Coincidiendo
con la festividad de Todos los Santos, los ceutíes celebramos el Día de la Mochila, una de las
fiestas más populares de la ciudad, en la que participa toda la familia.
A finales de Octubre, principios de Noviembre es cuando se celebra la cosecha de la castaña, de ahí que sea típico en esta fecha la degustación de frutos secos, así es como también vemos en muchos sitios los asadores de castañas. Es una cuestión estacional.
La particular celebración del día de Todos los Santos como el día de La Mochila, tiene un origen muy sencillo y espontáneo, que deriva directamente de la visita de las familias a los cementerios en estas fechas.
Hasta finales del siglo XVIII, los cementerios solían estar en el interior de las ciudades, en los claustros de las iglesias, por cuestión de higiene con la Ilustración, se decidió trasladarlos a las afueras de las ciudades.
Así los ciudadanos solían acudir al cementerio con el transporte más utilizado en la época: El coche de San Fernando (un ratito a pie y otro andando); al final pasaban el día entre la ida y la vuelta. Previsoras las familias acostumbraban a llevar el almuerzo que incluían los frutos secos de la época del año.
El cementerio de Ceuta se traslada a Santa Catalina a principios del siglo XIX y la distancia obligaba a una pequeña excursión a la que acudía toda la familia. Ya a finales del siglo fue cuando el 1 de Noviembre comenzó a tomar el carácter festivo tal y como lo conocemos.
Parque de San Amaro antes de la remodelación y monumento a la Mochila.
Uno de los factores que contribuyeron, en gran medida, a construir el carácter festivo de La Mochila fue el auge de agrupaciones como los Exploradores y las excursiones de los escolares al campo exterior, y de ahí surge las canciones, la talega para transportar los frutos secos y toda la parafernalia de la festividad.
Como
explica José Luis Gómez Barceló, las excursiones y las “giras” siempre han sido
de gran importancia para los ceutíes por
el carácter aislado de la ciudad.
También
se relaciona con los hombres que
regresaban a Ceuta al finalizar la recogida de frutos secos en la península .No
faltan los que relacionan esta tradición con la jornada de la Loma de las
Mochilas de la Guerra de África, siendo potenciada por grupos de exploradores
que idearon esta fiesta portando bolsas cargadas de frutos secos al monte para
poder alimentarse durante la jornada. Otra explicación está relacionada con el
penal del Hacho, y las visitas que hacían los penados y sus familiares al
cementerio.
Lo
cierto que aunque de origen confuso, año tras año, los ceutíes celebran esta
jornada que se ha convertido en una de las más importantes de la ciudad. Así en
la noche del 31 vemos como conviven las dos tradiciones: la autóctona de la
Mochila, por la que, grupos de jóvenes y no tan jóvenes, se van a dormir al
campo “para coger sitio”; y la tradición exportada de Halloween donde vemos por las calles de nuestra ciudad
a Novias Cadáveres, Brujas, Zombis, Esqueletos andantes etc.
El día 1 de Noviembre,
desde muy temprano se llenaba las calles de todos los chiquillos del barrio con
sus talegas, cantando aquella canción tan conocida... ¡¡Mi mochila, no se la
come ni el gallo ni la gallina, nada más que mi barrigaaaaaaa!!
Todos los montes de Ceuta desde la Sierra Bullones, García Aldave, El Jaral, los Fortines, Miradores, estaban llenos de familias enteras, así como los alrededores del Monte Hacho, San Antonio y sobre todo el Parque de San Amaro de las familias que venían del cementerio de Santa Catalina, de donde viene, parece ser, como dijimos antes, la tradición.
Es aquí en Ceuta el único lugar que se celebra esta tradición en esta fecha. Aunque muchos caballas que viven fuera de Ceuta, siguen celebrando la tradición allí donde se encuentren, es su forma de llevar a Ceuta en el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario