Esto me suena...
La
Balsa de la Medusa fue el cuadro insignia del movimiento romántico francés, por
su tono apasionado y tétrico, con el hombre desconocido como protagonista
absoluto de la historia.
La
obra se basa en un hecho real: el dos de junio de 1816 la fragata “medusa”
naufraga frente a la costa oriental africana. Su capitán, que demuestra ser un
desalmado más que un inepto, consigue el cargo por el apoyo de los gobernantes
de turno de la Francia de la restauración.
El capitán y sus oficiales emplearon las barcas salvavidas abandonando a
los 149 marineros que les acompañaban, ya que los consideraron socialmente
inferiores. Y, en una balsa que estos últimos construyeron, navegaron a la
deriva durante 13 largos días en los que se sucedieron escenas de locura,
desesperación y canibalismo. Sólo veinte sobrevivieron (cinco de ellos fallecen
durante el rescate).
Rescatados
finalmente por un carguero, es en el otoño del año siguiente cuando los
supervivientes publican el relato de lo sucedido, el estado se encarga antes de ocultar el
suceso. Hubo un artista que no quiso olvidar
“Ni la poesía ni la pintura podrán jamás hacer justicia al horror y la angustia de los hombres de la balsa”. Las palabras de Géricault ayudan a entender que la obra acusa directamente al Estado Francés de abandonar a sus ciudadanos y de ocultar información. Y si todavía no queda clara la posición del artista, el uniforme en el agua de un soldado francés (parte inferior derecha) representa el derrumbe político y militar de Francia.
Abandono,
desesperación, esperanza, realismo…La Balsa de la Medusa es dinamismo y
emoción, pues lo vemos tanto en el brazo en escorzo del personaje de la derecha
como en los rostros y gestos de los supervivientes (las manos juntas del hombre
con los cabellos peinados por el viento). Además, el hacha ensangrentada es
clave para comprender que hubo escenas de canibalismo.
Géricault
realizó este cuadro (óleo sobre lienzo 491 x 716 y de estilo romanticismo
francés, para dar a conocer el hecho y, tras dos años en que se prohibió que
lo expusiera al público, finalmente se ofreció al Salón Oficial y causó un
tremendo escándalo social.
Géricault
pintó este cuadro de casi cinco metros de alto y más de siete metros de ancho.
Hizo numerosos bocetos y estudios previos sobre los cadáveres y restos humanos
sacados de cementerios y ejecuciones públicas.
La
escena recoge el momento en que los náufragos avistan la fragata que no los
recogerá. Los personajes componen toda una galería de las expresiones posibles,
desde la desesperación más absoluta del anciano que da la espalda al barco,
pasando por los primeros atisbos de la esperanza, hasta llegar al entusiasmo
desbordado de los hombres que agitan sus camisas al horizonte.
La
visión es completamente dantesca, con la balsa medio deshecha por el oleaje,
los cuerpos de los muertos, putrefactos, mutilados, desperdigados por la balsa.
Como
dato curioso hay que señalar, que el joven hombre muerto que sostiene el
anciano del manto rojo es el retrato de Delacroix, íntimo amigo de Géricault. A
su vez, Delacroix le correspondió, retratando a Géricault como uno de los
muertos en el infierno que cruza su Barca de Dante.
Está buena tu entrada, pero estaría padre que pusieras de quién son las fotos o la referencia :)
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