Las dos características que diferencian profundamente la conducta sexual entre humanos y entre animales mamíferos, son la frecuencia de actos sexuales y la posibilidad de violencia sexual.
1. De forma que mientras que entre los humanos, las relaciones sexuales son muy frecuentes y reiteradas, característica que compartimos con otra especie animal: los bonobos, en la mayoría de especies animales las relaciones sexuales son inusuales.
2. Y mientras que entre los animales no
existe violencia sexual del macho sobre la hembra, en la especie humana
existe en exclusiva la posibilidad de violencia sexual: el varón puede
violar a la mujer.
En las diferentes especies animales no existe
violación: el macho nunca se impone sexualmente a su posible pareja [y sirva de
ejemplo la paciencia que ha de desplegar el pretendido rey de la selva: el león
macho, para copular con la hembra, que sólo le permitirá la cópula tras
reiterados intentos (para asegurar una adecuada calidad del semen) que puede
durar horas].
Al comparar la conducta sexual entre humanos
y la mayoría de especies de mamíferos, se descubre que la principal
característica que las diferencia es que, mientras la relación sexual entre los
humanos es muy frecuente, en las demás especies de mamíferos es muy
singular.
Esta posibilidad exagerada de relación sexual
en la especie humana, es consecuencia de que la sexualidad femenina no dependa
de las hormonas: la mujer está dispuesta a copular en cualquier
momento del día y del mes, ya que esto no tiene relación con la ovulación. Las
mujeres no tienen período de celo, su sexualidad no está determinada por las
hormonas. Y dada esta conducta femenina, no tiene nada de extraño que haya sido
calificada de "atleta sexual", según referencia de la antropóloga Helen
Fisher.
Los bonobos forman parejas esporádicas de
hembras con machos o de hembras o machos entre sí. Este emparejamiento
evidencia que la utilización del sexo se ha desvinculado de la procreación
mucho más que entre los humanos. Y además daría incluso fundamento biológico a
la conducta sexual homosexual.
Y justo es la conducta sexual de
los bonobos, la que da idea de la conducta sexual en los inicios de la cultura
humana, ya que algo parecido debió ocurrir con nuestros remotos
antepasados homínidos, de los que descendemos: la relación sexual de los
prehomínidos sería similar al de los primates no humanos como los bonobos. O
sea que las conductas de los bonobos nos muestran el comportamiento sexual de
nuestros antepasados: nuestras ancestras serían muy promiscuas y harían el amor
en cualquier momento del año, sin tener en cuenta la ovulación y sin atenerse a
la monogamia, y los varones no tendrían conocimiento de cuándo ocurría su
paternidad real.
Segunda característica: violencia. Conducta sexual aprendida
Decíamos con anterioridad que la
conducta sexual humana da idea en los inicios de la cultura humana se parecería
a la de los bonobos. Sin embargo, como cualquiera puede ver, existe hoy día en
occidente absoluta discrepancia sexual humana con respecto a los bonobos: las
relaciones homosexuales han estado reprimidas, así como la conducta sexual
libre femenina (hasta que afortunadamente hoy día, los seres humanos estamos
reivindicando y consiguiendo la libertad sexual total).
Además, hay comportamientos
violentos del varón sobre la libertad sexual femenina, como es la violación,
conducta que no aparece en los bonobos, ni en otros primates, ni en ninguna
especie animal: no se da imposición sexual.
La violencia sexual del varón
sobre la mujer surgió por intereses patriarcales en cierto momento de la
historia humana. Fue justo con el advenimiento de la revolución patriarcal, que
se extendió por todo el universo, hace varios miles de años.
A partir de entonces se instauró el
matrimonio (que se estableció hace varios miles de años en la civilización
griega, sobre la que se ha cimentado nuestra actual civilización patriarcal,
que arranca de ella y es el origen de que seamos de esta manera).
Con la instauración de la institución del
matrimonio, empezó la relación sexual monógama, por la que la mujer
intercambiaba su disponibilidad sexual permanente a su pareja, a cambio del
sustento.
Y a partir de entonces, se fijó la conducta
sexual adecuada de cada sexo y se enseñó de forma discriminatoria las conductas
sexuales. De forma que la conducta violenta sexual del varón es consecuencia de
un aprendizaje.
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