“Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón quise ser un
gangster”
Se
cumplen 25 años del estreno, junto con el Padrino ,de la mejor película sobre
la Mafia: Uno de los nuestros (Goodfellas)
«Uno de los nuestros» se estrenó en Estados Unidos el 18 de septiembre de 1990. Martin Scorsese había escrito el guión en colaboración con Nicholas Pileggi, autor de la novela «Wiseguy», en la que narraba las peripecias de Henry Hill, el narrador en la película (Ray Liotta), que trabajó para la familia Lucchese entre 1955 y 1980, antes de acogerse al programa de protección de testigos y de escapar de una muerte segura. La película se cita en todas las enciclopedias de cine como uno de los mejores ejemplos de la utilización de la voz en «off», un recurso siempre peligroso, del que Scorsese es un maestro. El filme tiene escenas memorables, y no menos estudiadas, como la legendaria toma de la steadicam por la cocina, que por cierto, fue un accidente: Se les denegó el permiso para acceder por el frente y Scorsese tuvo que buscar una alternativa; otro momento memorable es la cena improvisada en casa de la madre de uno de los protagonistas, que en realidad era la madre del propio Scorsese.
And Then He Kissed Me (The Cyistals)
Henry
Hill (Ray Liotta) es un chico de Brooklyn que vive fascinado por la
vida de los mafiosos de su barrio, hasta el punto de abandonar la escuela y
entrar en la organización, donde poco a poco va escalando posiciones. Robert De Niro, Joe Pesci y Lorraine Braco acompañan
a Liotta en el reparto de una de las mejores películas de la mafia de todos los
tiempos. Según el verdadero Henry Hill, el retrato de Joe Pesci sobre Tommy
DeSimone es bastante preciso, con una notable excepción: el verdadero Tommy
DeSimone era un hombre corpulento. Martin Scorsese no quería que Ray Liotta
tuviera contacto con el verdadero Henry Hill antes del rodaje, ya que nunca
había rodado con Liotta y no quería que Hill le influyese.
En el
film, la violencia es otra de los protagonistas. En la
primera escena, un coche se para, abren el maletero y un moribundo se mueve
antes de volver a sucumbir violentamente a cuchilladas. El personaje de Joe
Pesci es el que se lleva la palma en cuanto a la realización de actos
violentos, sobre todo debido a la cruel gratuidad de la misma. A pesar de todo
y siguiendo el tono del film, esta violencia no se denuncia en ningún momento.
Congruentemente a lo expuesto hasta el momento, la violencia en Uno de los nuestros no es más que un acto cotidiano no
demasiado diferente de las relaciones que los gangster mantienen con sus
mujeres (esposas y amantes), de sus fiestas, de sus comidas, etc. Simplemente
es un modo de vida alternativo al de los comunes mortales.
"traeme un Cutty Sark, Araña"
La escena de
¿Crees que soy gracioso? se basa en una anécdota que le ocurrió a Pesci
cuando era joven. Mientras trabajaba en un restaurante, Pesci le dijo a un
mafioso que era divertido y el mafioso se enojó mucho. A Scorsese le gustó la
idea y dejó que Joe Pesci y Ray Liotta improvisaran la escena, sin contar nada
a los demás actores, para que sus reacciones de sorpresa fueran genuinas.
Un aspecto muy reiterado en Uno de los nuestros es el
que incide en la gastronomía. El film está repleto de escenas que abordan, de
un modo u otro, el tema de la comida y de los ceremoniales que se crean
alrededor de una mesa
A caballo entre el biopic y la reconstrucción
histórica, Martín Scorsese sigue el curso de la historia desde 1955 hasta 1980.
El resultado es como si hubiese realizado un seguimiento cámara en mano a un
grupo de mafiosos durante 25 años para mostramos un documental sobre la vida de
estos personaje, sobre el auge y caída de Henry Hill. Sin embargo, la labor de
Scorsese también nos congratula con el contador de historias, con el cineasta
capaz de reinventar géneros cinematográficos. A pesar de ese tono biográfico
que subyace en la película, la inclusión de la voz en off en el relato indica
claramente la intención de Scorsese de contar su historia, y de contarla a su
manera.
El ritmo de cada secuencia, congelando imágenes en reiteradas
ocasiones, ralentizando otras, con largos planos, como la mencionada escena de
la entrada en el Copacabana, y con un
montaje acelerado en ocasiones hace de Uno de los nuestros sea más que una
crónica costumbrista (a la que ayuda la excelente banda sonora que abarca las
dos décadas en la que se sitúa la trama del film), y que acabe convirtiéndose
para nuestros ojos en un relato cinematográfico totalmente amoral y cínico. De
este modo, Scorsese proponía un viaje a su infancia en el barrio neoyorquino de
Queens, una descripción de la vida cotidiana de una familia de la mafia durante
la década de los 60 y 70 (sus robos, sus crímenes, sus relaciones personales,
sus bodas...).
Paul
Sorvino quería abandonar la película tras tres días de
rodaje, ya que sentía que carecía de la personalidad fría que requería el
personaje de Paulie. Llamó a su agente y pidió que le sacase de la película. El
agente le dijo que se tomase un día para pensarlo antes de tomar la decisión
final. Esa noche, Sorvino se miró en el espejo y se asustó por la expresión de
su cara, se dio cuenta de que esa mirada era la que necesitaba para interpretar
a Paulie.
El estudio estaba muy nervioso con la película debido
a su violencia y su lenguaje (el personaje de Pesci llega a decir más de 200
veces joder). Además, recibió la peor repuesta en los test-screenings de la
historia del estudio. Scorsese dijo que los números eran tan malos que tenía
que ser divertido. Sin embargo, la película se estrenó sin alterar, y la
aclamación de la crítica fue abrumadora.
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