Entre las voces femeninas del jazz, la de Billie Holiday
(1915-1959), constituye un caso singular por lo azaroso de su vida contada por
ella misma en su famosa autobiografía titulada: "Lady Sings The
Blues". En ella, Billie Holiday relata cómo fue su vida desde la misma
infancia: violación, acusaciones de prostitución, reformatorios, alcohol,
drogas, racismo, cargos por tráfico de estupefacientes, cárcel, inhabilitación
para cantar y, por último, la muerte.
Billie Holiday tenía una voz tan ronca y especial que no
necesitó de ningún aprendizaje para dominar con facilidad los complicados giros
del jazz y ofreció unas interpretaciones tan intensas que cuando se cumplen
cien años de su nacimiento, sigue siendo la número uno.
El mundo de la música quiere recordar a una de las cantantes más influyentes, que supo hacer de su voz uno de los instrumentos más precisos y eficaces.-
A los 14 años se reunió con su madre en Harlem y comenzó a ejercer la prostitución hasta que fue detenida y encarcelada durante cuatro meses. Tras esa estancia en la cárcel comenzó a cantar profesionalmente junto a un vecino, el saxofonista Kenneth Hollan.
Ya con el nombre de Billie Holiday -en homenaje a su padre,
guitarrista-, empezó a deslumbrar con una voz que no había educado y que había
formado a su manera, realizando imitaciones de cantantes como Louis Armstrong o
Bessie Smith.
Un estilo rompedor y sofisticado, una forma especial de frasear
y una entonación profunda que se diferenciaba inmediatamente del tradicional
jazz que imperaba en la época. Fue ganando prestigio en el mundo del jazz y el
punto culminante de sus inicios, fue la serie de grabaciones que realizó junto
al saxofonista Lester Young, que la bautizó como Lady Day
Pero fue su interpretación de Strange Fruit, la historia del
linchamiento de un negro y una dura condena del racismo que aún imperaba en
Estados Unidos, la que le dio una enorme popularidad en 1939 y marcó un antes y
un después de su carrera.
God Bless the Child, Trav'lin' Light, Gloomy Sunday, Lover Man,
Summertime, I'll be seeing you, Crazy he calls me, Body and Soul son algunos de
los títulos que se hicieron míticos con su voz.
En los años cuarenta, Billie entró en un bucle: su imagen de
Mujer Atormentada dictaba el tono de sus grabaciones, que reforzaban el
estereotipo de la solitaria, la incomprendida, la maltratada. Eso se tradujo en
interpretaciones ralentizadas, donde exprimía el contenido emocional de sus
letras.
Grabó más de un centenar de temas profundos, hipnóticos y cautivadores que siguen manteniendo su vigencia en la actualidad, al igual que su imagen, anclada en el blanco y negro, con su sonrisa melancólica y la eterna gardenia blanca que adornaba su pelo.
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