viernes, 2 de mayo de 2014

¡COMO ANIMALES!

Las dos características que diferencian profundamente la conducta sexual entre humanos y entre animales mamíferos, son la frecuencia de actos sexuales y la posibilidad de violencia sexual.

 1. De forma que mientras que entre los humanos, las relaciones sexuales son muy frecuentes y reiteradas, característica que compartimos con otra especie animal: los bonobos, en la mayoría de especies animales las relaciones sexuales son inusuales.
2. Y mientras que entre los animales no existe violencia sexual del macho sobre la hembra, en la especie humana existe en exclusiva la posibilidad de violencia sexual: el varón puede violar a la mujer.
En las diferentes especies animales no existe violación: el macho nunca se impone sexualmente a su posible pareja [y sirva de ejemplo la paciencia que ha de desplegar el pretendido rey de la selva: el león macho, para copular con la hembra, que sólo le permitirá la cópula tras reiterados intentos (para asegurar una adecuada calidad del semen) que puede durar horas].
Al comparar la conducta sexual entre humanos y la mayoría de especies de mamíferos, se descubre que la principal característica que las diferencia es que, mientras la relación sexual entre los humanos es muy frecuente, en las demás especies de mamíferos es muy singular.
Esta posibilidad exagerada de relación sexual en la especie humana, es consecuencia de que la sexualidad femenina no dependa de las hormonas: la mujer está dispuesta a copular en cualquier momento del día y del mes, ya que esto no tiene relación con la ovulación. Las mujeres no tienen período de celo, su sexualidad no está determinada por las hormonas. Y dada esta conducta femenina, no tiene nada de extraño que haya sido calificada de "atleta sexual", según referencia de la antropóloga Helen Fisher. 
 Mientras que las hembras de las diferentes especies animales mamíferos, sólo están dispuestas a copular en el período definido para la procreación: en el estro anual (o mensual). De forma que en ciertas especies salvajes, los machos sólo copulan una vez al año, en la época de apareamiento, cuando las hembras tienen el estro. Incluso la mayoría de los machos lo hacen aún menos, ya que las hembras sólo se aparean con el macho que haya vencido en la contienda con otros. Por lo que sólo los más aptos, en ciertos períodos de su vida, tienen relaciones sexuales. Y entre los animales domésticos, ya se sabe la vida reservada a los sementales, y por tanto la limitada vida sexual del resto de los machos: sufren una total abstinencia sexual.
Los bonobos forman parejas esporádicas de hembras con machos o de hembras o machos entre sí. Este emparejamiento evidencia que la utilización del sexo se ha desvinculado de la procreación mucho más que entre los humanos. Y además daría incluso fundamento biológico a la conducta sexual homosexual.
Y justo es la conducta sexual de los bonobos, la que da idea de la conducta sexual en los inicios de la cultura humana, ya que algo parecido debió ocurrir con nuestros remotos antepasados homínidos, de los que descendemos: la relación sexual de los prehomínidos sería similar al de los primates no humanos como los bonobos. O sea que las conductas de los bonobos nos muestran el comportamiento sexual de nuestros antepasados: nuestras ancestras serían muy promiscuas y harían el amor en cualquier momento del año, sin tener en cuenta la ovulación y sin atenerse a la monogamia, y los varones no tendrían conocimiento de cuándo ocurría su paternidad real.

 Segunda característica: violencia. Conducta sexual aprendida




Decíamos con anterioridad que la conducta sexual humana da idea en los inicios de la cultura humana se parecería a la de los bonobos. Sin embargo, como cualquiera puede ver, existe hoy día en occidente absoluta discrepancia sexual humana con respecto a los bonobos: las relaciones homosexuales han estado reprimidas, así como la conducta sexual libre femenina (hasta que afortunadamente hoy día, los seres humanos estamos reivindicando y consiguiendo la libertad sexual total).
Además, hay comportamientos violentos del varón sobre la libertad sexual femenina, como es la violación, conducta que no aparece en los bonobos, ni en otros primates, ni en ninguna especie animal: no se da imposición sexual.
La violencia sexual del varón sobre la mujer surgió por intereses patriarcales en cierto momento de la historia humana. Fue justo con el advenimiento de la revolución patriarcal, que se extendió por todo el universo, hace varios miles de años.
A partir de entonces se instauró el matrimonio (que se estableció hace varios miles de años en la civilización griega, sobre la que se ha cimentado nuestra actual civilización patriarcal, que arranca de ella y es el origen de que seamos de esta manera).
Con la instauración de la institución del matrimonio, empezó la relación sexual monógama, por la que la mujer intercambiaba su disponibilidad sexual permanente a su pareja, a cambio del sustento.
Y a partir de entonces, se fijó la conducta sexual adecuada de cada sexo y se enseñó de forma discriminatoria las conductas sexuales. De forma que la conducta violenta sexual del varón es consecuencia de un  aprendizaje.  


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