Cuando el año pasado en el programa Atención Obras, Cayetana Guillén Cuervo, vaticinaba que El Interprete iba a ser unos de los éxitos de la temporada teatral, no se equivocaba. Coincidía con mi visita anual a Madrid para villaltear un poco, así, tras el buen sabor de boca que me dejo su papel de maestro de ceremonias de Cabaret, decidí intentar ver la obra. la primera en la frente…, no había entradas, y eso que todavía no había tenido el éxito de crítica y público. Actuaba en Ceuta en el mes de Mayo en pleno annus horribilis, con lo cual tampoco pude verla, mis amigos se compadecieron de mí y no me pusieron los dientes largos, pero yo sabía que me estaba perdiendo lo que simplemente quería ver. Cuando en el mes de Septiembre actuó en Granada, me enteré el lunes siguiente…, la frustración crecía. Y mire usted por dónde, que este fin de semana actuaba en Cádiz, y sin pensármelo mucho (sino no voy) me lie la manta a la cabeza y ¡esta es…¡ para el Falla. Lo único que puedo decir que al terminar tuve una doble sensación: ¡por fin¡ y no me arrepiento… Con ustedes el músico, el bailarín,el cantante, el artista… El Intérprete.
Raro, hablando y
cantando. Al otro lado, en el salón sus padres discuten. Eso no lo vemos, eso
lo cuenta él transformándose en aquel niño que sus padres no comprendían, que
supuestamente estaría enfermo y que tenía que medicarse. Un chaval que se transforma en hombre lobo, que canta
las canciones de sus padres; es por eso que en el colegio sufre el acoso de sus
compañeros, no se puede ser diferente, la diferencia produce envidia… Pero él,
imagina que dentro de unos años estará en un teatro cantando todas estas
canciones tan bonitas que suenan ahora en la radio o las que su madre y su
padre bailan a veces.
Empezando por su faceta más íntima e introspectiva con Puro Teatro, Volver, una desgarradora Luz de luna dedicada a su madre o el Mañana del musical Annie en vertiente dolorosa de niño marginado, Etxeandía y los músicos en escena transitan por los caminos de Kurt Weill (tomándose la licencia de cambiar la Alabama de Moon of Alabama por su Bilbao natal) o un energético Psycho Killer de los Talking Heads, pasando por Lucho Gatica (en un intenso Encadenados), Camilo Sesto y hasta Alaska. Sin olvidar a la santa puta de Madonna, la diosa de voz rota Janis Joplin o los Rolling Stones.o su homenaje a LOU RED WALK ON THE WILD SIDE . Todo ello regado con retazos de su infancia, reflexiones sobre la idiosincrasia actoral (Mis ojos maquillados ven más lejos), coreografía para que la audiencia se lo pase cual enanos en jardín de infancia (Tú te me dejas querer), ataques más o menos velados a la iglesia y otros estamentos, comentarios políticamente incorrectos, etc, etc… Incluso puedes pillar un trago de tequila si se decide a hacer rular la botella que tiene en escena y pasa cerca de ti… Y uno de los mayores logros es que Etxeandía consigue hacer suyos todos y cada uno de los temas que interpreta.
Porque, al fin y al cabo por eso funciona tan brutalmente: porque interpreta y vive cada uno de los temas como si no hubiera un mañana entregándose al máximo. Y eso es una auténtica gozada. En definitiva, que El intérprete es un show absolutamente imprescindible. Del que se sale con un subidón y energía completamente adecuados para quemar lo que queda de la madrugada y vivir una noche inolvidable. Porque el día puede esperar. Sin más. Así que a disfrutar. “Y hasta mañana, amigos imaginarios”.
Etxeandia ha colgado en la plataforma de vídeo
YouTube las coreografías para que a nadie se le escape un paso. Sacude. Sacude…
El Intérprete vuelve a ser el maestro de ceremonias que ya vimos en Cabaret.
Es el espectáculo
perfecto, con un ritmo que no decae, enérgico, vibrante y altamente
participativo. Los espectadores están más tiempo de pie que sentados. Y todo
gracias a este frontman,
una auténtica bestia parda
del escenario con una voz grave, con una fuerte personalidad pero que adquiere
infinitos matices. Este hombre es el nuevo Raphael, con canta
sino que sangra sus canciones. . Por favor, que alguien una a estas dos figuras
en un escenario.
Son muchos los adjetivos grandilocuentes que
describen el espectáculo. Los suscribimos. Aún resuenan en
nuestras cabezas este final apoteósico con Asier emulando a Mick Jagger
saliendo como una auténtica estrella de rock iluminado de grandes focos y
declarando su simpatía hacia el diablo. Cuanto habrá sufrido para llegar hasta
aquí, pero lo bien que lo pasa ahora este demonio, el Intérprete.
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