que sea el plan perfecto para una tarde de lluvia (aunque la
hayamos visto 50 veces), ¿cómo no admirar todo en ella? Desde el vestuario
hasta las interpretaciones, ambientaciones, o esas frases para la eternidad
(desde el 'A dios pongo por testigo' hasta el 'Francamente, querida, me importa
un bledo').
Fue tan grande la campaña de promoción de la que
llegaría a ser una de las películas más icónicas de todos los tiempos, que su ya mítico productor, David O'Selznick,
consiguió que el gobernador del Estado declarara festivo el día del
estreno. Mientras que el Ayuntamiento local engalanó la ciudad
cubriéndola de banderas confederadas y organizando festejos que tendrían una
duración de tres días
Fueron necesarios dos años (sí, dos años) de casting para encontrar a la actriz perfecta para el papel de Escarlata: Vivien Leigh, y por el camino se quedaron otras 1.400 postulantes al papel, entre ellas Katherine Hepburn, Joan Crawford, Lana Turner y Paulette Godard. Visto el resultado, está claro que no se equivocaron.
El American Film Institute la ha elegido como la cuarta mejor película de todos los tiempos y la segunda mejor historia de amor; su famosa frase final Frankly, my dear, I don´t give a damn como la mejor frase y su partituta de Max Steiner como la segunda mejor BSO. Gracias al genial diseño de producción de W. Cameron, que proponía el uso vanguardista de la luz y el color, al tesón del productor David O´Selznick para hacer realiadad sus extraordinarias ideas visuales y al talento del director de fotografía Ernest Haller para convertirlas en imágenes, Lo que el viento se llevo, además de un soberbio espectáculo, es una obra de arte para la historia del cine.
La película consiguió diez Oscar, entre ellos el de Mejor Película y el de Mejor Guión Adaptado (está basada en la novela homónima de Margaret Mitchell, ganadora del Premio Pulitzer un año después de su publicación), sobre todo porque sus logros técnicos, entre ellos el uso del todavía nada común Technicolor, impresionaron a los académicos.
Para la escena del incendio en Atlanta, se quemaron de forma intencional los decorados del clásico King Kong, con el único objetivo de simular los edificios consumidos por las llamas.
Pese a la química que transmitían en pantalla, Leigh
y Gable no se llevaron nada bien fuera de ella. Dicen que Clark comía una buena
ración de cebolla cada vez que iban a rodar la escena de algún beso.
La protagonista
de la cinta,Scarlata. Vivian Leigh rodó muchas más horas que Clark Gable (125
días de rodaje para ella y 75 para él). Sin embargo, ella ganó 25.000 dólares y
él, casi cinco (sí, cinco) veces más: 120.000.
El actor Clark Gable no quería protagonizar la escena donde Melanie lo consuela por el aborto de Scarlett, tras considerar que su llanto era muy poco masculino y no aportaba nada a la película.
La frase final de la película, "Francamente, querida, me importa un demonio", le valió a la producción pagar una importante suma de dinero a las autoridades cinematográficas, debido a que amenazaron con censurar dicha escena por incluir, presuntamente, palabras altisonantes.
Pese a que la película resultó ganadora en casi todas las categorías donde concursó, el actor Clark Gable no obtuvo, para sorpresa de muchos, el Óscar a Mejor Actor, igual situación para la actriz Olivia de Havilland en la categoría de Mejor Actriz Secundaria.
La primera afroamericana en ganar un Oscar no fue Halle Berry: fue Hattie McDaniel, la 'mammy' de Escarlet. Hattie también fue la primera mujer negra (más allá de las sirvientes) en ser admitida en la ceremonia. No sólo eso: tuvo que sentarse en una zona aislada del auditorio. Esa noche, Hattie se dio un buen paseo hasta llegar a recoger su premio. Sin embargo, no pudo asistir al estreno por las leyes raciales del estado de Atlanta.
Si el día 15 de Diciembre se cumplió 75 años de su estreno en Atlanta, en España este aniversario no se podrá celebrar hasta 2025. Primero porque en 1939 no estaban las cosas para importar películas. Después porque cuando en 1943 Metro Goldwyn Mayer cerró con el Gobierno de Franco el primer acuerdo de exportación de la posguerra, anunciado a página entera en todos los periódicos, el carácter liberal de Scarlata y el cinismo de Rett chocaron con la censura. Y la película se prohibió durante siete años, no estrenándose hasta el 17 de noviembre de 1950 en el Palacio de la Música de Madrid tras las presiones comerciales y diplomáticas americanas sobre el mismísimo Franco, que la visionó en su cine privado del Pardo antes de ordenar a la censura que hiciera la vista gorda. Razones tenía porque tres meses antes Estados Unidos había aprobado en el Proyecto de Ley General de Asignaciones un crédito de 62 millones de dólares para España. … Pero eso es otra historia que dejo para mañana...
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