Betibú, el thriller hispano-argentino
dirigido por Miguel Cohan (Sin
retorno) y protagonizado por un elenco coral con grandes
intérprete de los dos lados del charco: Mercedes Morán, Daniel Fanego, Alberto Ammann y Jose Coronado. Basada en una
novela de Claudia Piñeiro, la
película sigue la investigación del asesinato de un gran empresario de Buenos
Aires, un crimen que, como descubrirá la escritora de novela negra interpretada
por Morán, oculta acciones mucho más terribles que salpican a buena parte de la
élite de la sociedad bonaerense.
ARRELLANADO EN SU SILLÓN favorito, como el lector que termina una novela en la tranquilidad de su estudio con vistas a un parque de robles. Con una canción sonando una y otra vez en el tocadiscos encendido. Sonando Benny Goodman, una canción que le privaría a Cortázar, Sing, sing, sing. Así arranca Betibú un asesinato – o acaso una serie de asesinatos – desencadena una indagación periodística para aprovechar la muerte de un personaje relevante en circunstancias turbias y nada halagüeñas, lleno de recovecos, incertidumbre y pocas pistas claras. Un exclusivo club campestre para las clases adineradas es el escenario que procede escrutar para ver si hay algún rastro que no sólo alimente la noticia sensacionalista del óbito, sino que proporcione información que faculte redactar una serie de artículos entre el morbo y el sensacionalismo que impulse la venta del diario.
Una escritora de novelas policiacas – que ha dejado esa actividad no se sabe muy bien porqué – es la encargada de investigar para pergeñar una columna diaria que permita mantener a los lectores en vilo e interesados en el deceso de un prócer de la patria. Lo mejor de la cinta es el clima enrarecido y de peligro inminente que crea con unos someros medios clásicos que parecen olvidados en el cine actual: tensión a cada nuevo paso, la amenaza de un tropiezo fatal, la noche que presagia vulnerabilidad y alevosía, los cabos sueltos que parecen sugerir algo pero no se sabe qué, los intereses creados que nos hacen movernos en terrenos cenagosos llenos de acechanzas y sinsabores, el poder del dinero como espada de Damocles presta a segar vidas y mermar haciendas.
La trama se desenvuelve con pericia y a ritmo certero. No hay rocambolescas sorpresas arbitrarias y el desenlace es coherente, desolador y atroz. Los actores cumplen su cometido con precisión y perspicacia y todo queda fatal e inapelablemente resuelto al final. Quizás se eche en falta algo más de mordiente o alguna escena memorable que quite el aliento y te deje perplejo y trastornado, todo es demasiado correcto y medido, algo televisivo y plano, pero siempre con innegable fluidez y apta firmeza narrativa. Hay algún contrapunto de humor, cierto coqueteo evanescente y la huella de males por venir que nos pueden descerrajar.
José Coronado con BEBER DE CINE |
En resumen, una película lograda, interesante, intensa, eficaz y lograda que si
bien podría haber dado algo más de sí, tal y como está permite pasar un buen
rato lleno de ardides, tretas, añagazas y desazón. Sin alardes ni impactos
fantasiosos, pero con una resolución devastadora y amarga que deja un buen
sabor de boca lleno de aspereza y desolación. Dentro del esquema clásico del
thriller pero con el swing de una redacción del periódico tecleando de fondo, lo mejor de Betibú es este triángulo y ese señor
llamado Daniel Fanego que rezuma carisma por los cuatro costados –¡ya
le hubiese gustado a Darín en El secreto de sus ojos!–. Carisma
suficiente para final,
tan cerca de Agatha Christie con
principios de paranoia.
ALAMOS TERROIR MALBEC 2008
El Malbec argentino es único en el
mundo y es el tinto más emblemático de
los vinos argentinos. Sus aromas a ciruelas y su sabor dulce y aterciopelado no
pasan desapercibido en ningún lugar del mundo. Aunque es originario de Cahors –
al sur de Francia-, la elegancia y complejidad que adquiere al otro lado del
charco es insuperable, especialmente en
Mendoza. Aquí, un vino destacado.
Catena Zapata | Agrelo, Mendoza Un vino de Malbec que seduce desde la primera copa. Elaborado con uvas de diferentes viñedos mendocinos y ocho meses de crianza en roble francés y americano. Es delicioso por sus aromas intensos y su paladar suave y aterciopelado, con muy buena acidez. Un lujo.
ASADO ARGENTINO
Si hablamos de cocina argentina hay que hablar de
asado, una de las pasiones más extendidas de su pueblo. El asado es la cocción
de distintas partes de carne de la vaca a las brasas. Aparte del fútbol, el
tango, el mate, el dulce de leche...., la comida que mejor representa a los
argentinos es el asado..., prácticamente en todas las celebraciones familiares,
la menor excusa sirve para prender el fuego y festejar un cumpleaños, el día de
la madre, el campeonato de fútbol o la comida de los domingos. Un asado está
concebido para atender a los amigos y dura aproximadamente unas cinco horas,
durante las cuales el parrillero destapa primero un vino; va ofreciendo las
llamadas “achuras”, como chorizos, morcillas, chinchulines (chunchullo),
etcétera, y luego la variedad de carnes que tenga dispuesta para sus
comensales, tira de asado (costilla de res delgada, de hueso pequeño) ojo de
bife entero (el tradicional lomo ancho) vacío (llamada también falda,
emparentada con la sobrebarrida que la van degustando poco a poco, como en una
picada. Lo importante, más allá de la comida, la oportunidad para el deleite de
la tarde y la conversación.
Es
habitual comenzar por los chorizos y, luego, con las morcillas, para entrar en
calor. Por su grosor, la carne que más se demora en estar lista es el ojo de
bife, todo ello condimentado con el infaltable chimichurri es el aderezo argentino
por antonomasia.. Se presta a personalísimas combinaciones: cada uno tiene su fórmula
"secreta". El chimichurri es una salsa hecha con ingredientes
naturales (pique un manojo de perejil, 7 dientes de ajo y ½
pimentón rojo. Añádale ají molido. Cubra todo este piquillo con una mezcla de
aceite de oliva y aceite de girasol. Termine con unas gotas de limón. Hágalo
con anticipación, para que todos los ingredientes suelten sus sabores)
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