Las
costumbres amatorias de la Edad Media se presentaron bajo un enfoque inédito en una exposición en
París que buscaba derribar estereotipos de la sexualidad medieval. «L'amour courtois» («El amor cortés»),
que se expuso en el 2014 en la Torre
Jean Sans Peur, consiste en un conjunto de ilustraciones de manuscritos
medievales acompañadas de textos orientados a arrojar luz sobre la práctica del
sexo en esa época.
En el mundo occidental la globalidad del concepto de erotismo está teñida de un trasfondo de tabúes. El desnudo femenino parece dominar el arte erótico en Occidente puesto que la mayor parte de la pintura ha sido ejecutada por hombres. Raramente el desnudo se pinta desapasionadamente, pues por su propia naturaleza enciende los sentidos. Sin embargo, el poder de su atractivo ha conducido a temérsele en la civilización judeo-cristiana, y la consiguiente censura de la sexualidad explícita en el arte se ha resuelto en obras cuyo erotismo está deliberadamente velado y cuyo poder erótico, de este modo, se ha incrementado fuertemente, así muchas veces bajo el pretexto de escenas bíblicas, principalmente la expulsión del paraíso, los artistas del medievo colocaron sus desnudos.
Ghiotto y El Bosco detalles del infierno (fresco capilla Scrovernni) y del Jardín de las Delicias.
LIBRO DE LAS HORAS DE ALEJANDRO FARNESIO Y DE CARLOS V
La Iglesia consentía además ciertas prácticas sexuales ahora censuradas, como la prostitución femenina, porque, según refleja la muestra, se consideraba un oficio de salubridad pública y una importante actividad económica.
Prostitución en la calle |
Expulsión del Paraiso. |
En la
Edad Media, entre los siglos V y XV, hubo "períodos más liberales de lo
que se cree", en los que se cuestionaba el celibato eclesiástico y cerca
de un 30% de los sacerdotes vivía en concubinato.
Aunque
es cierto que la doctrina religiosa no siempre fue permisiva y marcó reglas
como la prohibición del sexo durante dos
tercios del año por respeto al calendario católico, fue a raíz de la
expansión del protestantismo de Martín Lutero, en el siglo XVI, cuando
"comenzó a imponer una doctrina más rígida para combatirlo
Mientras
otras religiones han considerado el placer sexual como una parte importante del
culto y han tratado las aventuras sexuales de los dioses y de las diosas como
textos sagrados, el Cristianismo no es una religión sexual. Jesús se mostró comprensivo
con el estado del matrimonio, pero la antipatía de San Pablo hacia la unión de
los sexos, se convirtió en la influencia más poderosa. Y puesto que la Iglesia fue unos de los principales
patrones de las artes en Occidente hasta el siglo XVIII, el proceso tuvo un
profundo efecto sobre la pintura y llevo a una inconfundible tradición
artística en la cual el contenido erótico de muchas obras fue presentado de una
forma implícita o codificada.
Escenas del Decamerón de Bocaccio
El erotismo no es común en el arte del primer período cristiano y en la Edad Media. Las representaciones de escenas eróticas suelen encontrarse, no obstante, en contextos tanto religiosos como seculares. Eso ocurría con los objetos de valor propiedad de gente rica, tales como alhajas, muebles decorados y manuscritos.
Para
finalizar la Madonna de J. Fouquet. Se supone que la Virgen de esta obra es
Agnès Sorel, amante del noble donante, así como del rey Carlos VII, aunque no fue la
primera amante de un rey, sin embargo fue la primera a la que se le reconoció
públicamente esa condición al otorgársele el título de maitresse en titre
(querida oficial). Se decía que era la mujer más hermosa de Francia. Al
contemplar la obra nos sorprende que tras varios siglos rezume modernidad y erotismo. Una modernidad que en su tiempo
era impropia. Esas formas idealizadas, seguro que causaron un gran revuelo.
Lo más
extraordinario está en el pecho desnudo que muestra la Virgen, no por el hecho
en sí, bastante habitual y que responde a un motivo conocido como el papel de
María como intermediaria y nodriza de toda la humanidad. Lo que llama realmente
la atención es la forma en que Fouquet muestra el pecho, rotundo y
perfectamente modelado, escapando del corpiño desabrochado de una impresionante
figura, con un erotismo tan evidente que no forma parte para nada del tema.
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